La literatura y la cultura dominicanas en la ciudad de Nueva York
concretamente y en extensión a todos los Estados Unidos y República
Dominicana, ha entrado nuevamente en un espacio de dudas en calidad y
juicios de valores críticos e históricos. Una vez más los históricos
concursos traen sus sorpresas, los jueces designados se elevan por encima
del criterio de la verdad artística y estética de la literatura. ¿Por qué digo esto? Sin muchos ambages expreso, que tengo profundas dudas y
el beneficio de la duda es legítimo, más cuando se trata de un final un poco
brumoso. Ese final es por los resultados que obtuvimos del segundo concurso
literario coordinado por el Comisionado Dominicano de Cultura, el concurso
de letras de ultramar, esta vez dedicado a la categoría de cuento.
El “premio” recayó sobre Keiselim A. Montás, por su libro “Reminiscencias” y
el jurado responsable fue constituido por los escritores René Rodríguez
Soriano, Ligia Minaya, ausente a la hora de la entrega del veredicto; por
motivos de salud y por la escritora cubana Sonia Rivera. Las razones para
conceder el galardón fueron las siguientes: Porque trabajó lo sencillo, lo
folclórico, las peleas de gallos, la lotería y otras cosas dominicanas.
Luego en una nota el comisionado ratifica lo mismo en las palabras siguientes: La motivación del jurado para otorgar el premio a la obra Reminiscencias fue la siguiente: "El autor de la obra seleccionada usa un lenguaje fresco, exento de clichés. El registro de la lengua en que se expresa cada personaje es el adecuado a su nivel de educación formal, las descripciones, tanto de los personajes como del ambiente, son precisas y claras".nota emitida por el Comisionado Dominicano de Cultura. Enero 28/2007.
Entiendo que esas razones son muy pobres para otorgar un premio de esa
calidad y conociendo nosotros de la capacidad de escritores dominicanos
residentes en esta ciudad que participaron, los cuales están muy por encima
de Keiselim A. Montás; porque le hemos visto leer sus poemas y hemos
estudiado su poemario. La conclusión que tengo es convincente, no está él
en condiciones literarias y estéticas para con esos temas ganar un concurso
de cuentos. Además el jurado llegó a una conclusión nerviosa y poco
convincente, el manejo mismo de el evento se constituyó en una
trágico-media.
Este ambiente provoco mucha inquietud en el público presente, muy poca gente
se sintió conforme con el veredicto. El jurado no convenció a nadie de sus
pobres conclusiones. Si comparamos estos resultados recientes, con los del
primer concurso de poesía ganado por el joven y probado escritor Osiris
Vallejo de inmediato se puede concluir : dos literaturas totalmente
diferentes en calidad estética.
Quien esto suscribe y otros escritores, somos estudiosos asiduos de la literatura y creadores de posiciones en el arte y la cultura, por lo que ese veredicto no nos convence en lo más mínimo. Necesitamos más argumentos
sólidos y sobre todo literarios y prácticos. De antemano sabemos que se nos
va a decir, lo clásico en estos casos: Esperen que salga el libro y se
podrá juzgar. No aceptamos esa respuesta. ¿Por qué? Sencillamente porque es
una costumbre en nuestra sub-cultura, en estos casos, dejar que el oponente
se desgaste y que se olvide el asunto o cuando no presentar a los
descontentos como resentidos. Es ese el recurso clásico del poder. En este
momento no voy a descansar hasta lograr que las cosas se re-estudien y se
reconsideren.
De aceptar ese resultado a la pura y a la simple, significará, que los
escritores de valía que participaron esta vez en el llamado concurso, se
desmoralicen y descrean de las instituciones promotoras de la cultura, en
este caso el Comisionado de Cultura, al cual hemos apoyado sin ningún
interés material, que no sea el de la cultura y promoción de la misma. A
negar eso no se atrevería nadie.
De dejar pasar este gran error, también significaría, que el respecto que
se le tiene a la literatura producida por dominicanos en esta urbe y Estados
Unidos en particular, se le ningunee, se le margine más de lo que está.
Nosotros creemos que en los momentos difíciles el arte y la cultura como
supremos recursos morales y estéticos, es una bandera de aliento para
seguir resistiendo en este mundo de marasmos e incongruencias sociales.
La literatura dominicana en esta urbe es cierto no es homogénea, tampoco la
política cultural de ciertos sectores que adversan históricamente a un
sector de escritores que no comulgan con el estilo de dirección que quieren
implantar desde la academia, desde los centros dominantes un sector. ¿Que
tal si ese “Premio” es la continuación de golpeos indirectos a los
escritores e intelectuales que no comulgan con los intereses oficiales,
entiéndase los que han dominado históricamente en la ciudad de Nueva York?