Hoy, por ser viernes, me permito pasar de la filosofía (nuestros comentarios no son más que eso, filosofía: intento de entender el sentido de los actos políticos, sociales y económicos de nuestra sociedad, algunos de los cuales son reseñados en la prensa), a la teología (que, para fines de este comentario, asumimos como el sentido en Dios de las cosas de este mundo, las cuales pasarán). “Todo reino dividido queda asolado. Y toda familia o ciudad dividida no podrá mantenerse en pie…”, expresó Jesús, el de Nazareth (Mt 12,25).
Sea cual fuese la versión de la Biblia que utilicemos, lo cierto es que la división genera destrucción. Se trate de división política, económica, social o familiar. Ejemplos sobran a montón.
Algunas veces hemos escuchado que tal grupo económico se dividió y que, contrario a lo que se pensaba, ambas partes se fortalecieron ¿Pueden imaginarse lo que hubiese sido ese grupo económico de haber logrado mantenerse unido, sumando sinergias, habilidades, visiones?
Otro ejemplo es el ejercicio huelgario como se ha vivido en República Dominicana en los últimos lustros. La “contundencia” de una huelga es medida, por algunos de sus organizadores, como la “magnitud” de la destrucción lograda, incluyendo destrucción de lo social.
En 1 Cor 1,13 Pablo se pregunta: “¿Acaso está dividido Cristo?”, según unas versiones, según otras: “¿Acaso ha sido dado en exclusiva”… Y a nosotros cabe preguntarnos hoy: ¿Acaso está dividido el Gobierno? Y nos referimos a temas importantes como el deseo de incrementar los impuestos, esbozados por el Presidente Leonel Fernández.
Algunos, como Miguel Guerrero, columnista de El Caribe, o Clave Digital en uno que otro de sus editoriales, han señalado las confrontaciones entre funcionarios como una debilidad que resta fortaleza al Gobierno. Críticos razonables, pero poco escuchados, puesto que algunos funcionarios del Gobierno insisten en sus prácticas de confrontaciones públicas, con dificultades, al parecer, de “lavar la ropa sucia en la propia casa”.
Un primer ejemplo. Se atribuye al Ministro de Finanzas, Vicente Bengoa, revelar “que la propuesta preparada por el gobierno es "a punta de revólver” por las presiones del Fondo Monetario Internacional, organismo que supuestamente quería que se gravara con el Itbis “hasta el aire” (Clave Digital). El editorial de Clave Digital reflexiona en esa dirección y añade: “Y peor es su declaración cuando afirma que “el Gobierno no está haciendo una reforma fiscal sino respondiendo a las presiones del Fondo Monetario Internacional” (Ver Clave Digital – editorial). Sin embargo, el Ministro convoca a la prensa para asegurar que fue una “total responsabilidad” del gobierno decidir el contenido del proyecto de rectificación fiscal, sin interferencia ni presión del Fondo Monetario Internacional (Ver Nuevo Diario).
Un segundo ejemplo. Es en Clave Digital donde se reseña con mayor claridad la confrontación entre el Ministro de Finanzas, Vicente Bengoa, y el Ministro Técnico de la Presidencia, Temistoclés Montás. “No se ponen de acuerdo”, reza el titular, lo cual no es un hecho extraordinario ni preocupante, porque los desacuerdos son parte de la construcción del conocimiento, pero si es preocupante que uno de los espacios de debate de esos desacuerdos lo sean los medios de comunicación.
Al parecer, Montás habló de impuestos improcedentes, abriendo la posibilidad de modificaciones a la propuesta de incremento de impuestos presentada por el Presidente Fernández. Bengoa señala que no habrá modificaciones y que no hay impuestos improcedentes lo cual, asegura, “no es correcto, aunque lo diga Jesucristo".
Colocar a Jesús, el de Nazareth, como referencia es asumir que su verdad es absoluta, sin posibilidad de equivocación ni lógica ni de hecho.
Casa dividida. En confrontación pública. Con acusaciones hacia si misma.
Pablo, en su carta a Tito, da un consejo sobre cómo solucionar el problema de la división: “Al hombre que causa divisiones, después de una y otra amonestación, deséchalo” (Tit 3,10).
No sabemos si este debería ser el camino que tome el Presidente Fernández, pero si creemos que esta es una situación que el Presidente Fernández, como cabeza de esa casa, debería subsanar. Su silencio puede indicar una concepción sobre el debate, como puede también indicar debilidad, soledad hemos dicho en otras ocasiones. Toca al Presidente Fernández tomar consejo y decidir qué hacer… pero su reino –el Gobierno- no debería seguir dividido…
Milton Tejada C.