Columnistas

De plagios y escribas de Tronio en la literatura dominicana.

De la mano de nuevos cronistas, traductores e iluminados al estilo monjes seglares y copistas del Medioevo, el plagio debió estar muy arraigado en Hispanoamérica, cuando una mujer como la dominicana Abigail Mejìa (1895-1941) se aventuró a denunciar que parte de una obra dada a conocer en 1929 en Cuba, era un plagio de otra que había escrito su padre Juan Tomás Mejìa y Cotes (1843-1919). Se trataba de la traducción de los cuatro primeros tomos de "L’Histoire de l’Isle Espagnole de Saint-Domingue del padre Pierre François Xavier de Charlevoix ( 1682-1761), publicada en París en 1730, sobre lo cual había trabajado también el padre de Abigail, labor que dejó patentizada en la revista dominicana Letras y Ciencias (1892-18980 que dirigía Federico Henríquez y Carvajal (1848-1952). La parte que Abigail consideraba plagiada tenía que ver con el "Descubrimiento de Colón y las primeras etapas de la Conquista ", que a su juicio aparecieron incluida en una "Historia de la Isla y Catedral de Cuba", publicada nada más que por la Academia de la Historia de aquella isla. ¿Y qué resulta? Bueno, que la obra publicada en Cuba pertenecía a Pedro Agustín Morell de Santa Cruz ya fallecido para la época y casi un siglo más viejo que el padre de la dominicana, importante figura que llegó a Secretario de Educación y a presidir la Suprema Corte de Justicia durante los años difíciles de la llamada Tercera Republica. A Morel de Santa Cruz (1694-1768), que no era un santo a pesar de haber sido obispo, se le consideró como uno de los pioneros de la traducción de literatura europea en Cuba, (uno de los primeros en América) y cuando por primera vez aparece su obra publicada de manera póstuma, ya Mejia y Cotes, nacido en San Carlos de Santo Domingo, pero perteneciente a una troncal familia de Bayaguana, también había fallecido.

De Abigail, quien fuera la madre del poeta Abel Fernández Mejía (1931-1997), se sabe que se graduó de Maestra Normal de Segunda Enseñanza en Barcelona, España, en 1912. En 1925 regresó al país, donde desarrolló una importante labor como profesora, escritora y activista del feminismo, al tiempo que colaboraba con una serie de revistas locales y desarrollaba su trabajo creativo. Narradora, educadora, historiadora de la literatura y crítica literaria, vivió en una época difícil para la mujer dominicana, en especial para la mujer creadora o pensante. "Un período de fuerte impronta patriarcal en el que se sucedieron, con breves respiros democráticos, la dictadura lilisista, las insurrecciones, la ocupación extranjera y el totalitarismo trujillista", pero a pesar de ello, Ana Emilia Abigail Mejía Soliere, que era su nombre completo, tuvo el privilegio, gracias a los esfuerzos de su padre de educarse en España y establecer contacto con el medio intelectual y literario barcelonés, lleno de estímulos para alguien de su sensibilidad y su talento. También tuvo el coraje, una vez en su patria, de desarrollar una encomiable labor de investigación y publicaciones, así como en defensa de los derechos de la mujer.

