Este es un pueblo que tiende a mitificar, o por lo menos, a convertir en leyenda ciertos personajes reales o ficticios. Uno desconoce si la causa es la miseria, con todas las necesidades que trae aparejadas, incluyendo el analfabetismo, o el abrasante sol tropical que deshidrata al mejor dotado; o quizá, se deba a las intoxicaciones etílicas que cuentan con tantos “simpatizantes”, y que hacen delirar a más de uno.
El hecho es que sucede, aunque sólo sea por razones culturales, o por el desempleo con sus secuelas de vagancia, o lo más probable es que se trate de una combinación de factores.
Es preciso resaltar que en cuestiones de mitos y leyendas, lo que para alguien es digno de admiración, con su componente de hechizo y de misterio; a otro lo deja frío, o en el peor de los casos, nunca ha oído hablar acerca del tema. Por ese motivo es prácticamente imposible coincidir con los demás, acerca de qué personajes son leyendas y cuáles no. También está el asunto de las “hazañas” de cada mitificado, ya que las versiones acerca de ellas pueden diferir muchísimo.
La cuestión se complica cuando interviene la política, ya que el personaje objeto de la mitificación puede perder vigencia rápidamente, si el partido o grupo político que promueve el mito o leyenda pierde las elecciones, o se le reduce el poder de alguna manera. Esto sucede esencialmente con los mitos basados en personalidades que han existido, por razones obvias. En otras palabras, los mitos se inflan y, de la misma manera, se desinflan.
Entre los mitos ficticios rurales y permanentes nuestros, sobresale sin lugar a dudas, el de la ciguapa. Yo he escuchado en boca de algunos campesinos las circunstancias en que la vieron o escucharon sus hipidos; incluso, uno me aseguró que un compadre suyo había tenido enjaulada a una de ellas. En la misma conversación me comentó con lujo de detalles, cómo caminaba la ciguapa, al tener los pies volteados hacia atrás, porque así “cuando iba parecía que venía”, por las huellas que dejaba. A mi amigo, por lo visto le sorprendió también la manera de alimentarse con las comidas que le proporcionaban, y los sonidos guturales que emitía para intentar comunicarse con los demás.
Claro está, que todas estas anécdotas eran inventadas por la mente calenturienta de él.
Sin embargo, esa es una de las tantas versiones que existen acerca del aspecto físico de la ciguapa. Otros se la imaginan desnuda, bella y esbelta con el cabello negro y largo hasta la cintura, o de mayor longitud, cubriéndole su desnudez; de piel de color cobrizo, y de buena estatura, con un “canto” cautivante que paraliza e hipnotiza a los campesinos; en cambio, en el otro extremo, hay quienes la perciben como enclenque, enjuta, arrugada y pequeña, con las costillas a flor de piel, y de color oscuro. En fin, que hay ciguapas para todos los gustos, incluyendo aquella que apenas se deja ver porque huye rápidamente, y los campesinos que afirman haberla “visto”, siempre dicen que la avistaron de espaldas. En todo caso, en lo único que siempre coinciden es en el fenómeno de los pies volteados.
Todavía hay personas en este país que les hace ofrendas a los indios, en lugares apartados de nuestra geografía, como cuevas, riachuelos, etc., y verdaderamente creen en ellos. Hay versiones más poéticas que afirman que “las indias surgen de las aguas en las noches de plenilunio, a destrenzar sus largas cabelleras con peines de oro”. Otras serían prácticamente ninfómanas porque salen a buscar hombres, que curiosean por los lugares donde habitan las indígenas, y se los llevan a las cavernas, para no saberse nada más de ellos. Es muy probable que este sea un deseo subconsciente de los campesinos. Lo curioso es que los mencionados “indios” hace siglos que fueron diezmados en esta isla, y no queda ninguno visible, aunque sí persisten sus huellas genéticas.
La imaginación popular llega tan lejos que hay gente que ha llegado a avistar al “chupacabras”, perteneciente a otras culturas. Esto significa que la capacidad de mitificación no es exclusiva de este país. En el anterior ejemplo, se trata de una especie de animal, no de un personaje, que se alimenta de las sangre de otras criaturas, y provoca daños y destrozos colaterales.
No obstante, aquí tenemos “el bacá”, que es también un animal de esos que están en los alrededores de las casas, como un lagarto, un perro, un toro, un gallo, etcétera, que simboliza o representa la buena suerte que tiene alguien, de quien se dice que “tiene un bacá”. Esta creencia se manifiesta principalmente en el sur de nuestro país, y está vinculada con el sincretismo, con el vudú, con la ambición humana y su afán de tener éxito en la vida, con el estatus, con el poder político, con la religión, y así por el estilo.
