MIAMI, Florida.-Se le fue la guagua. Hay más de una frase popular dominicana o de la propia lengua española que puede ilustrar el desaguisado que cometió el secretario de las Fuerzas Armadas Dominicanas con el envió de una carta a la televisora Color Visión para pedir la censura a un periodista y que termino en su cancelación.
En todo caso pensamos que debió mandársela al Cardenal Nicolás de Jesús López Rodríguez para pedirle perdón por el momento de “mal gusto” que pasó el purpurado en su despacho donde se le rendía un reconocimiento.
Nunca debió ese alto militar de la estrecha confianza del presidente Leonel Fernández enviar esa carta a sabiendas si no nos equivocamos que sabe que el mandatario fue profesor de periodismo y que por tanto algo debió decirle eso si la reacción se convertía en lo que finalmente se convirtió, en la cancelación de un comunicador.
Ahora todos nos sentimos mal porque esa práctica se pensaba que esa etapa estaba superada y que nunca volveríamos a ver asomar la impensable censura y autocensura en los medios de comunicación dominicanos.
Un gran embarazo debe haberle provocado al presidente Fernández esa acción del alto y joven militar, quien tiene que estarse preguntando porque se dejó llevar de las emociones y meter en un problema de imagen pública a un gobierno que pregonaba hasta ese momento el respeto más absoluto a la libertad de expresión y el pensamiento.
Entendemos que el Cardenal López Rodríguez se merece tanto respeto como cualquier limpiabotas del parque Independencia, sin que ello signifique menguar su gran autoridad espiritual y moral sobre el pueblo dominicano, pero que al fin y al cabo se trata de un ser humano tan mortal o digno como todos. Tiene derecho a molestarse todo lo que quiera si un periodista le hace una pregunta que considera necia y por la misma razón puede quedarse callado y no contestar.
Pero de ahí a que sus anfitriones en el acto se tomen prerrogativas harto superadas y actúen como si estuviéramos en los tiempos del balaguerato hay mucho trecho. Ignore las preguntas “necias señor Cardenal” y a usted joven y alto oficial ríndale honor a su jefe máximo absteniéndose a sus funciones que la de censor es muy peligrosa en estos tiempos.
NOTA: Soy un periodista radicado en Miami desde hace 16 años, he trabajado en Univision y el Nuevo Diario.