Con sólo leer los títulos de sus libros : "Sueña, Pilarín…", (Novela, 1925); "Historia de la literatura castellana" (1929); "Historia de la literatura dominicana" (1937); "Brotes de la raza", (1926), e "Ideario feminista" (1933) , "advertimos que la hermana de Félix Evaristo Mejia, abarcó numerosos aspectos, pero al leerlos sabemos que a veces no pudo profundizar en ciertos temas que abordó". Muchas de sus obras, reunidas por la Secretaría de Estado Educación (SEE) en el centenario de su nacimiento, revelan la vivacidad de sus ideas, su inquietud existencial y su permanente interés en poner de relieve la contribución de la mujer a la cultura nacional. De manera, que todo lo que hiciera Abigail Mejía transcendía en la sociedad de la época. Por ello, fueron muy comentadas sus imputaciones cuando declaró que su padre había sido víctima de plagio, en una acusación, si se quiere indirecta que carecía de sentido. Max Henríquez Ureña (1885-1968) opina, en su Panorama Histórico de la Literatura Cubana que Abigail Mejía, una crítica bien acreditada y no acostumbrada a perder la compostura, parece que se dejo llevar por el tremendo amor que sentía por su padre, cuya muerte la había impactado, y por ello, obnubilada por le emoción, acusó en tan fuertes términos, "acusación probablemente injusta, toda vez que Charlevoix era demasiado conocido desde época para que Morell de Santa Cruz intentase impunemente el plagio" .

DE LOCKWARD A PEDRO CARO.- Un antecedente del pasado cercano fue el que afectó al periodista y hoy diputado Pedro Caro (con nombre de marqués español que actuó durante las guerras napoleónicas), porque supuestamente copió los versos de un poeta chino. Caro perteneció a la generación de escritores dominicanos del 61, junto a figuras tan importantes como René del Risco y Bermúdez ( (1937-1972)., Miguel Alfonseca (1942-1994), Antonio Lockward (1943), Jeannette Millar (1944-), Juan José Ayuso (1940) , Grace Goiscou, Enriquillo Sánchez (1947-2004) y el haitiano Jacques Viau, Renaud (1942-1965 que moriría luego en la guerra patria de abril del 65 defendiendo la soberanía dominicana. El grueso de ellos se hizo compromisario de aquella causa como el mismo Caro que luego en "Conocimiento de la Ciudad", escribió: "La conocieron después de los escombros./ Por el hijo que estuvo. /Y no aparece./ Por la sangre que tiñe las aceras. / Por el intenso olor a pólvora quemada./ Poemarios suyos fueron "Nuevo canto" (1968), "Asombro de la muerte" (l969) y "Del diario acontecer" (1972).

Después de abril algunos de aquellos poetas postrujillistas fallecieron, como Del Risco y Alfonseca, mientras otros fueron "abatidos" por la lucha ideológica que dio lugar a los grupos de la Post-guerra de "La Máscara, 1965″; "El Puño, 1965″; "La Isla, 1966″ y "La Antorcha, 1967″. Una parte abandonó aquel primer oficio, como fue el caso de Caro, quien tras su participación efímera en "La Isla", junto Antonio Lockward, Fernando Sánchez Martínez (1941), Wilfredo Lozano, Jimmy Sierra (1945), Andrés L. Mateo (1946), y José Rutinel Domínguez (1942), desapareció del mundo literario a mediados de los años 70, para dedicarse de lleno al periodismo, pero sobre todo, "después que Manuel Lockward, hermano de Antonio, tuvo la osadía de enseñarle un plagio" , "un plagio inexcusable, sin duda, a pesar de los motivos razonablemente románticos que alegó el usurpador que con su acto traicionó el noble oficio creativo", como lo ha calificado Miguel D. Mena (1961).

EL ESCRIBA DE ALMOINA.- Un caso archifamoso, pero al revés, es el de José Almoina , un exiliado español que se la ingenió para llegar a ser secretario personal del tirano Trujillo. Con ese mismo título escribiría luego un libro en Argentina, antes de ser asesinado por esbirros de la tiranía en México, en 1960. A Almoina se le atribuye haber servido de "negro" y o "escriba de Tronio" a la esposa de sátrapa, María Martínez de Trujillo "La españolita"" , para quien habría escrito dos obras que fueron "best sellers", durante la era, como fueron "Falsa amistad" y "Meditaciones morales". Un libro que se le atribuye a Almoina y que se vende en las librerías dominicanas es "Una satrapía en el Caribe", cuyo contenido, hecho público póstumamente, parece haber sido la causa de su asesinato. Allí, Almoina sostiene que Trujillo era bisexual asunto todavía pendiente que yo no descarto y que de demostrarse agregaría otro elemento a las perversidades y depravaciones del tirano.

