Tanto hablan y tanto hacen altos dirigentes de los partidos políticos, que llega un momento en que nada de lo que hagan o digan, aunque sea beneficioso o verdad, tiene importancia ni es creible para la gran masa, mayoría necesaria para sostener un liderazgo. Hablar de camapaña sucia a lo interno del PRD en boca precisamente de quienes comenzaron con la misma, es una forma de burlarse, o pretender hacerlo, de la inteligencia del pueblo, quizás y sin quizás no culto ni estudiado, pero que no tiene nada de tonto para no usar otra palabra.
Pretender que se les crea a los que prometieron no ser ni hacer una cosa, y luego la hicieron, es jugar a la desmemoria de los dominicanos que tanto daño nos ha hecho.
Querer de nuevo venir con intenciones de posponer la convención del PRD, es la forma más clara y directa de desnudarse ante la evidente superioridad de Vargas Maldonado, alguien que no ha sido precisamente ente de división ni de insultos, que ha iniciado un nuevo hacer en la política nacional cuyas ventajas ha cosechado en abundancia, demostración de que al pueblo no le gusta que jueguen sucio, ni que se quiera descalificar por descalificar.
Hablar de transparencia, negar lo que fueron, hicieron o dijeron, darse golpes de pecho cuando se pasaron cuatro años mamando de la teta nacional, y acompañaron, cuando no auparon, a Hipólito Mejia en esa barbaridad de pretender reelegirse es la mejor manera de que el pueblo definitivame-nte sepa que en ese grupo no están precisamente ni los mejores perredeístas, ni los más amantes y respetuosos del sentir y del ser dominicano.
Por suerte para el país, y para el PRD ahí adentro hay hombres de la valia y la seriedad de un José Rafael Abinader, alguien incapaz de dejarse utilizar para oscuros fines, cuando la fuerza del voto y la razón le dé en la cara, y algunos hoy como ayer, obnivlaso y ensorbecidos quieran retrotraer al PRD a las malditas divisiones del pasado.