DISTRITO NACIONAL.- La ciudadanía, la población dominicana, siente que en el país prevalece una atmósfera tensa, pesarosa, incómoda, difícil, incierta.
Es la percepción. La gente está atribulada con todas las confrontaciones de grupos, desde el ámbito político hasta el obrero-patronal por la cuestión del aumento salaria, pasando por los movimientos huelgarios patrocinados por el sector empresarial-choferil.
La población siente una presión asfixiante con las precariedades económicas a que está sometida, y esa presión aumenta con un ambiente socio-político-empresarial caldeado, exacerbado, signado por los conflictos.
Las cosas no se detienen ahí. La presión tiende a incrementarse y a tornarse insoportable con una serie de medidas que aplica el gobierno, y que, independientemente de las buenas intenciones que puedan impulsar tales iniciativas, lo cierto es que muchos segmentos sociales que consideran que esas medidas a lo que vienen es a rebosar la copa hasta derramarla.
Por ejemplo, el año inició con la presión de la Dirección General de Impuestos Internos (DGII) para que todas las empresas, incluidas las medianas y pequeñas, expidieran el Número de Comprobante Fiscal (NCF), como una forma de controlar la evasión. La disposición es válida, correcta, pero nadie puede negar que está generando serios inconvenientes a medianos y pequeños negocios que operan en el mercado informal, generando un trastorno considerable en sus economías, prácticamente neutralizando a muchos de éstos.
Antes de lo del NCF ya teníamos la medida de limitar el horario de trabajo a los establecimientos que venden bebidas alcohólicas: bares, restaurantes, centros de presentaciones de espectáculos. Una medida que ha sido aplaudida por la inmensa mayoría de la ciudadanía, pero que en términos reales ha afectado de manera directa, medular, a ese sector, algunos de cuyos represaentantes han llegado a hablar hasta de la quiebra de sus empresas.
Por la misma vía de la DGII llegó el aumento a los impuestos de las bebidas alcohólicas, que, a fin de cuentas, se carga a los consumidores.
Tenemos a un secretario de Interior y Policía, el doctorFranklin Almeyda, que cada día se levanta de su cama pensando a qué persona o sector le va a ir encima. Su más reciente encontronazo fue con los fabricantes de cerveza.
La Sierra de Bahoruco se fue en llamas y para controlar aquello debieron pasar días y días.
Hay un grito colectivo por la falta de agua potable en diferentes comunidades. El caos de la energía eléctrica sigue generando quejas. La delincuencia se siente a sus anchas para operar, robando, asaltando y asesinando a hombres y mujeres de trabajo.
Ahora nos han llegado los alcoholímetros, y, "de ñapa", el gas pimienta… La presión continúa, es indetenible… La ciudadanía está que no soporta más… ¿No pudieran las autoridades, el gobierno, aguantar un poco el foete, a ver si dan un respiro? La situación está, sencillamente, sofocante.
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