Señor
Lic. José Tejada Gómez
Director de Diario Digital RD
Ciudad.-
Distinguido señor Director:
Ante todo, permítame confesar que, en mi calidad de ciudadano habitante del municipio de Santo Domingo Este, muchas de las ejecutorias del anterior incumbente de la sindicatura (cuya militancia política, como se sabe, es también la mía) no me parecieron del todo racionales y adecuadas.
Es más, públicamente expresé en reiteradas ocasiones que algunas de tales ejecutorias (como la instalación de semáforos en intersecciones que no los necesitan, o la construcción de unos pequeños monumentos al mal gusto que pomposa y ridículamente fueron denominados "jardineras") me lucían francamente deleznables.
No obstante, señor Director, he quedado punto menos que estupefacto con la primera "obra" que está realizando el nuevo síndico de este municipio, don Juan de los Santos: la demolición pura y simple de las "jardineras" de referencia alegadamente dentro de un "plan piloto" (esto es, un experimento) para "liberar" áreas de tránsito en la demarcación.
En otras palabras, el señor síndico del PLD decidió, al amparo de su "nueva visión" del municipio, que las mentadas "jardineras" constituían un insufrible adefesio que merecía desaparecer y que, por lo demás, el dinero que se invirtió en ellas no tenía la menor importancia: probablemente eran unos "chelitos podridos" acuñados en Marte o en Júpiter.
Naturalmente, sé que muchos ciudadanos de Santo Domingo Este, como yo, se estarán haciendo preguntas como las que siguen: ¿Era necesario demoler esas "jardineras" y, así, "botar" el dinero que se gastó en ellas? ¿Puede un ejecutivo municipal, aunque esté respaldado por la Sala Capitular, ejecutar impunemente un acto de grave lesión, como este, a las finanzas municipales? ¿El dinero que se invirtió en esas jardineras vino de los bolsillos del anterior síndico, de los del señor de los Santos o de los de los contribuyentes? ¿Qué "plan piloto" tan extraordinario y modernizante puede justificar este atroz pero deportivo despilfarro de los fondos de la ciudad?
Finalmente, señor Director, recordaré, para los que llevan anotaciones, que construcciones de la talla de la Torre de Eiffel o la Estatua de la Libertad fueron en algún momento consideradas por reputados urbanistas como adefesios o "accidentes arquitectónicos de mal gusto", pero ni en París ni en New York apareció jamás una autoridad municipal que tuviese la cachaza de demolerlas o echarlas a la basura, sin importar si ellas se hicieron con fondos de los contribuyentes o si fueron resultado de alguna donación extranjera: es cuestión de mero respeto por el dinero que no proviene de los bolsillos propios.
Claro, valga la aclaración, no estoy parangonando -ni mucho menos- aquellas obras maestras de la arquitectura y la ingeniería universales con la risible chapucería artesanal de las "jardineras" de marras: ello sería, a no dudar, como comparar el Coliseo de Roma con el magnífico corral de cerdos que tenía en Bonao mi difunta tía Emilia.
Hago provecho de la ocasión para saludarle con el afecto de siempre.
Atentamente,
Luis R. Decamps R.
lrdecampsr @ yahoo.com