MÉXICO, ene (IPS) – Felipe Arizmendi, el obispo católico de la meridional diócesis mexicana de San Cristóbal de las Casas, cuna de la atípica guerrilla zapatista, advirtió que el Vaticano, que le ha restringido potestades, no entiende sus planes pastorales ni las particularidades de su grey mayoritariamente indígena. "Lamento la mala comunicación (con el Papa), pero insistiremos en aclarar que aquí no promovemos una iglesia autónoma, sino autóctona, lo que está plenamente reconocida por el Concilio Vaticano II ", dijo el prelado en entrevista con IPS.
Según órganos directivos de la Iglesia Católica, en esa diócesis del estado mexicano de Chiapas hay problemas "ideológicos", pues a su entender se promueve una iglesia autónoma. Con ese argumento, reiteró esta semana que se mantiene sin cambios la prohibición, hecha en 2001, para que Arizmendi ordene nuevos diáconos indígenas.
"Ya hemos explicado varias veces nuestros planes y hemos hecho cambios, pero no nos entienden. Insistiremos, aunque reconozco que la distancia y las realidades diferentes no facilitan la comunicación", señaló el obispo vía telefónica desde sus oficinas en la colonial ciudad de San Cristóbal de las Casas, en el meridional estado de Chiapas.
En una carta enviada a Arizmendi por el prefecto de la Congregación para el Culto Divino y Doctrina de los Sacramentos, cardenal Francis Arinze, y que fue publicada en el último número del boletín del Vaticano "Notitiae", se indica que los planes pastorales de la diócesis de San Cristóbal contienen "graves ambigüedades doctrinales y pastorales" que deben corregirse.
Entre ellas, apunta, hay una solicitud para permitir la ordenación sacerdotal de indígenas casados, una afirmación que es negada por Arizmendi.
El obispo Arizmendi es obispo de San Cristóbal desde mayo de 2000, cuando sucedió a Samuel Ruiz, a quien el Vaticano también criticó varias veces por sus posturas afines a la "Teología de la Liberación" y fue tildado de "obispo rojo.
Como prelado "apoyo plenamente" el celibato y la condición de soltería para quienes deseen ser sacerdotes, afirmó.
"Estuve en el Vaticano en octubre y ya lo aclaré. Pero si en México (la capital) a veces no nos entienden, imagine lo puede pasar con el Vaticano", expresó.
El religioso, que constantemente denuncia la pobreza y las violaciones a los derechos humanos que sufren los indígenas y que además en un crítico del sistema político imperante, indicó que seguirá buscando la aprobación de sus planes pastorales.
Lo que demanda Arizmendi es básicamente que el Vaticano levante la prohibición para ordenar diáconos indígenas. "Tenemos 330, pero muchos ya están viejos y enfermos y no pueden apoyar a la Iglesia, así que yo espero que podamos tener unos 200 o más que son los que necesitamos", apuntó.
La diócesis de San Cristóbal de las Casas atiende una área de 37.000 kilómetros cuadrados, que está habitada por 1,5 millones de habitantes, en su gran mayoría indígenas.
"Para toda esta zona, donde los caminos son malos o no los hay, tenemos apenas 330 diáconos, 84 sacerdotes y 8.000 catequistas, lo que es a todas luces insuficiente", señaló el obispo.
En febrero de 2001, el Vaticano le ordenó suspender la designación de diáconos indígenas con el argumento de que los ya nombrados no parecían tener una formación "sólida y equilibrada".
El diácono, un ministro eclesiástico de grado segundo en dignidad, detrás de los sacerdotes, puede asistir en los sacramentos religiosos y realizar labores misioneras a nombre de la Iglesia Católica. También se permite que sea casado a diferencia de los sacerdotes.
Para el experto en religiones y columnista Bernando Barranco, detrás de esa prohibición está la desconfianza del Vaticano sobre los posibles vínculos que aún existen entre sectores del clero y el insurgente Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), así como del modelo eclesial indigenista que desde hace 50 años se viene perfilando en la diócesis de San Cristóbal de las Casas.
Se sabe que varios ex catequistas y misioneros indígenas son parte de la dirección del EZLN, una organización que se levantó en armas en enero de 1994 en el estado de Chiapas, pero que desde la segunda semana de ese mismo mes actúa como un grupo no violento que pugna por cambios políticos en México.
El obispo Ruiz, que dirigió la diócesis de San Cristóbal de las Casas durante 40 años hasta su retiro obligatorio por edad, impulsó la formación de diáconos y sacerdotes indígenas, siguiendo los postulados de la "Iglesia Autóctona", reconocida en el Concilio Vaticano II, el cónclave realizado entre 1961 y 1965 que revolucionó a los católicos.
El trabajo de Ruiz alentó la organización social de los indígenas y su demanda por mejores condiciones de vida. Es sobre ese legado que se levantaron en armas los zapatistas, con la oposición declarada de la diócesis de San Cristóbal.
Asesores del hoy fallecido papa Juan Pablo II que habían cuestionado el trabajo de Ruiz resolvieron poner fin a la ordenación de diáconos entre los indígenas con el fin de "normalizar la vida religiosa" en San Cristóbal. Con la llegada al papado de Benedicto XVI, se mantuvo esa postura.
Arizmendi, que continuó más o menos la misma línea religiosa de Ruiz, insiste en que se levante la prohibición para ordenar diáconos, los cuales en el caso de Chiapas son propuestos por las comunidades indígenas, aunque finalmente son designados por él obispo.
El número de diáconos en San Cristóbal de las Casas, que es el mayor entre las diócesis católica de México, es considerado excesivo por el Vaticano.
Tal postura, según Arizmendi, parte de un desconocimiento de la realidad de sus diócesis, donde muchas poblaciones indígenas están aisladas de los centros urbanos y de los caminos primarios.
El obispo aseguró que el gran crecimiento que registran "otras denominaciones religiosas (protestantes)" entre los pueblos indígenas de Chiapas se debe a la falta de suficiente personal religioso católico, entre ellos los diáconos. (FIN/2007)