DE BALAGUER A BOSCH.- Una acusación no menos polémica fue la que le hizo el ex-presidente Balaguer (1906-2002) al célebre escritor norteamericano Ernesto Heminguay (1899-1961) en el año 1982, en la desaparecida Revista Letra Grande. Según Balaguer, el autor de Fiesta, Adiós a las armas y Por quién doblan las campanas, que después del desencanto de la generación perdida pasó a una glorificación de la fuerza moral del hombre en Cuba, plagió nada menos que a Juan Bosch (1909-2001) considerado junto Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) las dos figuras más importantes de la intelectualidad dominicana. De acuerdo a Balaguer, la novela corta "El viejo y el mar", de Heminguay, escrita en 1952, es una especie de plagio de "Rumbo al puerto de origen" , de Bosch, acusación que además de crear revuelo (y en defensa de Heminguay), llevó a mucha gente a decir que con ello el Balaguer político más que el Balaguer escritor, buscaba congraciarse con Bosch y ganar su apoyo en un momento en que ambos coincidían en la oposición al PRD (Partido Revolucionario Dominicano). Bosch, oportunamente enarboló su típica honestidad y aclaró que el talento de Heminguay era insuperable y que lo que pudo existir entre "Rumbo al puerto de origen" , (escrito en los años 40s.) y "El viejo y el mar", es pura coincidencia, debido posiblemente, a que ambas obras fueron escritas en Cuba y estuvieron recreadas por las aguas caribeñas de la mayor de las Antillas. Heminguay, nacido en Illinois en 1899 y fallecido en Ketchum, Idaho en 1961, logró el Premio Nóbel en 1954, catapultado precisamente por El viejo y el mar, una obra que como muchas otras del mismo autor, fue llevada al cine y ha generado otras situaciones polémicas como aquella del trashumante escritor chileno Roberto Bolaño (1953-1003), quien atribuyó a su coterráneo Luis Sepúlveda (1949), haberla utilizado para lograr la suya: "Un viejo que leía historias de amor". Por lo tanto, para Bolaños, la novela de Sepúlveda, considerada un bestseller en Latinoamérica, era un plagio de " El viejo y el mar".

