El recién iniciado año 2007 encuentra a los dominicanos más sometidos que nunca a las presiones de nuevas cargas impositivas, que hacen ver negro el panorama para los dias porvenir. Como nación hemos dado muestras de que sabemos enfrentar con valor los grandes re-tos, y a diferencia de otras naciones, nos hemos levantado siempre, sino victoriosos por lo menos fortalecidos en nuestra intima convicción de que como país y como socie-dad somos viables.
Nuestros primeros enemigos, apesar de todo lo que se quiera decir, son precisamente aquellos que elegidos por el pueblo para gobernarlo, nos desgobiernan, y anteponen sus particulares intereses a los de la nación.
Es un año electoral, aunque las elecciones presidenciales están pautadas para mayo del año que viene, y que encuentra de nuevo la nación con la maldición del continuismo co-mo una espada puesta sobre el pecho de los y las dominicanos.
La reelección, o la posibilidad de la misma, es una maldición en todos los sentidos de la palabra, y aunque se quiera negar es la responsable de actos de corrupción precisame-nte en un país que ha sido llamado a la austeridad y al sacrificio.
Desde Palacio esa no es precisamente la tónica que se nos envia.´
Pero todo parece indicar que desde la oposición se despiertan por lo menos en el discu-rso los anhelos de darle al país un gobierno diferente, preocupado por la gente, con la participación de todos los sectores nacionales.
Hoy como ayer los hombres de poca fe en el futuro de la patria deben buscar donde morar, y dejarle el espacio a los que si creemos, y hemos creido siempre en la inteligen-cia, el valor y el patriotismo de los menos favorecidos por la suerte.
El pueblo dominicano nació para nunca perecer, de la fe, del entusiamos y del patriotis-mo del primero y más puro de todos, el hombre visionario e inteligente, valiente y con-secuente que fuera JUAN PABLO DUARTE, su ejemplo debe ser la guia, y nuestro rostro debe mirar hacia el futuro luminoso que todos haremos para la patria.
No hay espacio para el miedo, ni para la desesperanza.