El doctor Bernardo Defilló es un eminente cardiólogo y ciudadano ejemplar, que ha prestado valiosos servicios a la sociedad. El deseo de servir lo llevó a ocupar la Superitendencia de Salud y Riesgos Laborales, una entidad en la cual no sólo creó la plataforma, sino desde la cual impulsó la aplicación de ese elemento básico del sistema de seguridad social. Como no estaba condicionado por un cheque o los privilegios que derivaban del cargo, no temió rozar intereses políticos y económicos.
Esos intereses le pasaron factura, pero quedó la lección y la satisfacción. Probó que dados todos los requisitos técnicos si el seguro familiar de salud no estaba en vigencia era única y exclusivamente por falta de voluntad política. Esa proclama enojaba al sector políticamente más influyente del empresariado, así como a esferas importantes del propio Gobierno, los cuales convergieron al final para botar a Defilló de la Superintendencia de Salud. Sin importarles sus méritos, y valiosos aportes.
Pero Defilló, que no es de esos profesionales incompetentes que han triunfado gracias a la política, no es el único que ha pagado caro su eficiencia y vocación de servicio. También el ingeniero César Sánchez es víctima de una trama tan burda con su sometimiento por supuesta malversación de fondos, que delata a sus propulsores.
En un medio en que siempre se busca esquilmar al Estado, el delito del ex administrador de la Corporación de Empresas Eléctricas Estatales (CDEEE) fue disponer de recursos de los bonos soberanos, que habían sido asignado para la construcción de la autopista eléctrica Santo Domingo-Santiago, para superar una de las tantas crisis del descalabrado sector. La parte restante, unos 1,500 millones de pesos, fueron devueltos a la Tesorería después que una obra que todavía espera se consiguiera un préstamo externo.
En los umbrales de un proceso electoral con un Presidente empeñado en reelegirse había que ser muy responsable para reintegrar recursos al erario en lugar de buscar algún mecanismo legal para dilapidarlo. Pero César Sánchez, en un país donde la corrupción campea por sus fueros, devolvió hasta el último centavo, documentando la operación.
Al resultar tan insostenible, el sometimiento es visto como pretexto, en retaliación al conflicto del presidente Leonel Fernández con el ex administrador de la CDEEE originado a raíz de la quiebra del Banco Intercontinental (Baninter). El director del Departamento de Prevención de la Corrupción, doctor Octavio Líster, se ha ocupado de afianzar la percepción con su renuencia a comparecer como testigo de descargo a las audiencias que se han celebrado.
La cancelación de Defilló y el sometimiento de Sánchez son signos que contrastan con la eficiencia, la vocación de servicio, la transparencia y el desarrollo; que dejan perplejo incluso a quienes prefieren vivir la vida, en lugar de entenderla. Sé que con sus decisiones políticas, pero que por costarme tanto asimilarlas he pensado si también yo estoy como Canuto, aquel personaje del folclore español que era cada día más bruto.