BOSCH ASUME SU DEFENSA.- Siguiendo con Bosch, hubo un caso sobre plagio en que éste asumió públicamente su propia defensa y se constituyó en parte civil. Ocurrió en el mes de abril de 1976, cuando acudió al programa Dimensión Femenina, que se pasaba por Color Visión. Allí, el prolijo escritor dominicano acusó al también dominicano Jimmy Sierra (1948), de haber utilizado los argumentos de un relato suyo, titulado "Luis pie", incluido en el libro "Cuento escritos en el exilio" para la realización de un documental, que a todas luces, según Bosch, era un plagio descarado. Alertaba a los escritores dominicanos (Bosch alerta a escritores ante piratería de libros. El Caribe, 12 de abril, 1976, p-22) sobre lo que definió como "piñata editorial" y "piratería de libros". Todos los autores del mundo deben hacer respetar sus derechos sobre la propiedad intelectual, porque él que no lo hace termina viendo su obra degenerada" convertida en un botín, expresaba Bosch, que en ese mismo año había obtenido el Premio Nacional de Literatura por su novela "El oro y la paz". Se lamentaba además de que otras obras suyas estaban siendo utilizadas y pirateadas dentro y fuera del país y citaba su ensayo " Trujillo, causa de una tiranía sin ejemplo", la cual fue pirateada en el Perú por un librero que según Bosch, le distorsionó el título, poniéndole "Trujillo, una dictadura sin ejemplo", haciendo recordar el plagio que cometió en ese mismo país, a principios del siglo XIX, el español Francisco Cavellos y Mesa (1786-1824) , quien tomó la obra Las Aventuras de Telemaque, (Libro de Fenelón) , novela pedagógica sobre la vida de Luis XIV (1638-1715), escrito por Francois de Salignac de la Mothe (1651-1715) y lo vendió como suyo con el título de Drama Histórico y Tragedia Político-Moral . La comparecencia de Bosch al programa fue del día 11 de abril, y 6 días después, justo el 17 de ese mismo mes, (Bosch plantea demanda contra el doctor Sierra. El Caribe, 17 de abril, 1976, p-2) se conocía una demanda interpuesta por el escritor y político contra Julio Samuel Sierra que es el nombre completo de "El teórico" , a quien acusaba formalmente de plagiarle el cuento "Luis Pie" para la realización de un cortometraje bajo el título de "Víacrucis". Bajo la acusación de violar la Ley 1,381, sobre Derecho de Autor de la época, la querella fue depositada en la Fiscalía del Distrito Nacional a través del abogado, (a la sazón alto dirigente del PLD), Julio Ibarra Ríos, actual juez de la Suprema Corte de Justicia. El entonces fiscal capitalino, Augusto César Canó González, dio curso a la demanda, remitiéndola a la Quinta Cámara Penal, cuyo juez titular Julio Ramírez Lamarche, la reenvió para el 20 de mayo, día en que los abogados de la defensa, Julio Aníbal Suárez, Orlando Rodríguez, Víctor Livio Cedeño y César Pina Toribio (actual alto dirigente del PLD), con incidentes sucesivos alegaron una supuesta persecución política de Bosch y sus seguidores contra Sierra, que para entonces era un antiboschista furibundo. Por tales motivos consideraron que el caso desbordaba los planos legales y que lejos de ser dilucidado en un tribunal, debía debatirse en los clubes y sindicatos que eran las instituciones autorizadas para establecer cuál de las partes enfrentadas tenía la razón, ya que el interdicto era en lo esencial de carácter político y cultural. La defensa aprovechó la polaridad ideológica de la época, para argumentar que en los países socialistas no existían leyes de Propiedad Intelectual y que lo que pretendían los boschistas era atentar contra la libertad de expresión y el derecho del pueblo a disfrutar de la cultura que era un patrimonio universal

BORGES Y MANUEL DEL CABRAL.- Todavía los amantes de la cultura dominicana no se reponen de la acusación, digamos, jocosa, que le hizo Manuel del Cabral (1907-1999) ( al argentino Jorge Luis Borges (1899-1986), varios años después de que el autor de "Compadre Mon" regresó de Buenos Aires , donde vivió y compartió con Pedro Henríquez Ureña (1884-1946) y donde se le recuerda y admira igual que en su propio país a través de una fundación que lleva su nombre. Para Del Cabral, el más inmortal de los vates dominicanos junto a Pedro Mi r(1913-2000) poemas suyos habrían sido "plagiados" por quien en vida, desde que quedara ciego en 1955, hasta su muerte en Ginebra en 1986, fuera un eterno candidato al Premio Nóbel de Literatura. Borges, que se inició a los ocho años como traductor de grandes clásicos desde el inglés al español, habiendo rescrito a Oscar Wilde (1796-1867), pudo haber sido el más genial de los inventores de personajes que parecían reales, como un Pierre Menard, el Inventor del Quijote, por ejemplo, pero nunca un plagiador, a pesar de Esteban Echeverría(1805-1851), el también escritor argentino, a quien, según las malas lenguas, Borges le habría plagiado su obra "El Matadero" Con una extensa y fecunda obra de índole filosófica, poética y narrativa, con relatos cortos y Ficciones, "caracterizados por el juego paradójico de la realidad y los símbolos", Borges, pudo ser un reaccionario condecorado por las satrapías sudamericanas y racista visceral hasta el colmo de decir que los negros no tienen memoria, pero es, sin lugar dudas, uno de los símbolos universales de la metáfora de la biblioteca, por lo que la acusación de Del Cabral debe asociarse a una de las tantas salidas chistosas que en los últimos años de su vida, tenía y recreaba nuestro gran poeta nacional, como aquella muchas veces repetidas mientras fisgoneaba las muchachas por la calle El Conde, "Las migueletas": ¡ ay, pero esto es un jardín!

