De la misma manera que los demás auscultan e intentan interpretar nuestros rostros, por razones de supervivencia, de idéntica forma nosotros también observamos y desciframos, hasta donde podamos, las caras de los otros. Igualmente, cuando estamos en la calle podemos distinguir entre un taxi, un autobús, o un vehículo privado; así de la misma manera podemos inferir que una persona está contenta, o bien, que tiene intenciones agresivas, por poner dos ejemplos opuestos.
En ciertas ocasiones extremas es preciso realizar esa interpretación facial en cuestión de segundos, ya que un error nos puede salir muy caro, inclusive, costarnos la vida. Naturalmente, que esas deducciones toman en cuenta el resto del cuerpo de la otra persona, es decir, lo que se ha llamado el lenguaje corporal, sin embargo, la cara juega un papel fundamental.
Se sabe que de un rostro lo que más información aporta a los demás son los ojos, por eso se ha dicho que son como el espejo del alma, o dicho de otra manera, nos indican cómo es una persona. En la cara también está la boca, que aporta información igualmente, aunque menos que las manos.
Los ojos son como una calle de doble vía, ya que con ellos vemos, y a la vez somos vistos por los demás. Hay un gesto universal que se hace con los ojos, o mejor dicho, con los músculos y con la piel que los rodean, y se conoce como el “flash de ojo”; que ocurre cuando abrimos los ojos, por ejemplo, en un encuentro inesperado y agradable con otra persona, y por igual, cuando expresamos sorpresa por algo. Este ademán se hace en todas las culturas, repito. Esto es independiente de la dilatación de las pupilas que se produce cuando algo nos gusta, desde un plato de comida apetecida hasta un ser querido. No nos referimos al aumento o contracción pupilares en función de la cantidad de luz en un ambiente determinado.
Tanto si resaltamos los globos oculares, o no, al interactuar, o al expresarnos; o bien, cuando mostramos nuestros sentimientos, movemos los músculos de la cara, y de esa interacción surgen con el tiempo las arrugas, también conocidas como pliegues, dobleces o surcos. Todo ello debido al tira y afloja de los 22 músculos de la expresión que tenemos a cada lado de la cara.
Existen otros muchos factores que influyen en la aparición de las arrugas de un rostro, tales como: la edad, y ya se sabe que mientras más envejecemos más arrugas aparecen; la raza, puesto que los caucasianos envejecen más rápidamente; la alimentación, porque no es lo mismo desayunarse con crema de langosta que comerse un pan barato; los cuidados que le dispensemos a la piel de la cara, debido a que hay diferencias sustanciales entre tratársela con crema de placenta que lavarse la cara con un jabón indebido; a las enfermedades que se padezcan, porque algunas de ellas producen dolores agudos; a la ley de la gravedad que hace que todo se caiga con el tiempo incluyendo la piel; la profesión también afecta, ya que no es igual ser marinero a la intemperie, que trabajar en una oficina en un ambiente climatizado; el idioma que se hable es importante, porque para articular las palabras es preciso colocar los labios de ciertas maneras; los deportes que se practiquen, si es, por ejemplo, vólibol de cara al sol eso influye; las gesticulaciones que hagamos son fundamentales, el clima es importante, los hábitos de dormir, los vicios, la herencia, el estrés, la condición de la vista, el tipo de cutis, y así por el estilo.
Se sabe que la piel de la mujer es más delgada, más suave y más transparente que la del hombre, y ese es un factor importante en la aparición de las arrugas de un rostro. Hay que tener en cuenta, además, que en la cara los músculos están unidos a al piel, y en el resto del cuerpo están adheridos a los huesos. Esta es una propiedad que favorece la expresividad, pero si abusamos, aparecerán más arrugas con anterioridad.
En el rostro también se verifican los llamados impulsos cruzados, es decir, que si miramos una cara de frente y la dividimos en dos mitades trazando una línea imaginaria vertical por el centro; el lado derecho de la cara está regido por el hemisferio cerebral izquierdo, y el costado izquierdo por el hemisferio derecho.
Pero lo qué sucede es que cada hemisferio cerebral está especializado, por así decirlo, y el derecho, -que controla el lado izquierdo del cuerpo-, se encarga de las facetas no verbales de nuestra personalidad; es también el que sirve para agrupar mentalmente las cosas, y tiene muy poco sentido del tiempo. Se emplea, por igual, para las relaciones espaciales, y es por lo tanto el lado de la creatividad, de la imaginación y de las corazonadas.
Por el contrario, el hemisferio cerebral izquierdo, -que rige el lado derecho de nuestro cuerpo-, es el que se especializa de todo lo que sea verbal, analítico, abstracto, que se relacione con el tiempo, con lo racional, y con el empleo de números. Es el costado del cálculo y de la premeditación.
Teniendo en cuenta lo anterior, pasemos a analizar las arrugas del rostro: Es necesario tomar en cuenta que cuando en un rostro aparecen dos o más surcos predominantes, hay que sumar, por decirlo de alguna manera, los significados de los mismos. Por ejemplo, a título de ilustración, si una persona es diplomática y pedante, no es lo mismo que sea diplomática y agresiva; es decir, las resultantes serán diferentes.
También hay que señalar que hay arrugas que se pueden cruzar, como les ocurre en la frente a ciertas personas, que tienen esa área del rostro como un “tablero de ajedrez”, en cambio hay otras que a algunas personas se les convierten en una a continuación de la otra, como sucede a los lados, en los llamados cachetes, mofletes, mejillas o carrillos.
