Leonel Fernández ha vuelto a fracasar en el ejercicio de sus funciones de presidente de la República El pueblo que lo eligió con un 57% de los votos está cada vez más arrepentido de haber depositado su confianza en un hombre que no tiene capacidad para gobernar un país con tantos problemas como el nuestro.
El doctor Fernández no tiene condiciones para dirigir los destinos de la nación. Le falta capacidad gerencial, don de mando, conocimiento de la realidad nacional, vocación de servicio, sentido práctico, espíritu de sacrificio, manejo político de las cosas del Estado que le permitan un equilibro democrático que garanticen la gobernabilidad.
Pasaron los primeros cien días de gobierno sin pena ni gloria. Ni fu, ni fa.
El primer año de gobierno fue un desastre. El economista Carlos Despradel vaticinó que "el mejor año del gobierno había pasado". Sus palabras fueron proféticas.
El segundo año de gestión no pudo ser peor. Sin ton ni son.
Para "ganar" las elecciones congresuales y municipales de mayo pasado tuvo que gastar cinco mil millones de pesos, comprar votos, lo cual no se vio durante las elecciones de medio tiempo del presidente Hipólito Mejía que ganó 29 senadores de 32 y 115 ayuntamientos con la mayoría de los regidores.
El presidente Fernández va para su tercer año de mandato y la tendencia no puede ser más desalentadora en materia económica, política y social. El país se derrumba.
La crisis económica se agravará con los nuevos impuestos, la eliminación de los subsidios al gas licuado de petróleo, a la energía eléctrica, la quiebra del aparato productivo, la entrada en vigencia del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Centroamérica, el déficit cuasi fiscal, el aumento del desempleo, el incremento del costo de la vida, el aumento desmedido de la deuda externa, y el metro cuyo costo final no lo sabe absolutamente nadie. Todo eso en medio de los mayores escándalos de corrupción que jamás se hayan visto.
Esa crisis económica se transformará en una crisis política y social que pondrá en riesgo la gobernabilidad con el incremento de las protestas populares en todo el país.
El presidente Fernández torpemente va rompiendo con sus bases de sustentación, con lo cual se va aislando cada día más. Por el camino que va el presidente se quedará literalmente solo.
La renuncia de Danilo Medina como secretario de la presidencia sella una ruptura que tendrá consecuencias políticas negativas. Junto con Medina se marchará una buena parte del gobierno. No sólo se divide el gobierno, también se divide el partido de gobierno. ¡Hasta las bocinas se han dividido!
Los sectores económicos que le sirvieron de apoyo al presidente Fernández durante la campaña electoral, los que aportaron sus recursos para llevarlo nuevamente al poder no están contentos con la tercera reforma fiscal. Por el contrario, están con el grito al cielo y dispuestos a sumarse a la oposición, financiándola si es preciso, como lo hicieron para sacar del poder a Hipólito Mejía.
Sin base política ni económica el presidente Fernández no va para ningún lado. No podrá continuar con el proyecto reelecccionista. Y si lo hace también fracasará. No hay, al día de hoy, ningún elemento de análisis a favor del presidente Fernández El gobierno es un desastre. El fracaso no ha podido ser mayor. Estamos en navidad, pero nadie lo sabe. Es un secreto bien guardado. Las tiendas están virtualmente vacías.
A casi tres años de gobierno vamos de mal en peor. El gobierno no puede mostrar sus obras, porque no existen. Por el contrario, el sistema eléctrico se ha desplomado, el sistema educativo está en crisis al igual que el sistema de salud. No hay un área fundamental donde las autoridades puedan exhibir avances significativos.
El gobierno sólo es exitoso en los periódicos, en la radio y la televisión donde habitan las bocinas que han recibido, en justa recompensa, como pago por su magnifico trabajo, miles de millones de pesos en éstos casi tres años de gestión morada.
Hipólito Mejía no fracasó como presidente de la República, independientemente de los errores que cometió, que no fueron pocos. El gobierno de Hipólito fue embestido por la quiebra fraudulenta de la banca privada que le costó al país más del 20 por ciento de su Producto Interno Bruto, por los actos de terror del once de septiembre que significaron unos dos mil millones de dólares, por los altos precios internacionales del petróleo, por las guerras de Estados Unidos contra Afganistán e Iraq, entre otros factores relevantes.
Esos factores no han determinado el fracaso del gobierno de Leonel Fernández. Por el contrario, este gobierno ha navegado libremente con el apoyo hasta de la oposición que durante dos años le aprobó dos reformas fiscales y miles de millones de dólares en préstamos internacionales que nadie sabe en que han sido gastados. Y sin embargo, el gobierno ha sido un tollo, un total y absoluto fracaso.
Otra vez Leonel Fernández y el PLD han defraudado al pueblo dominicano.