LA FIESTA DE LIPE COLLADO.- A Mario Vargas Llosa (1936) por "La Fiesta del Chivo" con escenas reales y ficticias sobre Trujillo y su satrapita, le cayeron todos los palitos. Primero fue Felipe Collado, escritor y periodista dominicano, quien en el transcurso de la Quinta Feria Internacional del Libro, 2001, donde se puso a circular la obra del laureado escritor peruano, lo acusó de haber utilizado idea e imaginación de uno de los capítulos de su novela, " Después del Viento". Collado, quien como escritor logró notoriedad en el entorno urbano de Santo Domingo, con la publicación de un ensayo sobre el "Tïguere" Dominicano", afirmaba que el personaje de Alfredo Vergero, de su obra, es usado casi al calco por Vargas Llosa en la Fiesta del Chivo con el nombre de Urania Cabral. Y aunque no hablaba de plagio, amenazó con demandar a Vargas Llosa por daños y perjuicios, aclarando sin embargo, que con la acción no buscaría dinero, sino una reparación moral. "Le doy un mes a Vargas Llosa para que reconozca públicamente haber utilizado mi obra como instrumento para el argumento de la suya", puntualizaba Collado, quien es además profesor universitario en el área de redacción periodística. Collado ha escrito también varios libros sobre la era de Trujillo, entre ellos, Anécdotas y crueldades de Trujillo y El foro público de la era de Trujillo.. Ya antes, el también escritor y periodista dominicano recién fallecido, Ramón A. Font Bernard (1920-2006), un avezado conocedor de la Era de Trujillo, en la que participó como callado testigo de excepción, había cuestionado la originalidad de la Fiesta del Chivo, encontrando coincidencias con otra obra de carácter histórico sobre la época trujillista escrita por un extranjero. Y ha sido precisamente un extranjero, el corresponsal de la revista TIME, Bernard Diederich, el último que se quejó porque supuestamente Vargas Llosa incluyó, sin su consentimiento, elementos de su libro, Trujillo, la Muerte del Chivo, escrito en 1978. Diederich alegaba que su libro era el fruto de once años de investigación y que en la “Fiesta del Chivo”, de Vargas Llosa, se incluyen datos que sólo pueden haber salido del suyo. "Creo que Mario es un excelente novelista y admiro mucho su obra, pero estoy defendiendo mi trabajo de investigación y por eso estoy consultando a un abogado, expresaba el veterano periodista, quien se ha especializado en temas sobre Haití, México y República Dominicana. Diederich sostenía que La Fiesta del Chivo "contiene frases y párrafos similares y repite un error histórico" del libro La muerte del dictador, escrito por él en 1978 . Diederich escribió su libro cuando era corresponsal para México y el Caribe de Time, y se había desplazado a Santo Domingo poco después del asesinato del tirano, en mayo de 1961, para realizar -en palabras de Vargas Llosa- "un reportaje excepcional, que dio la primera versión completa de lo sucedido". En sus declaraciones a The Miami Herald, Diederich no aclaraba por qué hubo de esperar desde marzo de 2001, cuando se publicó La Fiesta del Chivo, para denunciar el presunto plagio y amenazar con una demanda. "Si me hubiera incluido en los créditos de la bibliografía, esto no habría pasado. Revelaré ante los tribunales los datos que, por ser erróneos, sólo han podido proceder de mi libro", afirmaba Diederich, que al momento en que esto se escribe, residía