WASHINGTON, 9 nov (IPS) – Uruguay se anotó esta semana en una creciente lista de países en desarrollo que tomaron la decisión de cancelar anticipadamente sus deudas con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y no pedirle nuevos préstamos. El ministro de Economía y Finanzas uruguayo Danilo Astori anunció el miércoles que Montevideo pagará en los próximos días su deuda de 1.080 millones de dólares al organismo multilateral, cancelando así un acuerdo "stand by" que debía expirar en 2008.
Brasil, Argentina, Rusia e Indonesia habían tomado decisiones similares, despertando la inquietud de las naciones ricas que dominan la junta del Fondo por la pérdida de utilidad de su principal herramienta para influenciar política y económicamente a los países del Sur en desarrollo.
Los gobiernos que pusieron fin a su calidad de deudores del FMI coincidieron en afirmar que el organismo utiliza sus préstamos como vehículo para entrometerse en las políticas económicas nacionales y señalaron que los consejos que recibieron no siempre beneficiaron a sus pueblos.
Sin embargo, el director gerente del FMI, Rodrigo Rato, le puso buena cara a la novedad. "Nos alegramos por la decisión de Uruguay de pagar sus obligaciones pendientes con el Fondo. Esta decisión refleja la rápida recuperación del país de la crisis (de 2002), apoyado por la comunidad internacional y el Fondo, así como por haber recobrado el acceso a los mercados internacionales de capital", dijo Rato en una declaración.
De esta manera, Rato dio a entender así que el organismo había jugado un papel clave en la recuperación de ese país sudamericano.
El funcionario subrayó que las sanas políticas de administración macroeconómica aplicadas por Uruguay proveyeron la base para la consolidación de la confianza del mercado, los fuertes resultados económicos y un mejor perfil de la deuda pública.
Según el cronograma original, el pago final de los créditos pendientes debía realizarse en 2010.
Analistas y activistas afirman que el FMI es responsable de esta tendencia de naciones que se abstienen de renovar sus préstamos.
"Fundamentalmente, (la tendencia) responde a dos cosas: las onerosas condiciones del FMI y la completa pérdida de confianza en las políticas aconsejadas por el organismo", señaló Gail Hurley, de la organización internacional contra la deuda externa Eurodad.
Hurley señaló que, en el caso de Argentina, la propia evaluación interna del FMI admitió serios fracasos en el manejo de la crisis que llevó al colapso económico de ese país a fines de 2001, y reconoció que "el Fondo no tenía un plan B".
Los consejos del FMI a Buenos Aires sobre liberalización, devaluación, remoción de subsidios estatales clave y desmantelamiento de servicios sociales demostraron ser tan dañinos que muchos activistas responsabilizaron al organismo por el colapso y sostuvieron que la deuda de ese país era "ilegítima".
"Las políticas aconsejadas por el FMI en los últimos 25 años tuvieron un desastroso resultado y no sirvieron para aliviar la pobreza, sino que hicieron lo opuesto y aun agravaron la situación", dijo Hurley a IPS en un mensaje de correo electrónico.
"Los países de ingresos medios con capacidad de acción decidieron que quieren hacer su propia elección de políticas económicas internas, y nosotros apoyamos eso", añadió.
La deserción de algunos de sus principales clientes alarmó a varios altos funcionarios del FMI. En mayo, el Fondo acudió a algunas de las grandes luminarias económicas del mundo para solucionar una crisis presupuestal que pone en riesgo su papel como presunto arquitecto de la economía mundial.
La cancelación anticipada de deudas disminuye los ingresos del organismo y le priva de clientes, socavando su razón de ser ante los ojos de sus principales accionistas: Estados Unidos, los países europeos y Japón.
Durante sus reuniones anuales conjuntas con su institución hermana, el Banco Mundial, celebradas en septiembre en Singapur, el Fondo recibió una serie de llamados para adoptar cambios en su estructura de gobierno y darle mayor voz a las naciones en desarrollo.
Rato anunció planes para aumentar los votos correspondientes a economías emergentes como China, México, Turquía y Corea del Sur. Pero decenas de naciones de bajos ingresos protestaron por haber sido excluidas de ese arreglo.
El Fondo busca ahora maneras para sostener su influencia en países pobres con poco acceso a los mercados internacionales de capital y que por tanto todavía necesitan la financiación del FMI.
Pero, a pesar de los febriles intentos del Fondo para seguir siendo relevante, más países pueden tomar la ruta de Uruguay.
"El Fondo es víctima de su propio descalabro. En lugar de aprovechar esta circunstancia para revisar las onerosas condiciones que impone y efectuar una amplia reforma de su gobernanza interna para dar más voz a las naciones en desarrollo –y por tanto ganar legitimidad ante sus ojos–, sigue haciendo lo mismo de siempre", dijo Hurley.
"Sus últimas reformas en nombre de la gobernanza han fracasado miserablemente, pues no dieron más presencia a los países de bajos ingresos, en los que se siente con más fuerza el impacto de sus consejos políticos y de las obligaciones que impone", concluyó Hurley. (FIN/2006)