Como un miembro de la generación nacida en la década del 50 podemos recordar la idea de la revolución, de hombres valerosos que empujaban la historia hacia adelante, y esto tenía cierto glamour. Ahora es un chiste de mal gusto, después de todas las purgas y gulags, Rusia está tan atrasada y corrupta como siempre, después de todos los grandes saltos y revoluciones culturales, China decidió que ganar dinero es bien superior.
Pero parece, que por América Latina, en Sudamérica, ha aparecido un "izquierdista" que tercamente sostiene que el verdadero socialismo aún no se ha probado, y esta quimera la sustenta el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Quizás, el presidente Chávez no se ha dado cuenta que la oposición al capitalismo ha perdido ímpetu. Y esa es la esencia del Nuevo Orden Mundial. Vivimos en un mundo en que los derechos a la propiedad y los mercados libres se ven como principios fundamentales, no como expedientes mezquinos, en los que los aspectos desagradables del sistema de mercado, la desigualdad, el desempleo, la injusticia, se aceptan como parte de la vida.
Como en la era victoriana, el capitalismo está seguro, no sólo debido a que sus éxitos, que, como hemos visto, han sido muy reales, sino porque nadie tiene una alternativa verosímil.
Olvida Chávez que los efectos del derrumbe del bloque socialista se sintieron alrededor del mundo de maneras obvias y sutiles y todos los efectos fueron favorables al dominio político e ideológico del capitalismo.
Un modelo político, que difiere de la economía de mercado que prevalece, no se puede crear y sustentar sobre un momento coyuntural, sobre la base de usar las riquezas petroleras y convertir en Estado socialista un país con hábitos de acelerado consumo y un crecimiento económico del 10 por ciento.
Los venezolanos, como los demás latinoamericanos, tienen las costumbres de consumo del capitalismo y no desperdician un momento de vaciar las tiendas en la búsqueda de las últimas novedades del mercado.
¿Cómo pretende Chávez materializar esta visión de un socialismo a la venezolana, del XXI, en una sociedad que mantiene indiscutibles distancias con el proyecto de una revolución permanente que él planteó en su discurso de investidura en este segundo período?.
El Presidente venezolano no tiene la capacidad para rescatar una visión, original de Karl Marx y consolidada por Lenin, eminentes en sus épocas, que no se pudo sostener por más de 70 años y que ya fue derrotada.
Los escritos de Marx llegaron en el momento oportuno, aportando una lógica convincente y un plan para reconvertir el poder del capital y ponerlo al servicio de los intereses más amplios de la humanidad.
Pero esa filosofía, llamada socialismo, tenía un lado oscuro. Al concentrar el poder en las manos de unos pocos, creando un partido político representativo de la dictadura del proletariado, la gente perdió su libertad política. En países como la desaparecida Unión Soviética, Corea del Norte y la República Democrática Alemana, los funcionarios del partido comunista vivían confortables y privilegiadamente, mientras que el nivel económico del la mayoría de los trabajadores apenas experimentaba alguna mejora.
En realidad, la clase obrera no sólo perdió la libertad política, sino que fue cayendo más y más respecto a sus hermanos de otros países con un mayor bienestar económico. El desfase entre los ingresos medios y las condiciones de vida en Europa occidental y Europa oriental se fue ampliando paulatinamente.
Con una cháchara política y consignas pasadas de moda, como "Patria o muertes venceremos" y una mezcla de cristianismo, a Chávez se le haría difícil recuperar el socialismo y transformar los valores de la sociedad venezolana.
Su ataque a los medios de comunicación capitalistas, a los que acusa de vender la imagen de los "antivalores" y el anuncio de no que renovará la frecuencia a RCTV, son pasos tendentes a consolidar su poder.
Y con ese propósito, prometió nacionalizar compañías de comunicaciones y electricidad.
Poco después de las elecciones, develó planes para unir su coalición de partidos de centro e izquierda en un mismo partido controlado por el llamado Partido Socialista Unido de Venezuela, una decisión que, en opinión de los analistas, transformará al país en un Estado con un sólo partido político.
Sencillamente, el presidente Chávez se acerca a un régimen totalitario en el que la única reminiscencia democrática será el procedimiento electoral, en cuya manipulación se ha desvelado como un maestro consumado. Sin oposición política, a la que se ha dedicado a aniquilar y dividir, fomentando sus rencillas internas, y sin crítica en los medios de comunicación, a base de ir cerrando aquellos medios que no considere de su agrado, costará mucho, incluso a sus defensores, definir al sistema de Gobierno venezolano como una democracia.
La demagogia y el populismo del régimen chavista no sirven para resolver los problemas que inundan Venezuela, a pesar de que el inmenso caudal de los petrodólares mantenga el espejismo de que Chávez lo puede comprar todo.