Esto no es mío. Es de la autoría de un amigo entrañable, poeta de verdad, revolucionario consecuente, hijo de una revolucionaria que me acogió en casa en los duros días de la clandestinidad, cuando me buscaban para asesinarme. Decidí introducirlo en esta columna sin consultárselo.
Se trata de Julio Alvarado, hijo de Mary Alvarado, fallecida hace unos años en la ciudad de New York.
El texto en cuestión “fue rescatado de una bar de Borojol –Santo Domingo- un 28 de noviembre, 43 años después del levantamiento guerrillero de Manuel Aurelio Tavárez Justo y sus compañeros”.
Julio dice que el autor de este poema es su “alter-ego” –El Palmero Callejero- nombre que empezó a usar en sus años mozos, aquí en su país. Nos plantea que no importa quien lo hizo, pero creo que si importa, sobre todo para quienes creemos en la necesidad de que nuestro pueblo conozca su talento.
Este envío estuvo acompañado de esta convocatoria: “A Fernando Peña y Narciso Isa Conde, ejemplos de constancia, resistencia y coraje en las luchas del pueblo dominicano”. Fernando y yo aceptamos esa sobre-valoración solo porque aspiramos en lo adelante a luchar más y mejor que como lo hemos hecho en el pasado y porque sabemos que tal elogio brota de un exceso de cariño de quien quiere estimularnos a continuar la pelea hasta la muerte física y mas allá.
El titulo es “apuntes para una definición”. Para una definición de los verdaderos comunistas, y de todos aquellos y aquellas que han luchado toda la vida por la justicia, por la liberación del yugo del capital, por el socialismo y la plena liberación de los seres humanos. Ahora le toca a Julio:
Un comunista es un conspirador empedernido
provocador profesional,
un virus de pasión en las tramas mañaneras y nocturnas,
compitiendo con el sol sus cataclismos de bondades,
arañando con rabia de ternura la tierra nueva que profesa,
trayendo leñas al convite
construyendo peces de la sal
preñando vientos, alimentándose de orquídeas
como haciendo el amor en la intemperie
o amasando la ternura para dar un pan sin gorgojos
Un comunista es un impertinente
un bicho raro en el banquete de las oligarquías
un vómito perfecto en la lujuria del Mercado,
tranquilo malabarista que evade la muerte
Prófugo
Mendigo
Arrabalero
enciclopedista del amor
con las uñas tan largas -que esconde-
como un lobo tierno que afila sus garras contra la maldad.
Un comunista es un rabioso,
sin resentimiento ni envidias,
que combate sus luchas como si defendiera
su última hija de un cacique de pueblo.
Un comunista es un clandestino,
que sale y pone el pecho todos los días
en la plaza pública,
en el cuartel más cercano,
frente al vecino necio,
contra el colmillo de la indiferencia:
sabiendo que su fortaleza
es su razón y no el músculo sin verbo.
No es un fantasma pero mete miedo al yugo,
impertinente,
mal educado,
altanero tan humilde como una franela sin mangas.
Quienes lo endemonian lo culpan de sus debilidades…
un comunista tiene un conflicto perenne con Dios
sabiéndose mortal,
pluscuamperfecto que busca buscando
la raíz cuadro del presente,
su radical constante,
su interminable resolución por un paraíso
aquí en la tierra.
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