Dicen que el agua se aclara sola al paso de la corriente…
Durante años, los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, con Leonel Fernández a la cabeza, han estado acusando al ingeniero agrónomo Hipólito Mejía de ser responsable de todos los problemas del país.
Fernández acusó a Mejía de ser responsable de la quiebra la banca privada. Junto a sus colaboradores, estimuló la profundización de la crisis tratando de que se produjera un "corralito" al estilo Argentina. Nadie dijo entonces, ni lo ha dicho hoy, que Mejía salvó el sistema bancario con su decisión de intervenir los bancos quebrados y someter a la justicia a los responsables que hoy protege el gobierno.
Recordemos que el entonces líder de la oposición jugaba a la crisis. En ningún momento Fernández reconoció los elementos endógenos y exógenos que contribuyeron con la crisis económica que disparó la prima del dólar hasta el 50 por uno y elevó la canasta familiar a niveles insostenibles. Por el contrario, Leonel y su gente acusaron a Mejía de violar la ley al pagar hasta 500 mil pesos, lo que habría sido el desastre total.
Todavía recuerdo a Leonel preguntarle a una multitud de ignorantes reunidas en el puente de la calle Padre Castellanos: "¿Quién te subió el pollo?" "¿Quién te subió la leche?" Y se escuchaba el coro de los fanáticos: "¡Hipólito!" "¡Hipólito!" No los que quebraron fraudulentamente los bancos, no los precios altísimos del petróleo, no Estados Unidos con sus guerras, no los terroristas que derribaron la torres gemelas en Nueva York. ¡Hipólito! ¡Hipólito! ¡El pendejo! El dedo malo al que todo se le pega.
El 14 de septiembre de este año el Senado recibió una carta dirigida a su presidente, doctor Reinaldo Pared, que debió sorprender a los congresistas. Y al país también. Pero nadie se enteró. O alguien procuró que nadie se enterara. La carta del presidente Fernández de alguna manera es un desagravio al ex presidente Hipólito Mejía.
La carta del presidente Fernández al Senado es para someter "los acuerdos bilaterales entre los Gobiernos de Francia, Alemania, Japón, España y los Estados Unidos de América, y la República Dominicana, los cuales fueron concluidos el pasado 21 de octubre de 2005 con los acreedores del Club de París".
En esa misiva el mandatario expone que "en el marco en el que se expone la presente renegociación persigue cumplir con el programa de ajuste del año 2005 del Acuerdo Stand‑By firmado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), donde se busca asegurar el cumplimiento de los compromisos de deuda pública de la nación, entre otros. Este fue precedido por la renegociación del Club de Paris 2004, la que se efectuó para resolver la crisis de liquidez que había afectado a la economía dominicana desde el 2003 provocada por el colapso de tres bancos comerciales."
Sorprendentemente el presidente Fernández dice en su carta: "Igualmente, la salud de nuestra economía se deterioró aún más ante una serie de choques exógenos, entre los cuales de destacaba el alza en el precio del petróleo, cuya crisis provocó una caída de confianza por una fuga de capital masivo, alza en la inflación y la depreciación acelerada del peso dominicano".
No lo puedo creer. Ahora, a más de cuatro años de la crisis que le costó al país más del 20% de su Producto Interno Bruto, Fernández reconoce que Hipólito no fue el culpable, que los elementos exógenos más la crisis bancaria provocaron el desplome de nuestra economía. Pero no tiene el coraje de afirmar que la quiebra de los bancos se debió a un fraude colosal, como lo afirman las autoridades del Fondo Monetario Internacional, del Banco Mundial, entre otros, que reclaman que se haga justicia.
Durante más de cuatro años, Hipólito Mejía ha tenido que soportar los insultos de las bocinas, de funcionarios, de dirigentes oficialistas y hasta de su partido. Ha tenido que sufrir junto a su familia y sus amigos, que son pocos, la maldición de que ha sido objeto. Hablar de Hipólito era como hablar del Diablo en un convento o en una iglesia cristiana. Ahora el Santo Padre, Leonel Fernández, lo proclama inocente de los pecados que él mismo le atribuyó. Pero lo hace de manera clandestina. Para que nadie se entere. Es decir, para que continúe la maldición.
www.juanthenlaweb.com