El grupo –“Anacaona Teatro… Rompiendo el esquema”- es de reciente creación, pero sus promotores, dos jóvenes: una actriz dominicana y un actor cubano, han transitado por muchas tablas, sobre todo en Cuba y en República Dominicana. Y para el debut de su nuevo emprendimiento artístico y a tono con la vena contestataria que han mostrado desde sus inicios juntaron a compatriotas suyos, Iván García, de este patio, y José Rodríguez Acea, de la tierra de José Martí, para montar dos monólogos, al unísono y bajo el nombre “Cada cual lucha a su manera”.
Casa de Teatro fue el escenario donde Lucina Edith Jiménez Lugo, egresada de la Escuela Nacional de Teatro (Bellas Artes), de Santo Domingo, y Husmell Díaz Sánchez, formado en el Instituto Superior de Arte, en Cuba, como especialista en Actuación y Dirección y Diplomado en Teatro para Niños y de Títeres, estrenaron la obra anoche y la repondrán esta noche, a partir de las 8:00 p.m.. Se trata del montaje de los monólogos “Cada cual lucha a su manera”, de García y que da nombre al experimento, y Omowele, de Rodríguez Acea.
¿Cuál es el quid de esta cuestión?, cabe preguntarse. Una nota de prensa enviada a este medio por el Grupo Anacaona para anunciar su debut da la historia del montaje, hecho en El Caribe, en dos países, con dos historias, dos personajes y dos autores, ya citados.
Sobre el monólogo de García dice que está ambientado en Santo Domingo, en abril del 1965 y en cuanto a su personaje, Margot, refiere que “es una mujer que con sus armas lucha contra la invasión yankee y lo hace de la única manera que sabe hacerlo, convencida de sus genuinas razones, que recrean el espacio donde ella resguarda y pule sus herramientas de combate. Lo hace bien. Lo hace”.
En torno al trabajo de Rodríguez Acea –La Habana, Cuba 2006-, ubica su trama en La Habana y su personaje es El Omowele, nombre que da a Jorge, un ex-presidiario que fabula ser Malcolm X, el legendario luchador por los derechos civiles de los negros en los Estados Unidos. A tal punto Jorge se cree Malcolm que lo reeencarna, toma como suya la lucha de él, sólo que en un país y época distintas, y termina redescubriendo su propia verdad. (Omowele fue el nombre dado en Africa a Malcolm y en castellano significa “el hijo ha regresado”).
“Dos personajes –precisa la nota- que encierran en su esencia la lucha contra la dominación extranjera y la exclusión racial y social a nivel global, en la que gravita de forma omnipresente el cuestionamiento y la pasividad conformistas de los débiles. Dos realidades, épocas y personajes que conviven gracias a la magia del teatro en un mismo espacio-tiempo, y que se extiende como cadena eslabonada del pasado al futuro de nuestros pueblos a través del juego teatral, que nos permite dialogar, más que de lo inmoral, de otra moral, ante los ojos absortos e incólumes de sonrisas complacientes y actitudes ´pasivas´”.
El montaje –añade- fue concebido para que el público pudiese apreciar dos monólogos al unísono y para ella dividieron el escenario en dos: de un lado el Santo Domingo de 1965; del otro, La Habana de 2006.
“Los dos personajes viven en un mismo tiempo-espacio; por sus venas corre sangre rebelde; en sus cabezas late la necesidad de cambiar la injusticia, la soberbia, y la simple apariencia. Sobre ellos gravita la mirada de los que eligieron no hacer nada, al menos a favor. Al público le tocará tomar partido, en este montaje sin precedentes, a favor o en contra. Será suya la decisión”, concluye.
“Cada cual lucha a su manera” volverá a escena el 27 del mismo mes de marzo, en el inicio de las celebraciones del “Día Internacional del Teatro”, en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, en Santiago, adonde regresará posteriormente, mientras que el 19 de abril de este mismo año será llevada a la Universidad Autónoma de Santo Domingo.
Y estará en Santiago de Cuba para el Festival de Teatro de El Caribe, dedicado a República Dominicana, del tres al nueve de julio venidero.
Autores, actor y actriz
Iván García, dominicano, hombre del teatro, es hijo de este país. La gente del Teatro y del mundo artístico lo conoce, pero Rodríguez Acea es una “novedad” para este patio. Procede, entonces, un resumé sobre él: cubano, nació en La Habana en 1943, de formación universitaria, se integró al grupo teatral "Espacio Abierto" en 1996 y desde entonces ha trabajado como dramaturgo y actor, interesado en la mezcla cultural afro-caribeñas y cubanas y en su Cuba está considerado como un gran poeta.. Además de República Dominicana, donde estuvo en la Feria del Libro del 2003, ha trabajado en Estados Unidos.
Rodríguez Acea ha llevado al teatro varios cuentos suyos y de otros autores, a más de que ha escrito –y llevado al teatro también- varias obras, entre las que cabe mencionar: “Mabaire”, “La Iyalocha”, “El Puro” y “Rampuzel en La Habana”, “La Trampa de la Muerte”, “Senyamó”, "Retablo de un reino" y “La Esclava Elena”, basada en el cuento homónimo de la dominicana. Celsa Albert Batista.