1.- La arruga número uno, casi siempre suele salir a un lado de la frente. Se trata de pequeños arcos, entre tres y cinco, normalmente. Esta es típica de las personas escépticas, que desconfían del otro, y de las incrédulas.
2.- La número dos es vertical y va desde la base de la nariz hacia arriba. En la mayoría de la gente que la tiene, la arruga mide poco, pero a determinadas personas les llega hasta el nacimiento del cabello arriba. Expresa concentración, o preocupación. También aparece cuando se padecen dolores intensos, o bien, en los casos en que se tenga que defender mucho del sol o de una luz intensa. Otros la desarrollan por problemas de la visión.
3.- Las famosas “patas de gallina”, que salen entre la sien y el rabillo del ojo, acostumbran a salirle a la gente muy risueña y de sonrisa fácil; de la misma manera, ocurre con los sujetos con problemas visuales y los que tienen que protegerse del sol o de una luz fuerte.
4.- Las ojeras que aparecen debajo de los ojos, indican excesos de cualquier tipo; desde falta de sueño, hasta una resaca, pasando por el agotamiento físico, o por el sexo, etc. En algunas personas, por razones hereditarias, en particular ciertas de origen árabe o hindú, tienen esa mismas ojeras permanentemente, no obstante, si cometen excesos, el color se verá más oscuro o saturado.
5.- La arruga de la risa aparece a un lado de los mofletes, cachetes, carrillos o mejillas. Sale al lado del surco de la resignación. Quien interpreta las arrugas debe de deducir, principalmente por la forma de la boca y por las patas de gallina, si las tuviese, de cuál arruga se trata.
6.- Existen unos pliegues finos que acostumbran a salirles a las personas irritables o irascibles. Aparecen a los lados de la nariz. Es como si todo les “oliera mal”. También los desarrollan aquellos que quieren aparentar lo que no es, o sea, como una manera de disimulo.
7.- A partir de la comisura de los labios, en sentido horizontal, se desarrollan unas arrugas que parecen prolongaciones de la boca, y son típicas de los dependientes, diplomáticos, etc.; es decir, de gente que tiene que tratar a otras personas y que se ve forzada a sonreír por conveniencia, por educación o por las circunstancias. Expresa cinismo, hipocresía, y en el mejor de los casos, diplomacia.
8.- Saliendo de las comisuras la boca, también, pero en sentido vertical hacia abajo, está la arruga de la amargura. Cuando el pliegue es el diagonal hacia fuera, puede significar, ensimismamiento, o locuacidad.
9.- Si volvemos a la frente, encontraremos unas arrugas horizontales, que expresan pedantería, orgullo, engreimiento, sensación de autovalía, etc. En algunas enfermedades mentales hacen su presencia, tales como el delirio de grandeza, la paranoia típica, y así por el estilo. Cuando las arrugas de la preocupación-concentración las cruzan las de pedantería perpendicularmente, se produce el efecto de “tablero de ajedrez”, en la frente, como ya se comentó.
10.- Hay una arruguitas que serpentean la frente de la gente que se compunge, o que se aflige. Son una especie de altos relieves verticales, que pueden confundirse fácilmente con las arrugas de la concentración-preocupación. También salen a partir de la raíz de la nariz. Suelen ir acompañadas de una boca que estuviese a punto de llorar, con una protuberancia hacia adelante, lo que se llama hacer pucheros.
11.- Hay otro surco pequeño horizontal que se presenta en la raíz de la nariz. Expresa agresividad, propensión al ataque, o al mal humor.
12.- Ya mencionamos la arruga de la resignación, que aparece en la mejilla, al lado del pliegue de la risa. En ciertos casos, este surco se une con la de la amargura o con la del ensimismamiento, y producen un solo pliegue.
13.- Hay una serie de arruguitas que salen alrededor de la boca verticalmente, en especial a las mujeres, que se caracterizan por tener mucho carácter, con mucho autocontrol, disciplina, y fortaleza de espíritu. Son féminas que se imponen sobre los demás y a quienes les gusta controlar y mandar. Estos pequeños pliegues son típicos de las monjas, de las “jamonas”, y de las mujeres que son militares.
Hay que aclarar que el carácter está dominado por la voluntad, o sea que responde a una actitud modificable, a un cálculo, a una premeditación y a un convencimiento; en cambio, el temperamento viene dado por aquel conjunto de impulsos, pasiones y sentimientos considerados como intocables, por ser más “primitivos”, los cuales fluyen de una manera espontánea y libre, por lo que no son modificables.
Es mucho lo que expresa un rostro y sus áreas aledañas, como el cuello, cuyas arrugas son una muestra inequívoca de los años que se tienen encima.
Como se sabe existen numerosas formas de disimular una cara, o de alterarla, modificarla o incluso cambiarla. Entre los factores naturales tenemos el peso corporal, porque si alguien es muy mofletudo por la gordura, las arrugas a los lados de la cara le saldrán más arqueadas, si acaso. En los hombres están la barba y el bigote, y algo menos las patillas, que pueden hacer cambiar sustancialmente el aspecto. El bronceado de piel, influye en el aspecto general.
En cuanto a los procesos artificiales, el más fácil y barato es el maquillaje, pero también están las cirugías que tienen efectos más permanentes, los implantes, las inyecciones de colágenos, de botox, etc. Ya se han realizado transplantes completos y parciales de cara, según nos cuentan las noticias. Indirectamente, hasta el peinado también influye en el “look” de un rostro.
Ya vimos que la edad es uno de los principales factores que inciden en la aparición de las arrugas, pero no se preocupen, que el tiempo no pasa, es uno quien pasa en el tiempo.