La participación nuestra en el VII Curso Internacional de Criminología constituyó el escenario que se esperaba para discutir dos estructuras mal integradas de las ciencias forenses en el país. La única explicación objetiva de la incongruencia que nadie oculta con respecto al nuevo Instituto Nacional de Ciencias Forenses (INACIF), tiene que ver directamente con esta problemática específica. Estas dos estructuras, a las que nos vamos a referir, son el Instituto Nacional de Patología Forense y la Sociedad Dominicana de Medicina Forense.
En cuanto al INACIF, ya el tema ha sido discutido, y acaso merezca nuevo comentario de nuestra parte, excepto recordar que un organismo como éste funciona en conformidad con estándares internacionales, siendo el primer criterio, entre otros, que el instituto sea dirigido por un forense, no necesariamente por un médico.
En primer lugar, el Instituto Nacional de Patología Forense, si se quiere, conlleva una contradicción menor, ya que existe el instituto como tal, pero no hay patólogos forenses formados en el país, ni tradición de que hayan sido organizados alrededor de la cátedra de medicina legal, la investigación y la institucionalización, amén de que la evolución del edificio que ha acogido a la patología forense no ha avanzado satisfactoriamente, y la Residencia de Medicina Forense (que es la que forma a los médicos forenses desde 1996) no opera con los adelantos del progreso científico de la medicina legal de hoy. La cuestión es importante porque las columnas centrales de un instituto y de una Sociedad es que estén bien centralizadas la cuestión medicolegal que toma en cuenta la formación de los recursos humanos (los forenses) y la calidad de las autopsias.
Sobre la Sociedad de Medicina Forense que se aprestan a crear los médicos forenses del Instituto Nacional de Patología Forense, deseamos expresar nuestro parecer, quizás porque creemos no se tiene una visión clara, o se ignoran las verdaderas funciones de un organismo como éste. Si el método forense ha sido descuidado en el INPF, ahora en el INACIF no se debe correr este riesgo en la creación de la Sociedad Dominicana de Medicina Forense. Muy a pesar de todo eso, deseo expresar todo mi apoyo y nuestras felicitaciones más sinceras a los iniciadores del proyecto.
Una Sociedad de Medicina Legal es un órgano central esencialmente académico que orienta el ejercicio profesional de la medicina legal de un país determinado, en las cuestiones que presenta a la Justicia para el auxilio científico, tanto en el orden civil como en el penal. No puede, por tanto, haber contradicción entre la “comunidad forense”, que se forma en las reuniones de profesionales para proteger los intereses del ejercicio y de las instituciones.
Una Sociedad de Medicina Legal es la antesala del Instituto de Medicina Legal, que en nuestro país es el INPF, y que si aporta las autopsias y los médicos forenses. Sería entonces correcto considerarlo el organismo principal de la medicina legal. En ella domina el clima de la ciencia, las revistas especializadas, las publicaciones y las investigaciones, y de allí surgen los liderazgos para dirigir las instituciones forenses.
Siguiendo el rastro a otras Sociedades de medicina legal en el pasado, de raíces muy lejanas, tenemos que ésta se inició en el mundo hacia 1375, cuando se autorizaron las primeras autopsias, y luego se crearon las primeras cátedras de esta materia. En Francia, la facultad de Montpellier se fundó en 1374, obtuvo licencia para hacer las autopsias. La medicina legal como ciencia se concretó en el S. XVI, siendo Ambrosio Paré el verdadero padre de la Medicina Legal, el primero en desarrollarla. Paul Zachias (Italia) fue el máximo representante en el S XVII, y Orfila (de origen español) el primero en desarrollar la toxicología. Pinel y Esquirol fundaron en Francia la Psiquiatría forense. Tardieu y Brouardel fueron los máximos exponentes de la Medicina Legal en el siglo XIX. También pertenecen a esta época, figuras como Thoinot, Lacasagne, Baltharzar y el profesor Icard (de Marsella).
La Sociedad de Medicina Legal es el Cuerpo de más alta especialidad como órgano oficial de la colectividad francesa, y como el organismo que realiza los congresos de Medicina Legal en lengua francesa. Lombroso, en Italia, fundó en 1880 su famoso Anuario de Antropología Criminal, Psiquiatría y Medicina Legal, al servicio del estudio del hombre delincuente, y fungió como el órgano oficial de la Sociedad Italiana de Medicina Legal. En España, la medicina legal empieza a partir de Juan Fragoso, desde 1601. En el año de 1843 se crea la Cátedra de Medicina Legal confiada a Pedro Mata. Se destacan los nombres de Antonio Lecha Marzo, de Antonio Piga y de José Antonio Gisbert Calbuig.
En 1821, la Universidad de Buenos Aires creó la cátedra de medicina legal. Hacia 1924, llega el profesor Nerio Rojas quien hizo muchas transformaciones en la cátedra de medicina legal y fundó desde 1931 Los Archivos de Medicina Legal. Es autor del Tratado titulado Medicina Legal, que ha tenido varias ediciones. A él se le debe haber organizado los primeros estudios para otorgar de diplomas a los médicos legistas. En el campo de la psiquiatría, en 1902, José Ingenieros, psiquiatra, alienista, positivista, filósofo social, fundó los Archivos de Criminología, Psiquiatría y Medicina Legal, y en 1907, creó el Instituto de Criminología de Buenos Aires (el primero en América Latina). Desde 1928 funciona la Sociedad de Medicina Legal y Toxicología en Buenos Aires.
En Brasil el peritazgo se oficializó en el año de 1886. En 1933, empezó la enseñanza de esta disciplina se organizaron los servicios medicolegales y se creó el Consejo Médico-forense.
En Cuba, en 1842, la Universidad de La Habana creó la cátedra de Medicina Legal, inaugurada por el profesor José Lister Contraverde. Después vendrán dos maestros, profundos intelectuales del tramo: Ramón Manuel Zambrano y Valdés, e Israel Castellanos. La Sociedad de Medicina Legal de Cuba se fundó, más o menos, por los años de 1950. Tuvo una Revista que fue su órgano más importante y que fue dirigida por las personalidades Antonio Barreras Fernández y Manuel Barroso Monasque.
Casi todas las personalidades que he tenido a bien mencionar y otras que aún no he mencionado todas han sido Miembros correspondientes de la Sociedad de Medicina Legal de Francia. Son muchos los aspectos que se requieren antes de hablar de formar una Sociedad, sería prudente y pertinaz asumir una actitud adecuada con relación a todos los problemas planteados. Me molesta aceptar que nuestra medicina legal aun carece de identidad, de carácter y de conciencia.