Equilibrar las cuentas del Estado sólo puede hacerse de dos maneras: la primera, muy obvia, gastando menos; la segunda, muy dura, aumentando los impuestos que pagamos los ya muy castigados ciudadanos. Un tercer camino es el del endeudamiento con el exterior, que además de postergar las soluciones auténticas, supera el tope impuesto para este año por el Fondo Monetario Internacional (FMI), y nos situaría en niveles peligrosamente altos.
No es este el mejor momento para señalar a los responsables de ese gastar más de lo que se tiene. Este es el momento de colaborar todos en la mejor manera de resolver el grave problema en el que estamos inmersos.
Es la hora de que el sistema político luche por conciliar sus diferencias respecto a los caminos que es necesario recorrer para enfrentar el déficit del Estado en un contexto social y económico que abruma a la población y no es posible continuar con esta situación.
El Gobierno tiene que reconocer que en lo que refiere a reducir los gastos del Estado, aún no se han encarado medidas profundas, estructurales, como pueden ser una reducción del número de secretarias; o aprovechar la reforma de la Constitución para reducir de algunas instancias, empezando por las peor administradas; o, ¿porqué no? reducción de cargos legislativos, sustituyendo las dos cámaras actuales, sin mayor fundamento republicano, por un sistema unicameral, más práctico, igualitario y democrático.
¿Cómo conciliar esto con una imagen de sobriedad republicana, acorde a la gravedad de la crisis que vivimos?
Si hacemos un balance de la situación del Estado y de los remedios de que se hablan para reducir el déficit nos encontramos que estos poderes a que nos referimos se opondrían a realizar estos cambios.
En los próximos días el proyecto de reforma o rectificacion fiscal como lo llama el Gobierno, podría ser analizado en el Congreso, en el cual los votos de la bancada del Gobierno, le aseguran una pronta sanción.
Ya hemos dicho y reiterado que el sistema político se enfrenta a un momento histórico.
Los dominicanos todos dependemos del acierto de las decisiones que se adopten en los próximos días, tendientes a resolver el grave problema del déficit fiscal que presentan las cuentas del Gobierno.
Es imperativo que el Gobierno estudie la posibilidad de mejorar la situación fiscal por vía de reducir drásticamente el gasto público. El gasto grande y el gasto chico superfluo y prescindible.
Sin el propósito de trazar pautas, porque entiendo que al presidente Leonel Fernández, quien obtuvo el voto mayoritario de la población hay que dejarlo que gobierne, pero me parece bien que se estudie la posibilidad de disminuir el número de embajadas, uso de vehículos oficiales, los viajes al exterior y los viáticos, así como que se controle el gasto en teléfonos celulares, compras o mal uso de las fotocopiadoras y otros útiles de oficina, porque creo que son más de fondo los ajustes que está necesitando estructura del Estado.
Esto constituiría un gran desafío para los políticos, pero también una gran oportunidad para realizar grandes cambios en beneficio del país y de su gente.
¿Cómo conciliar esto con el esfuerzo de austeridad que procura plasmar el Gobierno?