No por casualidad de un tiempo a esta parte, frente al auge que ha ganado el problema de la agudización de la pobreza en el mundo, muchas instituciones de desarrollo están implantando las más variadas estrategias, así como los más innovadores programas, con el fin de detener la pobreza y revertir sus efectos, ya que esta, de un modo desafiante, galopante y veloz venía ganado terreno, casi de manera incontrolable. No cabe dudas que de dichos programas y estrategias, uno de los más eficaces y exitosos ha sido el microcrédito, quien en los actuales momentos está logrando un impacto extraordinario en el ataque a la pobreza, por cuanto representa la vía más idónea para contrarrestar y disminuir el desempleo y en ese mismo orden aumentar la generación de ingresos a nivel familiar.
De hecho, el creador de la escuela del microcrédito, Muhammad Yunus, fue reconocido recientemente por la academia sueca con la concesión del Premio Nóbel de la Paz, por su innegable contribución al desarrollo, específicamente dentro del campo de la economía informal y las microfinanzas, en lo que se ha entendido como un claro reconocimiento al impacto que este modelo de acción ha logrado a favor de las miles de personas que se encuentran por debajo de la línea de la pobreza extrema o muy cerca de ella.
Es así que el microcrédito ha venido a contribuir enormemente para que personas que hasta hace poco vivían atrapadas en una red involutiva y de permanente desesperanza, hoy por hoy, dispongan de los medios para ganarse el sustento de sus familias dignamente, pudiendo por demás, liberarse de las ataduras de los altos intereses a que eran sometidas por los prestamistas inescrupulosos, logrando de este modo poder estar en condiciones de satisfacer sus necesidades de vida más básicas.
Desde que el microcrédito inició sus primeras operaciones, millones de personas en distintas partes del mundo han sido partícipes de sus beneficios, esto así, por cuanto han sabido aprovechar de un modo racional y consciente todas las ventajas y facilidades para la productividad, el crecimiento, el ahorro, la administración y gerencia de pequeños negocios, así como, el desarrollo de la cultura microempresarial que tanto hace falta y que algunas instituciones microfinancieras incluyen como parte de los servicios que componen sus programas de microcrédito.
Se estima que cerca de la mitad de las personas que ha hecho uso del microcrédito de manera sostenida, ha superado la línea de la pobreza. De modo que, gracias al microcrédito, miles de familias alrededor del mundo, están siendo afectadas positivamente y hoy día pueden darle una mejor educación a sus hijos, pueden alimentarlos mejor, proveerles cuidados de salud adecuados y a tiempo, así como, mejorar significativamente la calidad de vida en el hogar entre otros múltiples aspectos.
De acuerdo con lo dicho anteriormente, podemos pues afirmar con toda seguridad, que estas familias tienen ya garantizado el que la próxima generación no crezca en un ambiente de pobreza extrema, sino que, por el contrario, las condiciones están dadas para que esta inicie el progresivo ascenso que en lo adelante le permitirá abandonar el circulo vicioso de la pobreza e insertarse con éxito en el circulo virtuoso del desarrollo, el bienestar y el progreso.