en el sur del Estado de Florida. Diederich aseguraba que el escritor peruano transcribió en la primera página de su novela parte de la letra de la canción " Mataron al Chivo", que él registró a su nombre en Santo Domingo, grabada a ritmo de merengue por varias orquestas y cuya autoría se le atribuye a más de un demandante. La novela de Vargas Llosa se incubó en 1975, tras pasar varios meses en la República Dominicana escuchando anécdotas, testimonios, leyendas y fábulas sobre la crueldad del sátrapa tropical, uno de los más sanguinarios en toda la historia de la humanidad. Desde esa época tuvo la idea de situar una ficción en ese contexto histórico, basándose sobre todo en la conspiración para matar a Trujillo. Aun siendo una versión más imaginaria que verídica, en el fondo de “La Fiesta del Chivo” subyace la verdad histórica de una sociedad bajo el yugo autoritario. Con su respuesta, el célebre autor de "Conversación en la Catedral" intentó matar todas esas acusaciones de un solo disparo, señalando que son absurdas y carentes de sinceridad. Decía llevar muchos años escribiendo sobre un oficio que ama como a su propia vida, y que ha dado prueba suficiente de imaginación y seriedad para no tener que plagiar a otros. Sin embargo, en una entrevista concedida en Chile, donde viajó para promover su novela, declaraba que "e gusta plagiar a todos los escritores que admiro, citando a Andrés Malraux(1901-1976) , Gustavo Flaubert (1821-1880) y Leon Tolstoi (1828-1910), entre otros. Sobre Lipe Collado, el también autor de la Ciudad y los Perros, señalaba que el escritor dominicano "no le parece muy serio y que muestra estar árido de publicidad". Y al referirse a Diederich, reconoce que su libro es un valioso documento histórico sobre la conspiración para ajusticiar a Trujillo el 30 de mayo de 1961. "Mi libro es una novela, no un libro histórico y he utilizado los datos históricos que están en los archivos de la República Dominicana para ambientarla. Es completamente absurdo que un dato histórico se convierta en derecho de propiedad de un autor", consideraba Vargas Llosa . Al escritor peruano, nacionalizado español, le resultaba muy extraño también que Diederich se queje porque en la primera página de la Fiesta del Chivo utilizó una estrofa del merengue "Mataron al Chivo", grabado originalmente en la voz del cantante dominicano Rafael Peguero, mejor conocido como el Negrito Macabí, con arreglo orquestal de Antonio Morel (1920) . Se sabe que las letras y la música del merengue son del músico español fallecido Balbino García (1900-1969), pero Diederich alegaba que tenía el tema registrado en República Dominicana, lo que a la luz de los derechos autorales genera cierta confusión y un potencial conflicto legal.. "Mataron al Chivo" vino a ser algo así como la celebración del ajusticiamiento del tirano y al mismo tiempo un desagravio del " Recogiendo Limosnas" de Luis Kalaf, que junto a los demás trescientos merengues de corte trujillista, junto al igual número de poemas laudatorios, siguen generando polémicas en República Dominicana. "Cualquiera que escriba no puede dejar de utilizar datos objetivos, pero de ahí a decir que yo he plagiado hay un salto dialéctico. El plagio tiene una connotación criminal", expresaba finalmente Vargas Llosa durante la presentación de su último libro, en el Miami – Dade Community College.

