Comparto plenamente el derecho a repostularse una vez, y nunca más, del presidente de la República. Aclaro que nunca he sido reeleccionista a nada. Comparto el actual texto constitucional, que no es otro que el mismo que rige el sistema electoral o la costumbre en elecciones en Estados Unidos.
Lo comparto porque le pone un stop el continuismo de líderes que en naciones atrasadas como la nuestra se erigen en mecías de los pueblos y tratan de eternizarse en el poder.
Cuando en el 2004 el Congreso Nacional discutía la reforma de ese entonces, envié una carta al reputado periodista y amigo y periodista Orlando Gil, en la cual expuse mis motivaciones. Algunos entendieron que con ello apoyaba la reelección de Hipólito Mejía, cuando en realidad lo que veía era otro asunto.
Resulta que la anterior prohibición a la reelección presidencial, que establecía la Constitución de la República previa a la reforma del 2004, simulaba de alguna manera, y reforzaba de otra, la voluntad continuista del político dominicano. Me explico, un presidente estaba obligado a salir del poder, pero podía dejar todo amarrado para su regreso en el periodo siguiente.
Siendo así, con ese sistema de prohibir la reelección consecutiva, o sea, que no podía intentar reelegirse desde la Presidencia, un ex presidente se mantendría como un eterno proyecto, siempre presto a regresar al poder, y eso lo que hacía era reforzar el continuismo de ese político y su grupo.
Lo vimos con el propio presidente Leonel Fernández, abandonó el poder en el 2002, pero se mantuvo como el principal líder de la oposición. Danilo Medina, su rival ahora, que había sido candidato del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) en los comicios de ese año, fue relegado por esa realidad y debió dejar que fuera el ex presidente el candidato de nuevo de ese partido.
Estoy seguro que si rigiera el anterior texto constitucional difícilmente alguien en el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), pudiera disputarle la candidatura presidencial a Hipólito Mejia. Sin embargo, allí son otros los líderes que lidian por la candidatura a la presidencia de la República. La constitución actual sepulta cualquier posibilidad de regreso del ex presidente Mejía.
Y es que aunque la Carta Magna deja abierta la posibilidad de que el presidente de la República intente la reelección, el pueblo tiene el soberano derecho a impedirlo en las urnas como ya ocurrió en las elecciones del 2004 con el candidato perredeísta, donde Mejía no logró repetir el mandato.
Y si el presidente logra el apoyo de la población en las urnas, tiene ganado el derecho a un periodo más de cuatro años, y cumplido éste, su destino es marcharse de manera definitiva a sus labores privadas.
Es cierto que el texto constitucional actual no agrada ahora incluso ni a quienes lo promovieron, y que es probable que en la reforma pendiente sea modificado para volver al anterior, rehabilitar a Mejía y abrir cerrar las compuertas a las alternabilidad en el gobierno.
Si ocurre ese cambio, no vayan a pensar que se haría por que sea lo que más convenga a los intereses nacionales, sino a la conveniencia de los sectores y grupos que cada cuatro años se reeligen a través de alguien que ejerce la presidencia de la República.
El inmediatismo criollo ve mal que se permita el derecho constitucional una reelección consecutiva de un gobernante, cuando a mi entender es lo más conveniente, pues eso ayuda a la jubilación del político y corta sus alas continuistas que ha sido fatal para la democracia dominicana.
La visión que tengo sobre este asunto, no significa que considere que tal o cual gobernante deba ser reelegido. De lo que sí estoy seguro es que si Leonel Fernández opta por ejercer el derecho constitucional a reelegirse, la opción de los dominicanos es, o salir de él 16 de agosto del 2008 o que su mandato se prolongue hasta el 2012, y nunca más.
Y creo que eso es más saludable a la salud del sistema político dominicano que permitir que una persona no bien abandona el poder, se prepare para el regreso, creando un círculo engañoso de alternabilidad. Creo que eso castraría más la alternabilidad porque crearía.