El caso de la deuda externa es verdaderamente patético, no solo por la cantidad y el monto de los préstamos contratados por la actual administración, sino, y sobre todo, por el escaso nivel de productividad y de repago que representan las inversiones a las que se están destinando los nuevos financiamientos. La decisión del Senado de la República de cerrar el año 2006 con la aprobación de siete convenios de préstamos para la construcción del Metro Villa Mella-La Feria por un monto de 163 millones 437 mil 391 euros, equivalentes aproximadamente a 7 mil 177 millones de pesos, refleja en toda su magnitud el divorcio entre las prácticas del gobierno y el discurso contrario al endeudamiento que enarboló el Partido de la Liberación durante la campaña electoral que lo catapultó al poder.
Endeudar al país para desarrollar un proyecto faraónico, que no fomentará el desarrollo productivo ni generará nuevas riquezas, es la peor forma de endeudamiento que podemos asumir los dominicanos.
Creo que el endeudamiento racionalmente administrado no solamente es útil sino también necesario. Por ejemplo, para construir carreteras que acercan el progreso a las comunidades y que facilitan la actividad económica; para reducir el déficit energético y para disminuir la dependencia de combustibles importados; para reforzar el sistema educativo y disminuir la brecha social y cultural entre la minoría que lo tiene todo y la mayoría muy pobre; para poner en marcha el Sistema Dominicano de Seguridad Social y habilitar el Seguro Familiar de Salud; o para impulsar mediante un programa de financiamiento el desarrollo de la micro, la pequeña y la mediana empresa como un mecanismo para promover una más justa redistribución de la riqueza.
Todas estas actividades tienen un efecto multiplicador que compensa el impacto negativo que implica el endeudamiento externo. Pero además promueven el desarrollo real de la sociedad y potencian la capacidad productiva del país para generar bienes económicos y colocarnos en condiciones de asumir sin trauma el costo mismo de la deuda.
En el caso del Metro de Villa Mella todos sabemos que se trata de una aventura personal de Diandino y Leonel, para mostrar de manera muy especial el sello del progreso y la modernidad, pero que no ofrece a corto o mediano plazo la posibilidad de constituir un impulso notable al desarrollo del país, ni siquiera de la principal comunidad beneficiada con esta obra, que probablemente seguirá con sus miserias tradicionales, sus calles intransitables y sus comunidades rurales sin acceso a los servicios básicos de educación, salud y sana recreación.
El Metro no solo dejará una gran deuda que no ayudará a pagar, sino que podría condenarnos a seguir endeudando el país para cubrir el costo deficitario de sus operaciones. Sabemos que el tren urbano de Puerto Rico, cuya tarifa es tres veces mayor que la que se ha ofrecido para el metro dominicano, viene presentando un déficit operacional de cien millones de dólares anuales, que se compensa con la ayuda federal de Estados Unidos. Pero nosotros, ¿de donde vamos a sacar los recursos extraordinarios que representará la operación de este gran elefante blanco?.
Me gustaría no ser pesimista y pensar que estas expectativas no son tan negativas como se proyectan, pero ¿si no hemos sido capaces de darle mantenimiento adecuado a las instalaciones deportivas de los juegos nacionales y los juegos panamericanos, que razones tendríamos para pensar que podríamos hacerlo mejor con una obra tan sofisticada y costosa como el Metro de Villa?
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