Husmell Díaz Sánchez nació en Cuba en 1970, ha trabajado por más de diez años en las tablas, el cine y la televisión; formado con directores de Cuba y de otras naciones, ha trabajado aquí como actor en el grupo “La veladora”, dirigido por el dominicano Radhamés Polanco.
Lucina Edith Jimenez Lugo, nacida en Santo Domingo en 1983, ha participado en una decena de obras, en grupos cubanos y dominicanos. En la más grande de Las Antillas estuvo en el grupo “Espacio Abierto”, dirigido por la cubana Xiomara Calderón; en “Laboratorio Experimental”, dirigido por el dominicano Arturo López; es co-fundadora del colectivo “Tierra”, en el que dirigió “Yerma o Medea, una locura necesaria” y ha sido discípula de Haffe Serrulle, Claudio Rivera, Arturo López, Rafael Villalona, Carlota Carretero, entre otros.
Díaz Sánchez, director de Anacaona Teatro, habla sobre la filosofía del grupo: “Nuestra política: cultivar, investigar y desarrollar las más genuinas formas de representación teatral cubanas, dominicanas, afroantillanas, caribeñas y universales, usando el legado que nuestros antepasados han dejado en el Caribe”.
“Cada cual lucha a su manera “ es la primera entrega,, para gente adulta, de Anacaona Teatro, y, parejamente el estreno mundial de “Omowele”, escrito por Rodríguez Acea a mediados del 2006, a petición de Díaz Sánchez, según contó éste. Y en semanas próximas estrenará “El camarón encantado” o “La maga del charco”, su primer trabajo para la chiquillada, en una versión para títeres y juglares de “El camarón encantado, publicado por el prócer Martí en la revista “La edad de oro”.
“A mano pelá…”
Hacer teatro, teatro, que no comedia burda, chabacana, para masas alienadas, es un ejercicio en extremo difícil por estos lares de desatención estatal y de patrocinio de “cultura” banal… Díaz Sánchez lo ha aprendido en carne propia… “El ambiente (de República Dominicana) es difícil y distinto al de allá”, de su natal Cuba. “Aquí no tienes el mismo respaldo que allá a nivel estatal, lo cual implica que se debe ser todólogo”.
Y explica la “todología” afirmando: “repercute en la entrega a la creación. Tienes que dedicar casi el doble del esfuerzo para intentar vender una obra: tres meses montándola y un mes para venderla; no se sabe si la vende hasta el último día antes de la función. A veces el mismo día, es decir, sube al escenario y no tiene público, la gente que va es contada. En Cuba, no. Es un problema económico, porque es más accesible el precio de la cerveza que el del teatro. En Cuba, no”.
Desde su punto de vista, el problema se rompe cuando el Estado apoye al Teatro. “Se va de las manos de la Secretaría de Cultura, porque ni el Estado ni la Secretaría son dueños de todos los establecimientos de cultura. Puede Cultura bajar el precio a los que dependen de ella, pero y los que no, quién se los baja”.
Entretanto, Anacaona Teatro hace lo suyo, procurando bajar los precios de sus presentaciones para hacerlas asequibles, sin descuidar la calidad del grupo, dice y afirma que quien ve el trabajo, verá la política del grupo de alguna manera…, intenta introducir un código a su manera de ver, a su manera de hacer teatro, encaminada fundamentalmente a decir las cosas difíciles…; no somos complacientes; difícil es lo que a la gente no le gusta decir: La marginalidad; el hecho de que somos seres humanos y nos equivocamos, de que tenemos derecho a rectificar; la lucha contra la opresión, la discriminación, la pasividad; ingerencia, estar pendientes de vidas ajenas. Y lo peor de todo: no hacer nada ni por su vida ni por la vida del otro”.
Lucina Edith y Husmell, quienes, además de tener tres años haciendo teatro juntos, subieron solos a escena por primera en esta entrega, estuvieron antes al lado de Radhamés Polanco en “El expediente ciguapa”.
Ella, sin dudas conocedora, por vivencias, de las dificultades inherentes a hacer arte en este país, también sabe –y lo dice- que el trabajo que hace es difícil, pero es el que le da mayor satisfacción, no material, sino espiritual.
Precisa que Husmell tiene ocho meses viviendo la realidad dominicana y ella, diez años…: “Cada grupo debe empeñarse en crear público. No hay a quién vender la obra, a nadie parece interesarle; menosprecian al teatro y lo ven como hobby. No se trata de ser un actor complaciente. Para eso el teatro está ahí, para la reflexión, para tener otro punto de vista sobre la realidad cotidiana”.
“Al final –concluye- somos seres humanos y como él (Husmell) creo en la unión. Tal vez es una utopía, pero creo en la unión, porque la unión hace la fuerza. Procuramos dejar algo que caiga en la conciencia…”