Le estoy dando seguimiento con mucha atención al problema de las drogas. Lo he hecho desde hace muchos años, no de ahora, porque mi ejercicio profesional ha estado estrechamente vinculado del periodismo judicial. Y este momento, trabajando de manera directa en la DNCD, me he dado cuenta de la magnitud del problema. En mi condición de vocero del mayor general Rafael Radhamés Ramírez Ferreira, presidente de la DNCD, o más bien portavoz de la agencia antidrogas, tengo la oportunidad de palpar asuntos que estremecen. El de los menores en drogas es el primero, seguido por el de las llamadas ‘mulas’ contratadas para llevar narcóticos al exterior.
Es un problema delicado. Eso lo sabe el presidente de la Suprema Corte de Justicia, Jorge Subero Isa, quien se suma a los que reclaman acciones mayores y drásticas contra el narcotráfico. La misma observación hace el magistrado Radhamés Jiménez, jefe de los fiscales, pero ambos deben entender algo que plantearé más adelante.
Subero Isa, quien se caracteriza por ser claro y preciso en sus pronunciamientos, reclama un ataque frontal contra el narcotráfico, que es lo mismo hacia sus patrocinadores. Eso lo está haciendo la DNCD, organismo que libra una lucha de ‘campo abierto’ frente a este problema que afecta a la sociedad dominicana completa.
El máximo representante de la justicia está en sintonía con los representantes del clero, encabezados por el Nuncio Apostólico de Su santidad. Monseñor Timothy Broglio, encabeza la lista de prelados que se han pronunciado contra este monstruo de siete cabezas que ataca por todos los flancos y amenaza seriamente a nuestras familias.
Son los jueces que liberan a los narcos implicados en expedientes de drogas, de lo que deben estar enterados los magistrados Subero Isa y Jiménez. Si se quiere conocer esto solo hay que revisar los casos de muchos detenidos con drogas, una buena parte de los cuales son reincidentes apresados en puntos de venta de narcóticos.
Es decir que las acciones de parte de la DNCD, actuando con todo el rigor que establecen la Constitución y las leyes adjetivas, son siempre drásticas, nunca más allá del arresto. El resto compete a los fiscales, como jefes de las investigaciones, quienes deben presentar los detenidos ante los jueces.
Sin embargo, resulta que de pronto, es decir como un ‘quítame esta paja’ o más rápido que ‘cucaracha en gallinero’, los delincuentes están de nuevo en las calles, probablemente con los agentes actuantes en los casos convertidos en delincuentes, partiendo de las acusaciones hechas en pleno estrado por los abogados y sus detenidos.
Los traficantes de drogas pasan de victimarios, tomando en cuenta la letal agresión social que cometen, a víctimas. Y eso es inconcebible. Solo hay que acudir, como espectador, a una audiencia en que un juez conoce un expediente instrumentado por el Ministerio Público para que observar el lodo que se lanza contra la DNCD.
La energía que reclaman Subero Isa y Jiménez contra el narcotráfico tiene que ser compartida, es decir debe provenir de la DNCD, de los fiscales y de los jueces. Si eso ocurre a los delincuentes que salen vuelven a la calle con tanta facilidad les sería escabroso volver a sus andanzas. Su destino sería un calabozo en La Victoria.
Son muchos los factores que la DNCD tiene en contra para luchar de manera efectiva contra las drogas, al margen de que en su interior haya gente que merezca ser parte de la misma, tomando en cuenta de sus desmanes y complicidades con quienes manejan en asqueroso mundo del tráfico de narcóticos, en amplia y estrecha escala.
Ahora que la Iglesia ha dejado escuchar su voz, lo que no es nuevo, otros sectores se deben agregar, como lo ha hecho personalmente Subero Isa, para que la lucha sea decidida contra quienes empujan a nuestros hacia el borde del precipicio. Todavía, creo yo, hay tiempo para responder.
Nunca antes como ahora la respuesta había sido tan contundente contra esa modalidad de crimen organizado, pero estoy entre los que creen que el esfuerzo debe ser mucho mayor. Así piensa el presidente de la DNCD, quien adopta cuantas medidas sean pertinentes para enfrentar esta situación, sabiendo él que la situación no es tan grave como era antes.
Sé, y lo digo con toda responsabilidad, que los equipos operacionales de la DNCD penetran a lugares que antes ni por asomo se atrevían a llegar. Y los que conocen como se maneja el mundo de las drogas, en materia de combatirlas, saben de que se trata, permitiéndome no entrar en consideraciones de otro tipo.
El resultado de la labor realizada por la DNCD en los últimos cinco meses y medio está ahí, a disposición de todos, como establece la Ley de Libre Acceso a la Información. No hay nada que esconder, porque allí se trabaja de cara al sol, sin importar de que muchos se atrevan a emplear el malvado recurso de la manipulación.
Es necesaria una convocatoria de Subero Isa, sea pública o soterrada, a sus subalternos de la judicatura, sin importar lo ‘independiente’ que sean estos, lo mismo que del honorable procurador, jefe de los fiscales, a los fines de que el Ministerio Público sea diligente en su responsabilidad en procura de sanciones para quienes atentan contra la familia.
Los medios de comunicación, como lo están haciendo ahora, los empresarios, las iglesias (en todas sus denominaciones) deben ponerse a tono con los prelados para luchar en conjunto contra este fatídico mal de las drogas, en el que sin dudas hay envueltos muchos intereses. Ese es el engendro principal de la violencia.
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