No es de extrañar, que siendo la región sureña una de las más empobrecidas del país, existan personas que crean en el bacá; incluso, se afirma que los que tienen bacá “venden su alma al diablo”, a cambio de poder escalar, socialmente hablando; o son capaces de hacer “ofrendas humanas” y de “vender gente”, con tal de lograr sus propósitos. Es todo un submundo muy complejo donde intervienen las fuerzas sociales.
Otro personaje de la mitología dominicana es el “galipote”, es decir, de hombres que pueden convertirse en animales, a cambio de poderes mágicos, o bien, transfieren su consciencia a un animal. Otra versión del galipote, afirma que puede transmutarse en objetos inanimados, como una piedra.
Según la creencia, los galipotes poseen una fuerza descomunal, y a la vez son crueles y violentos. Cuentan los entendidos que a los galipotes les encanta hacer maldades a los demás, y en los llamados “lugares de galipotes”, los viajeros se valen de amuletos y conjuros para atravesarlos.
Cuando el galipote se convierte en un perro, se le denomina “lugaru”. En los casos en que el galipote camine dando zancadas de gran altura, o vuele convertido en ave nocturna, se le conoce como “zángano”. Este ser a veces tiene tendencias pedofílicas, y dicen que les chupa la sangre a los niños como un vampiro.
Al galipote sólo lo detiene la rama de un árbol llamado entre los compueblanos, como “palo de cruz”, pero, tiene que ser cortada durante un Viernes Santo.
Existen más personajes mitológicos dominicanos, como los “biembienes” o “vienvienes”, cuyas hazañas agigantadas por la leyenda, los sitúan en las montañas de la zona más al sur de la isla nuestra. Originalmente eran esclavos cimarrones, o sea, alzados de sus amos. Se les considera como seres salvajes, quienes viven desnudos, y se comunican por medio de gruñidos, como el hombre del paleolítico. Se les considera mal parecidos, pequeños de estatura, y de aspecto desagradable, deforme y sucio.
Se dice, además, que los biembienes llegan a ser antropófagos y que son excelentes trepadores de los árboles. Por otro lado, existe la creencia de que de noche se aproximan a los pueblos para robar alimentos en las fincas cercanas. Cuando alguien se acerca a su territorio tienen reacciones muy ruidosas, violentas y primitivas.
En el sur también, a los niños malcriados los asustan con un personaje ficticio llamado “el hombre guabino”. Sin embargo, sólo sirve para amedrentar a los infantes con el fin de que escarmienten.
Otros “personajes” mitificados son los “barones” o “varones” de los cementerios (la ortografía no está bien definida), que también pueden ser del sexo femenino, y en ese caso sería: baronesa; ya que se trata de la primera persona que es enterrada en un camposanto. Así, por obra y gracia de las creencias populares, se convierten en mitos, a quienes hay que rezarles, pedirles favores y curaciones, y también, llevarles ofrendas. Estos ya pertenecen a la categoría de mitos en base a personas que vivieron, al igual que el siguiente caso:
Liborio, otro personaje de los más carismáticos, también conocido como Oliborio Mateo, convertido en líder mesiánico por sus seguidores. Liborio murió en el 1922, peleando en una escaramuza en las lomas del sur, cerca del poblado de Bánica, después de más de dos décadas de persecuciones, y su cadáver fue expuesto en el parque principal del pueblo de San Juan. También fueron eliminados físicamente otros “reencarnados” suyos con posterioridad, provenientes del círculo íntimo, como le ocurrió al llamado Plinio.
Oliborio también tuvo que enfrentarse en su momento, a las tropas de ocupación norteamericanas que llegaron en el 1916, por no acatar la orden de desarme general de la población dictada por los ocupantes; sin embargo, pudo sobrevivir la persecución.
Hoy Liborio es un personaje de culto, mitificado hasta en canciones, poemas y piezas teatrales, y aún tiene sus seguidores que aún creen en sus poderes divinos. Hay quienes lo consideran como un Cristo reencarnado, quien prometió volver después de muerto, al igual que el de Nazaret.
Después deL fallecimiento de Trujillo, el “liborismo” tuvo un repunte importante, que culminó en el 1962, con la llamada matanza de los Mellizos de Palma Sola, y aún está vigente ese movimiento de masas, a pesar de la represión.
