El presidente Leonel Fernández se quejaba amargamente de "la dictadura de la mayoría" que tenía el Partido Revolucionario Dominicano en el gobierno de Hipólito Mejía en el Congreso. La consideraba un peligro para la democracia. Llegó a decir que era saludable un Congreso en manos de la oposición porque garantizaba un equilibrio y una garantía para las libertades públicas. Ciertamente, el gobierno del PRD que encabezó Hipólito Mejía bien pudo establecer una "dictadura de mayoría", pues tenía el control en la Cámara de Diputados, en el senado y en los cabildos, pero sin utilizar los recursos del Estado ni comprar a los opositores como acaba de hacer el presidente Fernández en las elecciones de mayo pasado.
El triunfo del PRD en las elecciones congresuales y municipales del 2002 fue el fruto de la excelente gestión gubernamental que hasta ese momento había hecho Mejía.
Mejía no utilizó la mayoría en el Congreso para chantajear, ni para agredir. Por el contrario, todos los sectores, incluso el PLD que apenas tenía un senador, algunos diputados y dos o tres síndicos, fueron respetados. José Tomás Pérez, que era el único senador del PLD, no puede decir que no fue escuchado, que no fue tratado dignamente como se lo merecía.
El presidente Hipólito Mejía era y es un demócrata, no un farsante, no un simulador.
Durante el gobierno de Mejía y el PRD no hubo dictadura de mayoría aun cuando el pueblo, con su voto, le dio esa mayoría. Pero ahora sí tenemos una dictadura, no de mayoría, sino de minoría, porque 22 senadores no dan mayoría frente a los millones de dominicanos que han rechazado la reforma fiscal.
El PLD no es mayoría, es minoría. No puede modificar la Constitución sin el PRD y el PRSC.
Es por esa razón que en el Presupuesto General de la Nación le asigna en principio 200 millones de pesos al enlace del Poder Ejecutivo que luego se lo reduce a 100. El señor Laureano Guerrero, que es el enlace, dijo en el Gobierno de la Tarde, programa radial que yo coordino, que su oficina nunca ha tenido presupuesto, que no solicitó partida y que no la necesita, que "esos 200 millones de pesos se los den a la Junta Central Electoral". Con eso se pretende comprar a legisladores de la oposición cuando llegue el momento…
No está de más recordar que la mayoría congresual que tiene el gobierno le costó al país 5 mil millones de pesos sin contar con la represión de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional. Eso no se vio en las elecciones que ganó Hipólito Mejía en el 2002 cuando ganó su mayoría.
La dictadura de minoría del presidente Fernández es una vergüenza. Lo que está sucediendo en el Congreso, en ambas cámaras, es penoso para un país que se dice democrático.
La última reforma fiscal fue rechazada en vistas públicas, en comunicados publicados en espacios pagados en todos los diarios por los empresarios y comerciantes, por los partidos de oposición, los sindicatos y las asociaciones de profesionales, por considerarla innecesaria. Pero el Gobierno la impuso en un Congreso ridículo que no es más que un sello gomígrafo del gobierno y de los 25 miembros del Comité Político del PLD. Todas las fuerzas vivas del país se opusieron a la reforma fiscal. Hubo como nunca antes un consenso en ese sentido. Todas esas fuerzas políticas, económicas y sociales coincidieron en recomendarle al gobierno reducir sus gastos e imponer un riguroso plan de austeridad. Pero el presidente Fernández se burló. No redujo el gasto público, no sacrificó las botellas, ni a las bocinas.
El presidente está imponiendo un Metro que nadie quiere. Dictadura de minoría.
El presidente ha reducido las libertades públicas a través de un estado de sitio a partir de las 12 de la noche. Dictadura de minoría.
El presidente ha imponiendo un presupuesto general subvaluado en más de 60 mil millones de pesos, un verdadero desastre en su elaboración, que los legisladores no han leído siquiera porque fue entregado tarde. Dictadura de minoría.
El presidente Leeonel Fernández quiere imponer su reelección utilizando su dictadura de minoría.
Los partidos de oposición, los empresarios y comerciantes, las organizaciones populares y democráticas tienen que enfrentar al presidente Fernández para impedir que la dictadura de la minoría siga dirigiendo los destinos del país.
Esa dictadura de minoría es un verdadero peligro para la paz social y para la caricatura de democracia que "disfrutamos" actualmente.