Este diario considera legítimas las quejas y protestas que se organicen contra los intentos de imponer una nueva reforma fiscal, pero entiende que la convocatoria a una huelga nacional para los días 16 y 17 de este mes por ese motivo nada aportaría a los deseos de la población de hacer que el gobierno eche hacia atrás sus planes. La protesta del ciudadano o ciudadana es un acto legítimo. Es un derecho del gobernando para hacer saber al gobernante su opinión sobre un acto que le afecta. Una huelga nacional se entiende como el final de una jornada de lucha, no el principio.
A quien más podría favorecer el llamado a huelga es al propio gobierno si la misma no tiene el apoyo necesario de la población. Y por lo regular, los llamados precipitados a este tipo de jornada terminan en fracaso.
A este diario le gustaría ver a grupos de ciudadanos y ciudadanas desfilar por el Congreso Nacional expresándose, no solo en contra de la reforma fiscal. También entiende que se debe respetar a aquellos que haciendo causa común con el gobierno entienden que la referida reforma es necesaria.
Convocados a jornadas cívicas, la población se iría integrando y podría alcanzar el grado de torrente popular, ante el cual las autoridades no podrían hacerse de la vista gorda.
Pero la huelga nacional no sería otra cosa que en final de lo que debiera ser el principio, y daría al gobierno argumentos, y no se sabe si hasta pretexto, para parar el movimiento social de oposición a los planes oficiales de imponerle nuevos gravámenes a la población.