BEIJING, 23 ene (IPS) – La actitud furtiva de China respecto de su creciente poderío militar reaviva el debate internacional acerca de tomar en cuenta o no este asunto. Beijing reconoció este martes haber realizado una prueba con un misil capaz de destruir satélites, que había sido informado cuatro días antes por agencias de inteligencia estadounidenses.
Empero, se negó a dar explicaciones acerca de los motivos de la prueba balística, la primera de este tipo en más de 20 años, a pesar del coro de preocupaciones suscitado desde Tokio hasta Canberra y Washington.
El hecho cobra relevancia porque muestra que China domina la tecnología necesaria para localizar y destruir satélites espías de otras naciones. Este país puede utilizar ese "control del espacio" como influencia para ayudar a impulsar su creciente poder en la región asiática y fuera de ella.
China abatió un viejo satélite, utilizado para pronósticos climáticos, con un misil de tierra el 12 de enero, según informes estadounidenses, dispersando sus restos que pueden llegar a dañar a otros satélites al quedar en órbita durante años.
El incidente exaltó los ánimos de la prensa internacional ante la posibilidad de que se desate una carrera armamentista espacial.
Pero la prensa oficial china no se hizo eco del asunto ni de la controversia posterior.
Por su parte, la cancillería subrayó el interés de Beijing por hacer un uso pacífico del espacio.
"China se opone al uso de armas en el espacio y a toda forma de carrera armamentista", declaró el portavoz de la cancillería china, Liu Jinchao.
Varios expertos en seguridad consideran que la capacidad militar china tiene un retraso de al menos dos décadas respecto de la de Estados Unidos y de la de otras potencias occidentales en cuanto a tecnología y habilidad para coordinar operaciones conjuntas de sus fuerzas.
Beijing dejó en claro sus intenciones de transformar a su Ejército Popular de Liberación en una fuerza militar moderna e impulsó la compra de armamento para achicar la brecha.
El número de efectivos disminuyó drásticamente desde los cuatro millones de soldados que tenía a fines de la década del 70 a 2,3 millones a fines de 2005 en este país de más de 1.300 millones de habitantes.
El gasto militar en 2006 totalizó 36.300 millones de dólares, 14,7 por ciento más que el año anterior, es decir que aumentó más rápido que el crecimiento de su economía.
Pocos cuestionan la necesidad de China de elevar su gasto militar para que su poderío refleje el crecimiento general de su economía, pero la incógnita para los analistas en materia de defensa es la falta de transparencia demostrada por Beijing a este respecto.
Especialistas en defensa estadounidenses arguyen que un velo de misterio cubre a todo lo referente al ejército chino, desde su presupuesto anual hasta sus intenciones a largo plazo.
El gasto chino en defensa supera, según un informe anual del Pentágono, sede del Departamento (ministerio) de Defensa estadounidense, del año pasado, en dos o tres veces la cifra oficial de 36.300 millones de dólares.
El documento del Pentágono exhorta a este país a compartir más información acerca del estado de modernización de su ejército. "Dada la ausencia de gran transparencia, es comprensible que las reacciones internacionales respecto del crecimiento militar de China se centren en esas incógnitas", señala el informe.
Pero este país desestima esas críticas alegando que Estados Unidos se siente intimidado por su crecimiento económico y militar y quiere mantenerlo bajo control.
"Hegemonía y políticas energéticas" sustentaron la resurrección de la "amenaza china" de los últimos años, según un documento especial en materia de defensa publicado por este país el mes pasado.
"Un pequeño número de países provocaron un alboroto entorno a una 'amenaza china' e intensificaron su estrategia de prevención contra China" en un intento de "mantener controlada su evolución", señala el documento.
Para algunos analistas, la única intención del informe anual del Pentágono es justificar su venta de armamento sofisticado a Taiwán.
"Debido a que desde hace un tiempo Taipei estancó la cuenta por la adquisición de armas estadounidenses, el Pentágono está molesto y necesita advertir acerca del cambio en el equilibrio de poder a favor de China continental", señaló el experto de la Universidad de Defensa China, Jin Yinan.
China sigue reclamando a esa isla como parte de su territorio a pesar de que hace 60 años que, de hecho, es independiente. El objetivo clave del ejército chino es afrontar a las fuerzas independentistas insulares.
Los esfuerzos del ejército por construir un portaaviones y desplegar más misiles de corto alcance a lo largo de su costa oriental pretenden evitar una declaración de independencia formal de Taiwán y tener la posibilidad de desembarcar a la fuerza en la isla.
Después del ensayo balístico de este mes, Taiwán cuestionó el compromiso de Beijing hacia el mantenimiento de la paz en el espacio y denunció que hay 900 misiles del continente dirigidos hacia la isla.
"El incidente perjudica a la seguridad regional. No se ajusta al 'crecimiento pacífico' de China comunista. Dicen una cosa y hacen otra", declaró el lunes el portavoz del gabinete Cheng Wen-tsang.
Los diferentes mensajes de destacadas figuras civiles y militares de Beijing acerca de asuntos de interés como la política nuclear, sólo logran elevar las preocupaciones del mundo respecto de las ramificaciones de su potencial militar y económico.
El documento creado por Beijing el mes pasado en materia de defensa señala que China recorre un camino de "desarrollo pacífico", pero subrayó que el poderío militar del país debe crecer al mismo "paso" que la expansión de su economía para proteger sus crecientes intereses en el mundo.
El ensayo balístico coincide con un debate que China y Estados Unidos mantienen en la Organización de las Naciones Unidas acerca de la política nuclear espacial.
El presidente estadounidense George W. Bush firmó el año pasado una orden que reafirma el derecho de su país a negar el acceso a sus adversarios al espacio con propósitos hostiles. El lanzamiento de este mes, realizado sin advertencia previa ni explicación, fue percibido como un desafío indirecto a la supremacía espacial estadounidense.
"Esperamos comprender mejor las intenciones precisas y los detalles que rodean a este ensayo, así como otros programas que vayan a desarrollar en el futuro", declaró el lunes el portavoz de la cancillería de Estados Unidos, Steve Mc Cormack.(FIN/2007)