Existe un nombre en la historia de la humanidad, que estará sin duda alguna ligado de manera imperecedera a la lucha por la transformación, la redención, la solidaridad y la mejoría de la calidad de vida de los pobres en el mundo.
Probablemente muchos de ellos no lleguen a conocerlo, ni siquiera escuchen hablar de él. Muchos jamás siquiera se enterarán que existió un hombre que supo poner toda su pasión, toda su fe, todo su empeño, todas sus fuerzas y esperanzas, en una visión que inició con apenas 27 dólares, pero con el que con el paso del tiempo "transformó el mundo". Pues lo que Yunus empezó con cuarenta y dos personas como una iniciativa para dar respuesta inmediata a la especulación de los altos intereses de los prestamista, al problema del hambre, el desempleo y la generación de ingresos por cuenta propia, hoy día ha llegado a ser uno de los programas más efectivos y exitosos en la lucha por la erradicación de la pobreza.
¿Quién podría imaginarse, que en la ciudad de Bangladesh, por allá por el año 1974, un hombre había sido graduado en una universidad prestigiosa norteamericana, un día cualquiera en que abandonaba como de costumbre su confortable salón de clases donde impartía cátedras de economía, sería confrontado con una realidad que le impactaría de una manera tan dolorosa pero a la vez, tan vergonzosa y desafiante que, asumido el reto, cambiaría radicalmente su vida, y la de muchos otros alrededor del mundo?
Ese nombre es Muhammad Yunus. Y es el hombre que recién acaba de ser galardonado con el Premio Nóbel de la Paz, correspondiente al año 2006, por sus aportes en la búsqueda de nuevas alternativas para ponerle freno a la pobreza y que a su vez proporcionen cierto alivio al duro cuadro de la realidad que a diario protagonizan los más desafortunados del planeta.
Muhammad Yunus es el nombre que nos atrevemos a asegurar que estará por siempre ligado a las causas más justas cuando de los pobres se trate. Este es el hombre que un día, contra todo pronóstico, contra toda probabilidad de éxito, contra toda intención persuasiva para que desistiera de su alocada decisión y de sus planes, se atrevió a creer y confiar en los pobres. Se atrevió a abogar por ellos. Se atrevió a exigir la reivindicación de su condición humana, de su dignidad, de sus derechos; de sus más intrínsecos valores, sin eufemismo pero con carácter y firme voluntad.
Desde el inicio de su proyecto, Yunus tuvo claro que los pobres "son buena paga", y por eso basamentó sus programas en facilitar créditos sin requerir garantías colaterales y sin papeleo, no exigiéndole a los interesados otra condición más que su misma condición de pobreza. Es decir, según la metodología empleada por Yunus no tener garantías y ser realmente pobre es lo que hace elegibles a las personas para que se le otorgue un crédito. La propuesta de Yunus en su momento resultó tan contradictoria que todavía hoy muchos no terminan de entenderla.
Yunus se ha ocupado de alzar su voz en los distintos foros y congresos donde ha tenido la oportunidad de presentarse, para exigir el respecto del cual entiende los pobres son merecedores, pero que, sin ninguna compasión les ha sido desconocido y vilmente negado, enseñando con dicha actitud a quienes han vivido de espaldas a la realidad de la pobreza, que la pérdida de derechos no viene dada por la condición de ser pobre. Y es por ello que hoy por hoy, su gran lección al mundo ha sido, demostrar que los pobres no necesitan que se les compadezca, sino que se les trate con justicia social y que se les den las herramientas y la oportunidad de trabajar y ser productivos, como de hecho lo son. Esto es todo lo que necesitan.
Y ahí está uno de los grandes aportes de Yunus, pues no fue que sólo se atrevió a confiar y creer en los pobres, sino que fue capaz de ver el potencial de esta clase trabajadora, más allá de toda limitante como había sido hasta entonces, por parte de los especialistas en ciencias económicas, sociales y políticas.
Haciendo una brevísima comparación entre Carlos Marx y Muhammad Yunus, podemos decir que ambos reconocen que los pobres están privados de los medios de producción, lo cual le impide generar ingresos y garantizarse por esta vía una mejor calidad de vida. La diferencia entre Marx y Yunus es que el primero ve en los pobres, una masa irredenta, enajenada, explotada de manera inmisericorde por el dueño del capital, y para la que no visualiza otra salida que la confrontación social y política. En tanto que el segundo ve en los pobres una clase ciertamente explotada pero con un potencial increíble y unas habilidades creativas inmensas para autodesarrollarse y generar ingresos a partir de si misma, en otras palabras, para Yunus, el capital social es lo más importante, siendo posible que por esta vía las personas de bajos ingresos lleguen a romper el círculo de la pobreza y alcanzar un nivel de autorrealización que le permita llevar una vida acorde con los estándares del bienestar humano.