A las 8;00 a.m. del día martes 28 de noviembre del 2006, la parroquia de El Buen Pastor, del ensanche Evaristo Morales, de la Ciudad de Santo Domingo, ha presenciado consternada, invadida de un profundo sentimiento de impotencia e indignación el abuso y atropello cometido contra mas de 20 familias de uno de los sectores parroquiales, las caobitas I. Los moradores de dicho sector fueron desalojados sin previo aviso de sus casas, obligados a tomar sus posesiones y salir de sus hogares sin rumbo fijo. Niños, ancianos, personas impedidas, salen de su habitad, en medio del temor que ocasiona el ver a los agentes del orden publico con armas largas, quienes obedecían y llevaban a ejecución una orden judicial, a manos del Capitán Julio Bencosme, quien hizo caso omiso a mi petición de darme unos minutos para contactar al fiscal del Distrito, lo cual indica que la palabra del sacerdote de la comunidad no tiene importancia ni validez para este servidor del orden publico, incluso hablándome en un tono agresivo cuando previamente me dirigí a un escuadrón de jóvenes que portaban mandarrias, cuando les pedía que no atentaran contra la vida de las personas afectadas.
Los residentes de las Caobitas I no son invasores de tierras, ni habían agotado las esperanzas de las posibilidades de un acuerdo. Todo lo contrario, Un servidor ha presenciado los esfuerzos de los dirigentes comunitarios de dicho sector, profesionales en su mayoría, personas de trabajo, feligreses de nuestra Iglesia y habitantes de ese sector desde hace mas de 40 años, cuando todavía esa área quedaba en las afueras de nuestra ciudad. Acudimos con nuestro párroco Mons. Pablo Cedano Cedano, obispo auxiliar de Santo Domingo a la suprema corte de Justicia donde se nos dijo que esa amenaza de desalojo no procedía, y lo idóneo de hacer era que los abogados de ambas partes llegaran a un acuerdo de compra por parte de quien ostenta el titulo de propiedad en unos pocos metros cuadrados, según nos informaron.
Los Sacerdotes, Diáconos y el consejo parroquial de El Buen Pastor elevan su voz hacia lo más alto, hacia las autoridades competentes, a los medios de comunión, y todo aquel que pueda colaborar para revertir este acto inmisericorde e inhumano. Nos consterna el saber que estos hermanos nuestros no tienen lugar para resguardarse bajo techo.
Los comerciantes del área se acercaron a mi persona, en medio de aquella nefasta escena tan inhumana, incluso uno de ellos ofreció que compraría el terreno para darlo a los desalojados. Pero fueron voces mudas, nadie tuvo compasión ni el mas mínimo deseo dar una oportunidad, a quien no tiene voz ante los asaltos de una persona que no se da cuenta que un día todos tendremos que acudir ante Dios, y rendir cuentas por nuestras acciones, especialmente si se humilla y maltrata a los preferidos de Jesús y de la Iglesia, los pobres. ¡Que Dios tenga misericordia de personas que no tienen alma ni se conmueven ante el dolor de sus hermanos!.
Dichosos los Pobres en el Espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. (Evangelio de San Mateo 5, 3ss).
Sabemos que este clamor no quedara en el vacio, y esperamos cuanto antes la respuesta a esta situación de quienes tienen en sus manos los medios para ejecutar a favor de los afectados por esta injusticia. Esperamos de ustedes, distinguidas autoridades, Fiscal del Distrito y otros que atiendan a nuestro llamado.
Reverendo Padre Manuel António Garcia Salcedo
Vicario Parroquial de El Buen Pastor
Arquidiócesis de Santo Domingo, R.D.