SANTIAGO.- Los vestigios del paro que se vivieron en las primeras horas de hoy en esta ciudad, como consecuencia de la paralización nacional anunciada por 48 horas, comenzó a disiparse de una forma tal, que ya a media mañana las labores públicas y privadas se desarrollaban con normalidad. Habitualmente, los santiaguenses se dirigen a los centros de trabajo promediando las 7:30 de la mañana pero, contrario a lo normal, hoy se notó poca gente en esos afanes, al igual que los vehículos del transporte público, cuya cantidad se apreciaba reducida de manera considerable.
La zona franca y el sector comercial del denominado “centro histórico” abrieron sus puertas temprano en la mañana, como de costumbre y, aunque la asistencia de empleados no fue total, a eso de las 10 todos estaban en sus lugares de trabajo.
Mientras tanto, se mantiene el intenso patrullaje policíaco-militar que, desde la noche de ayer, se observa en las principales calles y avenidas de esta ciudad, así como en puntos estratégicos, en aparente procura de repeler cualquier alteración del orden público.
El llamado a paro es en demanda de que se mejore el servicio energético, la falta de obras en las comunidades, aumento de salario para la población, entrada en vigencia del Seguro Familiar de Salud y la modificación de la Ley de Hidrocarburos, para que el gobierno no la maneje a su antojo.
DE LA ROSA Y CARPIO
Por otro lado, Monseñor Ramón Benito de la Rosa y Carpio, arzobispo de la arquidiócesis de Santiago de los Caballeros, consideró que el llamado a paro nacional no tendrá ningún resultado positivo para el país.
Asimismo, el también presidente de la Conferencia del Episcopado Dominicano dejó a los economistas nacionales, el análisis del discurso pronunciado el martes en la noche por el Presidente Leonel Fernández, en el que justificó la necesidad de llevar a cabo la rectificación fiscal.
Sobre el llamado a paro por dos días, a partir de hoy, el prelado católico dijo desconocer que una protesta de esa índole haya redundado en beneficio de la mayoría, por lo que planteó que se busquen otros métodos para que el pueblo muestre su descontento en un momento determinado.
De acuerdo a su criterio, en gran medida las paralizaciones nacionales no han conseguido sus objetivos, porque terminan siendo contaminadas con intereses distintos a los que son perseguidos, como son los políticos y económicos.
“Entonces –agregó de la Rosa y Carpio—habría que ver si los paros en la historia del país han dado resultado, por lo que llamar a una huelga es un asunto que hay que pensarlo muy bien y analizar si ese método es la mejor forma de una diferir de las autoridades gubernamentales”.