La criminología penal del tiempo presente incide con gran éxito en los institucionalizados, aquellos que mucha gente nombra como “los presos”, “los liberados” (sean estos cumplidos definitivos o bajo el mecanismo del indulto jurídico). Los estudios criminológicos de la liberación o de la post-pena tiene mucho componentes, uno de ellos es la prognosis social de los liberados de cárceles, otro es la denominada reincidencia penitenciaria, asunto que el sistema no puede dejar de evaluar, razón por la cual el indulto ha de hacerse en el sentido conveniente para que se puedan entender los efectos del encierro, el proceso de la condena y avanzar en los fines de la pena.
El indulto tiene que llevarse a cabo con una mayor cobertura, se califica de error no indultar un número de internos que pueda ser tomado como un grupo experimental de la institución penitenciaria.
De estas categorías particulares nos referiremos sólo a la prognosis del liberado. Esta prognosis social, no he tomada en cuenta por el sistema de administración penitenciaria, porque no hay otra explicación a que, en el nuevo espíritu procesal penal, se liberen (indulten) no más de dos (2) reclusos. Nos permitimos presentar algunas teorías criminológicas de gran interés, acerca de esta cuestión, como está ocurriendo en otros países.
Siendo la post-pena de una importancia capital, para verificar si funcionó el ideal del tratamiento, el «pronosticar» qué suelte tendrá el indultado es una de las tareas más urgente en este momento que el sistema ha de tener en cuenta en su rumbo hacia el correccionalismo.
La investigación criminológica, con el fin de llevar a cabo es pronóstico acerca de la conducta social, «muy especialmente, en relación con las personas que han sido objeto de condenaciones, y determinar así, si hay probabilidad y en qué grado, de que reincidan, mediante la determinación y comprobación de ciertos signos característicos» ha establecido lo siguiente: Primero, la liberación permite de manera más integral desentrañar las causas de la conducta criminal, sobre todo, la comprensión de la conducta post-delictiva. El Estado en su lucha contra la delincuencia, no se detiene aun corresponda el turno al cumplimiento de la condena bajo formas condicionales.
Segundo, con la liberación surgen, definitivamente problemas sociales que se traducen en las medidas o cuidados que hay que adoptar para que el delincuente que ha cumplido su pena o sanción, no vuelva a delinquir. Leoncio Ramos ha elaborado un capítulo de un libro inédito que refiere que existen dos clases de prognosis: la prognosis del juicio y la prognosis de la excarcelación.
Como se ve, el criterio sobre la conducta criminal futura del delincuente, está determinada si cumplida una condena se debe indultar al penado bajo ciertos criterios que permitan pronosticar su comportamiento futuro. Aquí es donde entra el peritaje criminológico, que permite al sistema llevar a cabo un estudio especializado de los candidatos, y no en base a criterios inadmisibles, tal como los revelados por las autoridades actuales utilizando a periodistas famosos de medios de comunicación.
Para dejar en claro, cuál es la prognosis a la que nos referimos los que impulsamos la criminología al servicio del trabajo penitenciario, se sugiere que se emplee el medio del diagnóstico, que además de la evaluación psiquiatrita e institucional, se puede convertir en un verdadero trabajo social penitenciario, ya que es de rigor saber adónde retorna el liberado, qué retos nuevos le aguardan, qué cooperación están dispuestos a dar sus familiares o sus allegados.
Las condiciones de vida que esperan a una persona antes de ser libertada han cambiado, por lo que hay que pensar en cómo va a ser su comportamiento.
Difícil es para un recién liberado no ser aceptado con agrado, o de inmediato se produce ser expulsado del hogar al que ha llegado. Es con los recursos de la criminología, a través de la prognosis, que se puede saber si de nuevo esta persona reedita su rol de delincuente ocasional o va a cometer delitos de poca importancia, o más aun, volverá a ser un profesional del delito común y hasta organizado. Pero se le ha liberado (indultado) para comenzar una vida de nuevo.
Para que todo esto ocurra, inclinado al concomimiento criminológico del sistema, se precisa adecuar un método más eficaz, más acorde a los tiempos modernos.
Al enterarnos de la forma y de quiénes fueron los actores en el indulto pasado, dejamos constancia de que el sistema no es verdademente lo que la ciencia ha establecido y que estamos frente a un serio problema de sus aplicadores que no están en poder de entender la misión de la institución penitenciaria.