La primera información que me publicaron en el periodismo nacional, allá por el último tercio de los 80, me la publicaron en el periódico El Sol. Fue un domingo cuando Víctor Manzueta, el jefe de Redacción, vio a este muchacho flacucho y medio comunista, en ese momentos de vagancia y solito en la Redacción, cuando probablemente pensó “déjame joder un poco a este aspirante a periodista y ponerlo a hacer algo”; o quizás acudió a esa actitud de solidaridad con los periodistas jóvenes (una de sus más valiosas cualidades) y decidió darme un empujoncito para que arrancara.
Lo cierto es que ese domingo me entregó una publicación que había salido de Vincho Castillo, una de esas denuncias altisonantes y con ribetes balagueristas propia de ese antiguo palero, y me instruyó para hacer un refrito.
Como mi rostro delató que toda la teoría que nos habían dado Héctor Martínez y Leonel Fernández sobre la zapata y desarrollo de la comunicación por los siglos de los siglos, no me explicaba esa palabra tan fea, pero tan útil a los reporteros, me detalló con lujo de detalles a qué se refería. Es así que como hice la nota sin ningún tipo de aspiración y expectativa.
Al otro día, lunes, el gozo y la felicidad mía fueron inmensos, porque cuando llegué a la Redacción, temprano como todo buen pino nuevo, vi la información redactada por mí en la contraportada de El Sol. No saben ustedes la prestancia y la estatura que me dio ese refrito entre los compañeros de aula de la UASD, pues ya me leían, que era en ese momento toda aspiración de un candidato a ser periodista.
Pero el nombre de Víctor Manzueta adquiere una dimensión más allá de esta historia, pues es el maestro que me publica la primera información en mí hasta hoy fértil, digna y prolífera carrera periodística (¿qué inmodestia, no?)
Unos 20 años más tarde, llego al Senado de la República como director de Prensa, y quiere el destino que ese sabio y perspicaz reportero, corrector y editor de sobradas luces, sea el coordinador matutino, una especie de jefe de redacción a cargo de la operatividad del departamento. Hasta ahora ha sido una luz que guía certeros pasos en el día a día de la oficina que conduzco por mérito profesional y los movimientos del devenir político.
Hoy, como lo hice hace 20 años, me quito el sombrero ante la sabia, la experiencia y los consejos de ese gran periodista Víctor Manzueta.