Desde siempre he escuchado la teoría de que la política es circunstancial, con lo que se pretende dejar establecido que lo que hoy se presenta ante nuestros ojos de un color, mañana puede ser de otro matiz, aunque sea el mismo objeto. Sobre la base de ese concepto hemos visto pasar el tiempo y los hechos en realidad van confiriéndole visos de veracidad a ese precepto, cada día más arraigado entre nosotros.
Es por eso que el pueblo dominicano es testigo de excepción de los giros que están produciéndose a lo interno de los partidos Revolucionario Dominicano y de la Liberación Dominicana, entidades políticas que, en estos momentos, se presentan ante el pueblo diametralmente diferentes a como nos tienen acostumbrado.
El PRD se ha caracterizado por ser, además del partido más antiguo del espectro político nacional, el más desordenado y, en vía de consecuencia, el que mayor problemas internos ha acumulado, especialmente en sus últimos 30 años, es decir, desde que en octubre de 1977 se llevó a cabo aquella convención donde se eligió como candidato presidencial a Don Antonio Guzmán Fernández.
De ahí en adelante el camino se le tornó tortuoso a las huestes perredeístas, hasta el extremo de que las divisiones internas se convirtieron en algo cotidiano por lo que, cada vez que se aproximaban las convenciones, la gente apostaba a que se verían matizadas por el caos y el desorden… y así acontecía.
Jugar a esa suerte en esta ocasión, para escoger entre Miguel Vargas y Milagros Ortíz Bosch era lo más normal pero, ¡oh sorpresa!, los acontecimientos se produjeron completamente diferentes por lo que, aquellos que presagiaban un pandemónium como colofón de la convención perredeísta, se quedaron con el moño hecho, oliendo donde guisaban, porque la realidad ha sido que todo transcurrió tan armónicamente, que hasta los mismos dirigentes y miembros del PRD se han sorprendido porque, de un partido caótico ha pasado a ser una organización armoniosa.
Caso contrario se puede decir del Partido de la Liberación Dominicana, que se ha caracterizado por ser una entidad en cuyo interior siempre ha predominado el respeto mutuo y el apego a los principios y la disciplina, hasta el extremo de que era tomado como punto de referencia, cuando en el PRD, el PRSC o cualquier otra parcela política se producían inconvenientes y desavenencias entre sus dirigentes.
Sin embargo, de lo que somos testigos impávidos ahora es de que el PLD definitivamente se ha transformado en un partido del sistema, pues sólo le faltaba que abrigara en su interior rebatiñas infantiles, como ha sido norma en las otras organizaciones.
Ahora vemos cómo el presidente Leonel Fernández, por el hecho de perfilarse como uno de los pre candidatos presidenciales peledeístas, proporcionalmente recibe más ataques y críticas de sus compañeros que de la misma oposición, lo que presenta a ese partido como futura víctima sino de una terrible división, por lo menos resentida de lo que se observa en el horizonte.
Por los momentos actuales tanto del PRD como del PLD es que, al inicio de esta columna, recuerdo lo que siempre se ha dicho, en el sentido de que la política es circunstancial. Así de sencillo.