El Partido Revolucionario Dominicano realizó su convención y eligió libremente a su candidato presidencial sin que se produjeran incidentes que empañaran las votaciones. Las bases del PRD acudieron en paz a votar en lo que constituye una verdadera muestra de civismo y de amor por su organización política.
No hubo violencia, robo de urnas, compra de votos, ni denuncias de fraudes. Todo pasó en calma.
Muchos esperaban con ansias que se produjeran desórdenes, heridos, muertos y presos. Que el caos caracterizara el proceso de votación para justificar críticas y situaciones de hecho que debilitaran y deterioraran la ya deteriorada imagen del PRD. Pero se les peló el billete, pues todo transcurrió en calma. El PRD no parecía el PRD. La gente se portó civilizadamente. Dirigentes y dirigidos dieron muestra de madurez.
La convención del PRD no terminó, como querían muchos dentro y fuera del PRD, como la fiesta de los monos… No se armó la de Troya. Les salió el tiro por la culata.
Para sorpresa de muchos, los dirigentes de la Corriente Unitaria se comportaron a la altura de las circunstancias aceptando la derrota antes de que se emitiera el primer boletín, lo cual habla muy bien de todos, principalmente de la doctora Milagros Ortiz Bosch que a pesar de sus constantes denuncias de anomalías, no le regateó el triunfo a su oponente, dando muestra de coherencia en lo que ha sido su estilo de vida pública.
"El que ganó, ganó, y el que perdió, perdió".
La diferencia entre Miguel Vargas Maldonado y doña Milagros era del cielo a la tierra.
Hace meses el ex presidente Hipólito Mejía vaticinó "un 80‑20". ¿Lo recuerdan?
La penúltima encuesta de Ana María Acevedo, tan maltratada y vilipendiada cuando sus encuestas no favorecen a determinados candidatos, le daba un 89 por ciento a Vargas Maldonado. La última encuesta de Ana María, la que realizó a escasos días de la convención Miguel rondaba el 80 por ciento. Las propias encuestas de la corriente unitaria hablaban de una amplia victoria de Vargas Maldonado.
Con una diferencia de 60 puntos aproximadamente era imposible reaccionar de otra manera que no fuera bajar la cabeza y admitir la derrota, una derrota que no es sólo electoral, sino política.
Lo que pasó el domingo durante la convención no debe pasar desapercibido para los "presidenciables" de los "unitarios", ni para la dirección del PRD, pero sobre todo para el candidato Vargas Maldonado.
Más de uno en la Corriente Unitaria debería estar pensando jubilarse en el PRD y en la política. Más de uno debería abandonar sus aspiraciones presidenciales. El tiempo no pasa por pasar, va dejando huellas que ni las cirugías plásticas, ni los tintes en el pelo pueden borrar. Hay que saber cuando decir adiós, cuando partir, "serena la mirada, firme la voz", como dice Machado.
¿Dónde están los votos de la mayoría de los "presidenciales" de la Corriente Unitaria?
¿Dónde está el "arraigo popular", el "sólido liderazgo" de algunos de los unitarios?
¿Por qué los llamados "dirigentes históricos" han sido abandonados por las bases en los últimos años? ¿Por qué muchos "dirigentes" se han quedado solos?
¿Cómo es que un militante sin brillo, sin liderazgo reconocido, sin mayores luces intelectuales, sin tradición política a pesar de sus años de militancia en el PRD, un empresario, como un fantasma se aparezca, presente su candidatura presidencial y le gane, mucho a poco, a los dirigentes tradicionales, a los históricos, a las lumbreras del pensamiento político y sociológico del partido y del país? ¿Qué pasó ahí?
¿Cómo explicar el fenómeno Miguel Vargas Maldonado? ¿En los recursos? ¿En que tiene mucho dinero? ¡No basta! En el grupo unitario más de uno tienen tanto o más dinero que Miguel Vargas.
Las razones son otras más serias y más profundas, sobre las que algunos unitarios deberían sentarse a reflexionar para luego decidir su futuro en el PRD y en la política, porque las bases de su partido le han dado una lección. Que no se hagan los locos. Ese es el mismo grupo que enfrentó al ex presidente Hipólito Mejía y también recibió una pela, una derrota electoral y política.
No puedo terminar estas líneas sin dejar de reconocer el trabajo de la comisión que organizó la convención. Esos dirigentes del PRD debieron enfrentar muchos obstáculos que fueron salvados. Lo hicieron bien. También reconocer el trabajo de Orlando Jorge Mera y Ramón Alburquerque, secretario general y presidente del PRD, respectivamente.
Ahora es necesario recomponer las fuerzas del partido tanto a lo interno como a lo externo. El PRD ha perdido mucho terreno en la sociedad que debe recuperar. La dirección del partido no puede cederle su responsabilidad política al candidato, como ha ocurrido en otras ocasiones. Vargas Maldonado es el candidato del PRD, no ha sido elegido dueño del PRD, ni presidente del PRD. Los roles deben estar claros desde el principio para evitar confrontaciones inútiles que hagan más pesado el arduo camino que falta por recorrer. La guerra política‑electoral de cara al poder no ha comenzado.
Un candidato por bueno que sea, no garantiza el triunfo ni el poder. El que considere lo contrario es un estúpido político. Lo digo porque en el PRD hay muchos descerebrados políticos con rango de dirigentes.