Managua, 5 ene (PL) El regreso al poder en Nicaragua, a partir del 10 de enero próximo, del sandinista Daniel Ortega provocará una situación inédita en la región, con la convivencia de dos alternativas económicas totalmente distintas. El Tratado de Libre Comercio de Centroamérica y Estados Unidos (CAFTA, por sus siglas en inglés), está vigente en Nicaragua desde mayo pasado, mientras que la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) toca ya a las puertas del país centroamericano.
Los detractores del CAFTA, que incorporará las iniciales DR cuando entre en vigencia en República Dominicana, lo definen como un instrumento de dominación diseñado por Estados Unidos para mantener su competitividad económica e influencia política en el mundo.
El ALBA, en cambio, lo promueven los gobiernos de Venezuela, Cuba y Bolivia como un proyecto integracionista basado en la complementación, la cooperación, la solidaridad y el respeto a la soberanía de los pueblos.
Tras su victoria electoral del 5 de noviembre pasado, el futuro mandatario anunció que respetará el tratado comercial y el resto de los acuerdos económicos suscritos por el gobierno anterior con los organismos internacionales.
Ortega advirtió, sin embargo, que durante su mandato de cinco años buscará todas las alternativas viables, entre ellas el ALBA, para cumplir el principal objetivo de su gobierno: sacar a Nicaragua de la pobreza que afecta al 80 por ciento de la población.
Para Moisés López, gerente de Nicaraocoop, una empresa cooperativa de transformación y comercialización conformada por un consorcio de organizaciones campesinas de Nicaragua, y "albanista" convencido, la ecuación es muy simple.
"Creemos que la batalla entre el ALBA y el CAFTA la vamos a ganar en las cabezas de la gente, en enseñar y demostrar que cada paso que damos por la integración latinoamericana, basada en la justicia social, es superior a la hora atender las necesidades de la gente", aseveró.
Para López están más que claras las diferencias entre ambos proyectos económicos.
"Mientras el CAFTA busca una apertura comercial que básicamente permite la penetración del capital multinacional en nuestra economía, el ALBA nos propone un tratado de integración en el orden social, y en función de los intereses populares", afirma.
Para López, la superioridad del proyecto integracionista latinoamericano sobre el tratado comercial impulsado por Estados Unidos es ya palpable en Nicaragua.
Basta mencionar la Misión Milagro, que ha permitido a cientos s de nicaragüenses pobres recuperar la visión a través de operaciones gratuitas en La Habana y Caracas, aseguró el gerente a Prensa Latina.
El suministro de urea y combustible venezolanos a las cooperativas y alcaldías, respectivamente, a precios preferenciales también son gestiones, cuyos beneficios se revierten en menores costos de producción y en la reducción del precio del pasaje, agrega.
De acuerdo con López, otro logro evidente, recuerda, es la adquisición de plantas eléctricas venezolanas, las que darán un respiro a la población, mientras se buscan soluciones a largo plazo a la crisis energética que padece el país.