¿Por qué el presidente Leonel Fernández coordina una reunión con el ex presidente Hipólito Mejía?
¿Por qué esa reunión se realiza en la residencia de Johnny Morales, un hombre de la intimidad del ex presidente Mejía, a quien el gobierno de Fernández le ha hecho la vida imposible sometiéndolo a la Justicia por corrupción en el caso Renove?
¿Por qué el encuentro se produce casi clandestinamente, sin que el vocero del gobierno ni el presidente ofrecieran detalles a la opinión pública?
¿Qué pudieron haber tratado durante casi dos horas?
Hay espacio y tiempo de sobra para la conjetura política.
El hecho de que el presidente Fernández diligenciara la reunión es un reconocimiento al liderazgo de Mejía dentro del PRD, algo que muchos en esa organización pretenden ignorar para anularlo políticamente.
Pero además es ‑desde mi punto de vista‑ una muestra de debilidad de Fernández, que tiene que recurrir a un dirigente al que ha maltratado y vilipendiado. Va porque está buscando su apoyo para la reforma constitucional. ¿Por qué busca ese respaldo? Porque la reforma no pasará sin el apoyo de los partidos de oposición, principalmente del PRD, que se ha opuesto reiteradamente.
Y Fernández sabe que sólo Mejía puede hacer variar esa actitud dentro del PRD. Sólo su fuerza política y moral pueden provocar un cambio de posición entre la dirigencia del PRD, incluso en el candidato presidencial Miguel Vargas Maldonado que, aunque se ha cuidado de alejarse del PPH, no así del ex mandatario en términos políticos y personales.
Para modificar la Constitución, Fernández necesita unos votos que no tiene, sobre todo ahora, que las relaciones con Danilo Medina virtualmente se han roto por la disputa que mantienen por la candidatura presidencial del PLD.
Medina sabe que cometió un error aprobándole a Fernández la reforma fiscal y el proyecto de presupuesto que le permitirá manejar discrecionalmente más de 60 mil millones de pesos este año de campaña electoral. Como Danilo no es loco, no instruirá a los legisladores que lo respaldan que aprueben la reforma, lo cual deja a Fernández con "el moño hecho".
Cuando el PLD tenía apenas un senador y algunos diputados, el presidente Fernández propuso, y así lo hizo constar en el programa de gobierno, una modificación de la Constitución a través de una Asamblea Constituyente. Ahora que tiene mayoría en el Senado y la Cámara de Diputados, propone ‑más bien impone‑ que se haga mediante "consulta popular" que ha sido, en honor a la verdad, un verdadero fiasco.
El articulo 161 de la Carta Magna señala: "Esta Constitución podrá ser reformada si la proposición de reforma se presenta en el Congreso Nacional con el apoyo de la tercera parte de los miembros de una u otra Cámara, o si es sometida por el Poder Ejecutivo".
El 117 dice: "La necesidad de la reforma se declarará por una ley. Esta ley, que no podrá ser observada por el Poder Ejecutivo, ordenará la reunión de la Asamblea Nacional, determinará el objeto de la reforma e indicará los artículos de la Constitución sobre los cuales versará".
Y finalmente el artículo 18 concluye: "Para resolver acerca de la reformas propuestas, la Asamblea Nacional se reunirá dentrote los quince días siguientes a la publicación de la ley que declare la necesidad de la reforma, con la presencia de más de la mitad de los miembros de cada una de las Cámaras. Una vez votadas y proclamadas las reformas por la Asamblea Nacional, la Constitución será publicada íntegramente con los textos reformados".
"Por excepción de lo dispuesto en el artículo 27, las decisiones se tomarán en este caso, por la mayoría de las dos terceras parte de los votos".
En pocas palabras, si contamos los votos que tiene Danilo Medina en ambas cámaras, más los del PRSC y el PRD, que se han opuesto a la reforma, Fernández no tiene fuerza para imponerse en el Congreso y hacer que le apruebe los cambios que desea. Por el contrario, si todos se unen, pueden prohibir la reelección presidencial y modificar el artículo 55 que ahora el mandatario pretende dejar intacto.
Hipólito Mejía no cayó en el gancho. Le reiteró a Fernández su oposición a la reforma. Y le comunicó que, en última instancia, se acoge a lo que decida la dirección del PRD que hace tiempo dijo ¡no! a la modificación constitucional.
Ahora bien, Fernández tiene otra carta bajo la manga: cien millones de pesos que el Congreso le aprobó en el presupuesto para el enlace del Poder Ejecutivo con el Legislativo. Una oficina que nunca tuvo presupuesto, que no solicitó, sino que, al contrario, rechazó los 200 millones que en principio estaban en el proyecto.
Como están las cosas hoy, el proyecto de reforma constitucional puede fracasar. Si se unen Danilo Medina, el PRD y el PRSC, no hay reforma constitucional. Así de simple. Así se sencillo. A ver quien puede más, el amor o el interés que generan los cien millones de pesos.