SANTO DOMINGO.- Severas críticas al poder judicial fueron lanzadas este miércoles por el presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas. El presidente de la Dirección Nacional de Control de Drogas (DNCD), mayor general Rafael Radhamés Ramírez Ferreira, afirmó este miércoles que el Poder Judicial observa un comportamiento ‘prácticamente incompetente y benigno’ con los casos de narcotráfico ventilados en los diferentes tribunales del país, conforme lo establecen las estadísticas de los últimos 18 años.
El oficial dijo que las partes envueltas en los procesos -mayormente jueces y fiscales- argumentan que esa situación se origina en la mala sustentación de los expedientes, en los errores de procedimiento, en las actuaciones del Ministerio Público, en los vicios de la investigación, en la corrupción, la lenidad en el tratamiento de los expedientes, en el nuevo Código Procesal Penal y en la falta de dominio para ventilar los casos.
Ramírez Ferreira hizo la observación durante una conferencia que dictó en el marco del ‘Primer Diplomado en Gestión y seguridad Penitenciaria’, dirigido a los Agentes de Vigilancia Penitenciaria (VTP), los nuevos responsables de la seguridad en las cárceles dominicanas. La actividad se desarrolla en el Salón de Actos del nuevo Palacio de Justicia del Centro de los Héroes.
“El Poder Judicial, como herramienta fundamental que debe garantizar el estado de derecho de una nación, ha sido, y las estadísticas de los últimos 18 años disponibles lo evidencian, prácticamente incompetente y benigno, dicho así para usar palabras no agraviantes si se quiere, en el tratamiento de los casos que por violación de la Ley 50-88 se han ventilado en los diferentes tribunales”, subrayó.
Indicó que los mencionados argumentos, con razón o sin ella, han provocado que el narcotráfico siga “campeando por nuestros fueros y el crimen haya crecido”, mientras las instituciones en sentido general “se ven débiles o arropadas por ese fenómeno”, un crimen de lesa humanidad sigue atentando contra la seguridad de los Estados y los regímenes democráticos, como lo declaró Naciones Unidas en 1998.
“El tiempo pasa, el narcotráfico crece, las pandillas juveniles proliferan y las sociedades asisten a un proceso de descomposición paulatina”, agregó Ramírez Ferreira, quien clamó por lo que definió como “una urgente intervención socio-comunitaria, además de gubernamental”, tomando en cuenta que “el orden social establecido se encuentra en jaque”, porque los países del hemisferio están a merced del crimen y el delito común.
“El orden social establecido se encuentra en jaque, porque además de los imponderables de la vida y el delito común, los países del hemisferio se encuentran condicionados en sus modus vivendi, por la existencia y gravitación de las pandillas y bandas juveniles y su vínculo con el narcotráfico en sus diferentes estadios”, sostuvo.
Indicó que la República Dominicana, como parte de la comunidad de naciones, “no escapa a esta situación de violencia e impunidad que conlleva dicha actividad”, al tiempo de señalar que el tráfico de drogas y sustancias controladas ha trascendido el crimen organizado, volviéndose una cultura con usos y costumbres propios que superan cualquier actividad comercial lícita.
La situación es tan preocupante, agregó, que el poder del narcotráfico compite con el de los Estados, tomando en cuenta que los jefes de bandas dirigen su guerra desde las cárceles, razón por la cual “las autoridades debemos evitar caer en el error de hablar en muchos casos de éxito o golpe contra el crimen organizado cuando se producen incautaciones o decomisos, así como arrestos de cierta consideración.
Reconoció que el poder de los narcotraficantes y las autoridades es desigual, logrando el primero adoptar una especie de “mimetismo social, lo que ha permitido sus alianzas con otras modalidades de crimen como el terrorismo, las guerrillas subversivas y el lavado de activos”, a pesar que la experiencia de los dos primeros aspectos no se registran en el caso dominicano.
“El poder que los narcotraficantes poseen detrás de los muros o barrotes se despliega hacia fuera. Los líderes de bandas organizan desde los penales todas aquellas operaciones que deben llevar adelante quienes se encuentran fuera, porque la actividad del narcotráfico jamás se detiene. Este manejo amplio conocido solo puede realizarse si existe un arreglo entre los narcos y los supuestos custodias de la cárcel”, apuntó.
Fue por eso que advirtió a los nuevos agentes penitenciarios que eviten por todos los medios establecer alianzas con los criminales, porque si se produce la seguridad se diluye de inmediato, tomando en cuenta que hasta en los países altamente desarrollados y con sistemas carcelarios eficientes es difícil establecer controles, razón por la cual sus responsables aceptan siempre que la vulnerabilidad se mantiene.