Tendrá que ocurrir un aborto de esos que arrastran con la vida de la madre y la criatura, para que Danilo Medina no llegue a la Presidencia de la República Dominicana. Lo será oportunamente, más temprano que tarde conforme se desarrollan los acontecimientos políticos en el país. De eso están convencidos sus partidarios y los que oponiéndosele, lucharán a brazos partidos y pactaran hasta con los demonios para tratar de evitarlo Ahora bien: lo que menos deberían estar asumiendo posturas de incomodidad para el gobierno y para el Presidente de la República, son sus primeros aliados del Partido de la Liberación Dominicana. Descarto de cuajo y lo atribuyo al morbo político, más que a las especulaciones, que la renuncia de Danilo de la Secretaría de la Presidencia obedezca a un supuesto plan gubernamental para distraer la atención ciudadana de los defectos del proyecto de reforma de rectificación fiscal en camino. Y estimo inoportuna su partida y la de algunos de sus partidarios en un momento en que lo que más necesita el gobierno del PLD, y en particular, el compañero y el amigo que lo es el Presidente Fernández, es solidaridad y apoyo. Debe sentirse muy incómodo el mandatario (y ¡oh Ala! me equivoque), no sólo por la percepción natural que se hace la gente de la renuncia de Danilo, sino, porque ello ha dado argumento a la oposición y a los tradicionales francotiradores de la política, para conjeturar sobre la mil una causas del fenómeno, siempre en la vía contraria de los intereses de la casa de gobierno. Se ha desatado toda una casería especulativa y entre las cosas que se dicen está la de que ni siquiera un sector importante de los compañeros y aliados del gobierno, como lo sería la corriente que orienta el propio Danilo, están de acuerdo con las nuevas medidas fiscales que en los próximos días deberán llegar al Congreso para su aprobación o rechazo. Pienso que eso de estar jugando a la lealtad y al apego incondicional al líder o jefe político, sin importar el impacto negativo que ello puede generar en la otra parte del mismo frente partidario, vale decir, del compañero, el amigo y por demás el Presidente del gobierno y del propio partido, puede lucirle a gente de cualquiera de las otras entidades políticas, menos a los peledeìstas. Aún no lo sea ni haya intenciones de hacerlo, eso se está viendo como un juego pesado contra el gobierno, cuyos efectos ulteriores podrían parecerse por el momento a la punta del Iceberg y mañana transformarse en los mismos efectos destructores que en 1912 destruyeron al Titanic. Como diría Juan Bosch si estuviera vivo: eso es lo más importante que no se ve y que lleva a mucha gente a cegarse. Se puede ser muy preparado, ecuánime e inteligente. Roberto Rodríguez Marchena parece serlo y lo demostró en su calidad de portavoz de del gobierno. Pero con su renuncia, después de la de Danilo Medina, mediante la carta que publican los medios de prensa, demostró ser más locuaz que elocuente. Nada bueno para el gobierno del que dice ser defensor y doliente, ni para él, al margen de los elogios que se ha grajeado, todos venidos de los sectores críticos antigubernamentales, que de paso, adelantan nuevas renuncias para las próximas horas de importantes funcionarios que son a la vez partidarios del licenciado Danilo Medina. El plan es, según las voces agoreras, ponerse donde el futuro Presidente de la República los veas, aunque ello no tome en cuenta los sentimientos del Presidente actual, y mucho menos, (que es lo más significativo para los peledeìstas que aspiran a mantenerse en el poder) la suerte de su presente gobierno. Nuevas renuncias en las actuales circunstancias no son buenas consejeras y ensombrecen los augurios. Y un hombre desprendido, audaz y visionario como Danilo Medina; un dirigente político batallador y auténtico, un peledeìsta de toda la vida, sencillo, modesto y solidario, debe tomar eso muy en cuenta. Ponerlo en su agenda. Tiene él, Danilo Medina, en calidad de relevo a la vista de Leonel Fernández en la Presidencia de la República, la última palabra.