Reclamo, como patrimonio nacional, los encantos de este país caribeño, donde bailar un perico ripio a la intemperie ofrece más placer que mil millones ganados en una tarde de Wall Street. Es más, a la clase política, le exijo que incluya esos detalles y lugares del dominicano en la reforma constitucional que se avecina, para que consten en el patrimonio sentimental de los que habitamos esta tierra.
Este 2007 es ideal para resaltar lo bueno y desechar lo malo; por eso, a mis lectores les someto una lista de atractivos para que todos, como una sola vez, presionemos a los poderes del Estado para que los incluya en la Constitución.
Ojo, señores legisladores y teóricos de lentes redondos (como los de Ghandi): que no se les olvide incluir los chicharrones, los bochinches de patio y la fama de las mujeres sanjuaneras.
A continuación, mi lista (que podríamos ampliar todos):
• La siesta constitucional del mediodía (innegociable)
• Los chicharrones en Villa Mella (colesterol free, como los de Nueva Yol)
• Los dulces de Paya, de Baní
• Las sillitas y mecedoritas de la Lista, en Cabral
• El queso de Pedro Corto (con todo y Quirino)
• Los “tubi” y los rojos de las mujeres de Baní (claro, con ese solazo no hay mejor secador)
• Los dulces de cajuil del 40, en Villa Altagracia
• Los pasteles en hoja de Chichita y Amable, en San Cristóbal y San Pedro.
• Las tilapias de Cabral
• El maíz sancochado de los campos banilejos
• La tacañería histórica de los colmaderos
• El pilón de Boquerón, en el sur.
• Los cangrejos del mercado de Barahona (con todo y veda)
• Los ojos endemoniados de las sanjuaneras (y recuerda, donde orina una sanjuanera no crece la yerba)
• No tener nada (una sanjuanera, tierra en Pedernales y un amigo coronel de los bomberos)
• El chivo matado de Hatillo, San Cristóbal
• Los mangos del puente Lucas Díaz (pero sin carburo)
• Las velas suntuosas de los campesinos de Elías Piña (con vaca guisada incluida)
• El puerco horneado del cruce de Controba
• La sabrosa fritura de Milito, en Santiago
• La cadera incontrolable de Fefita
• El encanto infinito de los cibaeños
• Las mandarinas del cruce de Navarrete
• La boruga Capellán del camino a Sosúa
• El yogur de Turey, Taveras y Las Miniaturas, en la Autopista Duarte
• Las flores del camino de la Cumbre
• Los típicos de las enramadas de Santiago
• Los dulces caseros de doña Milena (y conversar con ellos les da más sabor)
• Las sillitas de cuero de Caimital, Santiago Rodríguez (ideales para ver la novela y comadrear en las casas grandes)
• Las jaibas colgadas en el puente peatonal más alantico de Jacaranda (a la izquierda)
• Las hembras monumentales de Moca
• Las escobas de cana de las lomas veganas (en la capital son carísimas)
• El carnaval de La Vega
• El arrocito de la vegana más buena gente (mientras se espera la llamada del muñecote)
• El cafecito caliente donde doña Milagros, en Salcedo
• Los dulces de leche de Restauración (y si lleva sus muchachas de pelo negro, mucho mejor)
• Las batatas asadas de Pedro Brand
• Las latas de noni de la Autopista del Este.
• La carne frita en la carretera Higüey-La Romana
• El chicharrón de leche higüeyano
• Las carpias de la Presa de Hatillo
• Las sillas de bambú de la Autopista Duarte (no las compren frente a la Universidad Adventista, en Bonao, eh)
• Las latas de mango de Yamasá y Monte Plata
• Losa pescados frescos de Sánchez y Samaná
• Las fritangas deliciosas de Nagua y Cabrera
• Los cinturas venturosas de las nagüeras
• Los cuadros haitianos del malecón y las playas del Este
• Las longanizas de conejo de Jarabacoa
• Las escobas de cana de las lomas veganas
• El chivo picante de la Línea
• Los charamicos de la Churchill en diciembre
• Los pica-longa de la Bolívar
• Las chichiguas del Mirador y el Malecón en Semana Santa
• Los viajes en tubo a La Matica, Boca Chica
• Los bochinches de patio en los barrios del país