LA CRUZ DE ANDRES L. MATEO. El subtítulo guarda relación con el caso de “La cruz de San Andrés” en España” que hasta el día de su muerte le amargó la vida al premio Nóbel de ese país, Camilo José Cela (1916-2002) En el caso nuestro se relaciona.con uno de los más recientes impasse de denuncia de plagio, el que afectó a Andres L. Mateo (1946), sin dudas, uno de los más sólidos intelectuales dominicanos de los últimos tiempos. Conocido por su producción poética y su novela "La otra Penélope", Mateo irrumpió en el parnaso dominicano a mediados de los años 70s, con su poema "Portal de un mundo", que montaron muchos grupos de poesía coreada del país y recitadores particulares como Roberto Tavárez (1952), que lo llevó por todos los rincones dominicanos con aquella voz acaramelada en ristre, que lo hacía un declamador popular sui géneris. Al igual que Norberto James ( 1945) y Soledad Álvarez (1950), que pertenecían a su misma generación. Andrés L. Mateo viajó luego a Cuba, donde hizo un doctorado en letras, regresando a su país con el porte vocal del caballero hablante, Con la consagración le llegaron los reconocimientos y los galardones, incluyendo el Premio Nacional de Literatura 2003, en el género Ensayo, por su libro "Pedro Henríquez Ureña: Errancia y creación ", que no bien fue anunciado cuando ya los gatillos alegres de la crítica dominicana, lo consideraron como un plagio. La acusación injusta le vino porque Mateo utiliza de manera profusa diferentes fuentes, entre ellas, la monografía "Un Estudio sobre Pedro Henríquez Ureña en México", de Alfredo Roggiano, de la que toma numerosas citas. Uno de sus detractores, Odalís Pérez (no el pelotero) consideró que la obra de Mateo era innecesaria, porque lo dicho por él son repeticiones que ya había sido dichas por otros autores. Citaba a varios autores como Zuleta Alvarez, Enrique Krauze y al propio Roggiano, de los cuales, aseguraba, "Mateo toma datos y fotografías y los calca si aportar nada nuevo". "Sin querer queriendo" Pérez no cree que la obra de ateo sea un plagio. Sin embargo, afirma: "No diría eso, ya que esa palabra se presta a muchas interpretaciones. He demostrado que allí lo que ha y es una repetición de todo lo que anteriormente se ha escrito sobre don Pedro". Entre las poquísimas personas que se han atrevido defender públicamente a Mateo, figura Huayna Antonieta Jiménez R., quien en un artículo en el Listín Diario, del viernes 19 de marzo de 2004, titulado Andrés L. Mateo y su apología , consideraba que lo que hizo el galardonado fue lo normal que hace todo ensayista: " extraer citas de diversas fuentes bibliográficas como parte imprescindible de todo proceso de investigación". Al referirse al premio afirmaba, que como es habitual, el mismo ha despertado numerosas ronchas, protestas, " yo acuso", en fin, los resabidos "dimes y diretes". Tal parece que hay en nuestro país muy pocos premios, y demasiado ansias de reconocimiento. Y si es así, bien haríamos en emular a los gringos, quienes tienen premios para toda ocasión y oficio, para cada momento del día o del año, y hasta para cada grupo biológico". Para H. A. Jiménez, el libro de Mateo es más que nada una biografía, y a estas alturas las únicas fuentes con que el autor contaba para recopilar mas datos ameritaban ser citadas textualmente, es decir, en todo libro de esa naturaleza la paráfrasis extensiva es algo casi inevitable. Sobre Pedro Henríquez Ureña, "El maestro de maestros de América" existe una vasta bibliografía, con la que se podrían llenar volúmenes tras volúmenes, en una labor interminable, según lo afirma Laura Febres, de la Universidad Metropolitana de Caracas, Venezuela, que la recoge y la ofrece de manera virtual en una relación sólo de títulos de más de 40 páginas. Si el ensayo ganador de Andrés L. Mateo, es un plagio, entonces muchísimos de los integran esa relación, también lo son, porque el grueso está hecho sobre la base del anterior.

