La Antropología forense (llamada también la Nueva ciencia) es quizás el primer método científico que empleó la medicina legal desde que Lombroso diera a conocer sus teorías antropológicas acerca del hombre criminal. Así lo atestiguan todos los tratados de medicina legal escritos en el siglo XIX. Hoy en día esta ciencia se ocupa mucho del análisis e identificación de restos óseos humanos, en las que trabajan de manera conjunta profesionales forenses de antropología, odontología y medicina a través de su enfoque multidisciplinario conjugando los aportes de la Antropología biológica (paleoantropología, somatología, antropología dental, dermatoglífica), la arqueología y otras disciplinas antropológicas (sociales), forenses (medicina, odontología) y la criminalistica, con el fin de aunar esfuerzos en la identificación humana en sus correspondientes etapas.
Del conjunto de “saberes” que comprenden las ciencias forenses, la Antropología es la que requiere mayor esfuerzo científico, porque no siempre se disponen de textos que vulgaricen sus contenidos, lo que implica un arsenal de informaciones científicas que para el perito toman un tiempo considerables poderlas estructurar.
La bibliografía sobre Antropología forense se encuentra en su gran mayoría en idiomas diferentes al español y los mismos textos extranjeros escasean en el país, lo cual nos indica el gran valor que tiene para los especialistas de la medicina legal, juristas y estudiantes hacia los métodos empleados por esta área de las ciencias forenses.
La Escuela Antropológica fundada por César Lombroso se caracterizó por las exposiciones de carácter biológico, anatómico y psicológico de los delincuentes, y posteriormente los materiales y documentos que logró alcanzar sirvieron de base para desarrollar métodos valiosos como el de las reseñas antropométricas de Alfonso Bertillón, unos de los pioneros en ciencia criminalistica.
Los estudios del hombre criminal en el estado de la primera antropología no constituyeron una rama autónoma, independiente; eso sí, ésta disciplina no ha dejado de ser un perenne movimiento científico de teorías y grandes pensadores.
Es sumamente importante el libro del doctor Javier Francotte, Antropología criminal (1890), un antiguo profesor de antropología forense de la Universidad de Leija, que ha sido traducido al español por el maestro español Federico Olóriz, en la que queda perfectamente evidenciado el origen y ulterior desarrollo logrado por esta especial ciencia.
Pero ahora está la cuestión, ¿quién va a desarrollar la Antropología Forense en el país? Es comprensible que esto ha de ser la obra de un auténtico Instituto de Ciencias Forenses, conformados por una comunidad de forenses. Igualmente es una oportunidad para el INDIA (Instituto Dominicano de Antropología) que está adscrito a la UASD para coordine y amplíe otras ramas de esta importante especialidad. Muchas Comisiones de Verdad, en investigaciones de casos de Derechos Humanos no pueden tener éxitos sin el concursos de antropólogos forenses, en la que hay realizar autopsias después de exhumaciones, diagnóstico de torturas, y desaparecidos no pueden llevarse a cabo sin estos profesionales.
Los científicos forenses no han variado el objeto de estudio de la antropología forense: Esta es definida como la «rama de la antropología física que con fines forenses trata de la identificación de restos más o menos esqueletizados, humanos o de posible pertenencia humana». La American Board of Forensic Anthropology (ABFA), la considera como «el estudio y práctica de la aplicación de los métodos de la antropología física en los procesos legales”. Por su parte, la AAFS (American Association of Forensic Sciences) la define más ampliamente como «el peritaje forense sobre restos óseos humanos y su entorno».
«Es decir, que incluye además del proceso de identificación (sexo, edad, filiación racial, talla y proporciones corporales, rasgos individuales), la determinación de las causas y circunstancias de muerte, equivalente a la reconstrucción de la biografía biológica ante-mortem del individuo, con el propósito de establecer cómo era el modo de vida de la víctima antes de su muerte, sus enfermedades y hábitos profesionales. Este procedimiento se conoce también como osteobiografía» (José Vicente Rodríguez Cuenca. Introducción a la Antropología forense. Análisis e identificación de restos óseos humanos).
Los restos esqueletizados, y en algunas ocasiones, momificados, permiten conocer de la variabilidad biológica de los desaparecidos: sus características físicas: rostro, estatura, proporciones corporales, grado de robusticidad, nutrición, enfermedades que afectaron su estado de salud y dejaron huella en el hueso y las posibles causas de su deceso. Igualmente, es importante verificar la información consignada por las historias clínicas sobre tratamientos odontológicos, intervenciones quirúrgicas, traumas antiguos y hábitos laborales que hayan trasformado el hueso de una manera muy particular.
El hueso como tejido y como órgano es afectado durante la vida del individuo tanto por factores endógenos (desórdenes hemopoyéticos, metabólicos, endocrinos, enfermedades infecciosas) como exógenos (traumas, marcas de estrés laboral, estrés nutricional, factores culturales). Por tal razón, su estructura se modifica en el tiempo y en el espacio de acuerdo al principio de la variabilidad filogenética (evolutiva), racial (ancestral), sexual, ontogénica (durante su crecimiento y desarrollo), individual (según la intensidad y tipo de actividad física) y cultural (de acuerdo a las prácticas culturales arraigadas).
Bases para el estudio de la antropología criminal.
La principal base para la investigación antropológica forense corresponde a la identificación de restos óseos humanos, incluyendo los dientes, los cuales tienen una vinculación de profesionales forenses de antropología, odontología y medicina aplicados a estas labores. Los pasos esenciales en el proceso de identificación son ya conocidos, no obstante, al enumerarlos contribuimos a la comprensión de algunos otros elementos que se incluyen en este proceso: exhumación, identificación de la biografía biológica, la cual puede ser de dos maneras: a) general (edad, sexo, patrón racial, estatura) y b) individual (lateralidad, reconstrucción facial).
He aquí las principales ramas que conforman la Antropología criminal, encargada de la exhumación e identificación de restos óseos, teniendo un carácter multidisciplinario, conjugando los aportes dentro de la llamada: Antropología biológica (paleoantropología, somatología, antropología dental, dermatoglífica); Arqueología; Antropología social (medicina, odontología) y la criminalistica (con el fin de aunar esfuerzos en la identificación de individuos).
La antropología criminal tiene una función social en relación a la medicina legal, en lo concerniente a la identificación de restos óseos de desaparecidos. Se puede analizar la situación de violencia criminal en el país y su relación con los desaparecidos y violación, en general, de los derechos humanos de los ciudadanos; se puede investigar la escena del crimen, con la perturbación del lugar, el diagnóstico de la edad y sexo del individuo.