Si el ingeniero Miguel Vargas Maldonado gana, como en efecto parece, la convención del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) pautada para el 28 de este mes se deberá a una eficaz estrategia que supo articular el trabajo interno con una nueva imagen externa de esa organización, así como a los sentimientos de cambios políticos que palpitan en la sociedad dominicana.
El carisma como condición sine quo nom del liderazgo político ya forma parte del pasado, lo mismo que otra concepción weberiana que justifica la mentira y la demagogia como armas del éxito; hoy, el ejercicio político se apoya más en la eficacia que deriva de la capacidad, el conocimiento y el éxito personal y profesional para mejorar las condiciones de vida de las mayorías que en el mesianismo puro y simple.
Sin negar méritos y experiencias que dignifican el quehacer político a la doctora Milagros Ortiz, su perfil la convierten en un valioso activo social y en un calificado rival para cualquier candidato. Pero su amparo en tradiciones y principios que han perdido vigencia y otros factores parecen limitar sus condiciones para capitalizar la necesidad de cambios que sintetizan los nuevos esquemas.
Ese perredeísmo que cumplió en la conquista del respeto de los derechos humanos y las libertades públicas afronta hoy otros retos que hacen necesaria la reestructuración de esa dirigencia anclada en el pasado, aunque, sin embargo, puede legar experiencia y sabiduría a la nueva generación que lucha por un espacio y de la que el ingeniero Vargas Maldonado es de los principales exponentes. Porque aporta, como sostiene el diputado Henry Sarraf, una imagen más fresca y confiable al adusto rostro del perredeísmo.
Sarraf, también un exitoso profesional de la ingeniería, es un perredeísta histórico, que en 1977 tuvo la visión y osadía de proclamar la candidatura presidencial del fenecido licenciado Jacobo Majluta durante un acto organizado por la juventud del PRD en el parque de Moca, y que está al frente de la campaña por la nominación presidencial en la región Sur del ex secretario de Obras Públicas.
Si he citado al también diputado, que concibió e impulsó aquel controversial proyecto de la Ley de Lemas, es por el sentimiento de renovación y cambio que, despejado cualquier ingrediente pasional, dice haber observado en sus recorridos proselitistas por los rincones más empobrecidos de la geografía.
Los conflictos que ha protagonizado la cúpula del perredeísmo y la exitosa misión que hasta cierto punto ha cumplido la organización, que sus dirigentes no han sabido reivindicar, validan la consigna en alas de la cual Vargas Maldonado ha cabalgado su campaña de "Por un nuevo PRD". Pero ese nuevo PRD no puede ser sólo de rostros frescos y agradables, con todo y lo mucho que se requiera en los avatares partidarios, sino de propuestas viables, que reflejen capacidad e innovación.
Con los vientos que soplan en el perredeísmo y los sentimientos que laten en la sociedad dominicana, es probable, como dijo César al cruzar el Rubicón, que en esta etapa del perredeísmo la suerte esté echada.