LOS QUE FALSICARON LA FIRMA DE DIOS.- A Viriato Sención por su novela "Los que falsificaron la firma de Dios", le ocurrió algo peor que a Mateo. Sención era un desconocido cuando en 1992 irrumpe con una primera obra de calidad, cumplidos ya los 50 años. Y con ella enfiló sus cañones nada más que contra su antiguo líder, el presidente dominicano de entonces, Joaquín Balaguer. Con una gran experiencia política adquirida en la cercanía del poder como hombre clave de " La Cruzada del Amor", creada por él y cedida a Emma Balaguer de Vallejo, hermana querida del entonces mandatario, Sención escribió su novela en Nueva York, donde se había refugiado luego de confrontar problema con el entorno balaguerista. De un semi-dios de la política vernácula, adorado por unos, y odiado hasta la muerte, por otros, en su novela Sención convierte a Balaguer en un villano y un sanguinario atroz. Así, la novela encuentra sus mejores adeptos convertidos también en críticos literarios en la gran legión de intelectuales forjados en la postguerrra del 65, la mayoría de los cuales hicieron de las peñas literarias y la actividad política una suerte de logia antibalaguerista y de intereses grupales. A los pocos días de su puesta en circulación en el país, tras haber sido publicada en Nueva York, la novela era todo un acontecimiento, un bestseller, razón por la cual, en 1993, se llevaría el Premio Nacional de Literatura. Pero la sorpresa no se hizo esperar, cuando horas después la secretaria de Educación, Jacqueline Malagón, declaraba desierto dicho certamen, pese a que el jurado calificador se lo había adjudicado de manera unánime a Sención. La polémica se encendió en los periódicos y des allí en todos los medios, luego que la funcionaria declarara que su decisión estaba tomada y punto. En un editorial que fue calificado como antidemocrático por la mayoría de intelectuales, el periódico Listín Diario asumió la defensa de Malagón, considerando como "Justa, valiosa y decente la decisión de declarar desierto el premio. Lo contrario sería masoquismo político e intelectual, creador de 'confusión". El propio presidente Balaguer repudió la obra, describiéndola como "un libro contra mí, que se ha escrito con intención política y que se está usando también con intención política". Ana Gautier, que recoge los detalles de aquella controversia, relata que el 1993 era un año preelectoral, lo que echó más leña al fuego. De ahí, que del litoral intelectual balaguerista se usaran todas las armas para desacreditar la obra, llegando algunos articulistas a acusar de plagio a Sención. Uno llegó a decir, que Sención posiblemente había contratado los servicios de un "autor fantasma", un negro o esclavo literario para que escribiera una obra con la intención de hacer daño a Balaguer. Otro no menos desaforado llegó a señalar que la mano de Juan Bosch estuvo metida en aquella prosa, con pasajes propios del realismo mágico. Fruto de la proscripción oficial y del anti-balaguerismo histórico de una gran parte de los dominicanos, la obra aumentó su venta. Vinieron los cambios de gobiernos y con ellos la promesa de hacer realidad la entrega del premio, pero los golpes traperos, las componendas de aposentos y los vaivenes de la política dominicana, enterraron toda posibilidad, a tal grado, que durante el régimen de Hipólito Mejía, los antiguos aliados de Sención metidos a funcionarios, se enfrascaron en una tremenda disputa, unos, porque se desagraviara al escritor entregándosele su premio, y una mayoría oponiéndose que finalmente logró su propósito. Es la primera vez que en República Dominicana ocurre un hecho como el que perjudicó a Sención, lo que tratándose de un régimen balaguerista, en una fase inicial de arrebato y denegación, no era casual. ¿Pero en un gobierno del PRD y más aún, en un gobierno donde el secretario de Cultura se llamaba Tony Raful (1951)? ¡Qué barbaridad, o mejor sea dicho, cuánta hipocresía, cuánto cinismo, cuánta doble moral! Por eso era que Matos Méndez, la celebre triste figura de la UASD, decía que a él le llamaban loco porque el mundo es al revés.

¡Faltan más, muchos más casos dominicanos, ya lo veremos…!

germansantiago@gmail.com

German Santiago

Periodista, poeta y escritor.

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German Santiago

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