Desiderio Arias, igualmente, ha sido alabado hasta en la música popular, pero parece ser que no tiene “madera” de buena calidad para convertirse en leyenda; o a lo mejor le faltaron “poderes” para curar enfermos y aliviar penas. Quizá, fue mitificado por razones políticas, al haber sido perseguido y eliminado por las tropas de Trujillo, a pesar de que colaboró para el ascenso el poder del tirano, pero más tarde se arrepintió. Después de abatirlo a tiros en el 1930, le cortaron la cabeza y se la llevaron a Trujillo, quien hacía pocos meses había llegado al poder.
En el mismo caso y de la misma época, se encuentra Enrique Blanco, otro personaje controversial, mitificado por razones políticas.
Corría el año 1974 cuando fue asesinada en Yamasá, la líder Florinda Soriano Muñoz, conocida como Mamá Tingó. Ella se ha convertido en un símbolo de la lucha por la tierra y por los derechos de los campesinos, al defender a su comunidad empobrecida con vehemencia y oponerse a los desalojos; a pesar de que era una mujer iletrada y con algunos años a cuestas cuando murió, tenía otras cualidades que compensaban con creces sus limitaciones. Al ser una militante de la Liga Agraria Cristiana, y por su poder de arrastre, se convirtió en una víctima de la represión, porque los terratenientes y políticos que eran los propietarios de las tierras, la tenían en la mirilla. Florinda compartía el criterio de que “la tierra es de quien la trabaja”. Hoy es toda una leyenda. Hay quienes le atribuyen al fallecido ex Presidente Balaguer, la responsabilidad de su asesinato
Siguiendo con la tendencia de mitificar a aquellos sujetos que se sublevan o desafían el orden establecido, y que transgreden las normas; también estuvo a punto de convertirse en una leyenda, otro personaje que operaba en el sur del país, y que en estos momentos está hecho prisionero acusado de cometer varios crímenes y otros delitos. En su momento fue catapultado a la fama por los medios de comunicación, que magnificaban sus “hazañas”, – y su capacidad de dejar en ridículo ante la mal llamada opinión pública, a las autoridades – , atribuyéndole una dotes casi increíbles, y prácticamente milagrosas, porque “aparecía” y “desaparecía” del pueblo sureño con una facilidad pasmosa. Nos estamos refiriendo al Blá o Vlá, también conocido como Blas, quien con su rostro de inocente criatura, mantuvo en jaque a las fuerzas del orden público durante un tiempo, y demostró sus habilidades para burlarse de ellas.
En nuestra cultura existe un “personaje” concebido genéricamente, a quien le llaman el “muelú”. Esta denominación proviene de las frases idiomáticas dominicanas, o si se quiere, de los vulgarismos: “dar muela”, o “dar cotorra”, o bien, de manera más formal como “tener labia”. Lo de “muela” se comprende porque el “arma” preferida del muelú es el habla. Lo de “cotorra” también se entiende porque al ser un ave parlanchina se asocia con la locuacidad. Y en cuanto a “labia”, el mismo diccionario de la Real Academia define ese término como: “verbosidad persuasiva y gracia en el habla”, coloquialmente hablando.
No cabe ninguna duda de que existen muchas variantes del muelú, empero, en líneas generales él les dice a los demás, aquello que el muelú de turno piensa que el/la interlocutor/a quiere escuchar. Naturalmente, que lo hace para lograr algún tipo de ventaja, y/o para timar; y además, para dar en el blanco precisa tener mucha psicología práctica. Por otro lado, se aprovecha de las carencias materiales y necesidades psíquicas de sus “víctimas”, para lograr sus propósitos.
El muelú habla mucho, ya que sabe que el oído del otro es su aliado, en el sentido de que él aprovecha el don de la palabra para contar sus historias, para decir sus mentiras, o verdades a medias, para sus exageraciones, para halagar hipócritamente…; siempre con la intención de convencer, de persuadir, de engañar o de embaucar al otro.
Este personaje, como término genérico, tiene una habilidad fuera de lo corriente para seducir a base de su labia, y además, posee mucha más habilidad para dar excusas si es atrapado en su engaño, porque en todo caso se las ingenia para no quedar mal, o por lo menos lo intenta. Permanentemente se imagina algún ardid para engañar, y en ese sentido, al igual que para sus mitomanías productivas, es muy creativo. Exagera o se inventa lo que tiene o posee, con el fin de impactar e impresionar, y de potenciar su poder de convencimiento; y si no puede inventárselo, ni lo menciona, para no perder puntos. No le sobra el tener un cierto carisma o atractivo, o el vestir con algo de elegancia, o de contar con un timbre de voz agradable.
Empero, el auténtico muelú viviente, quien se ha ganado ese apelativo por la prensa, y que encarna todas las virtudes y defectos del personaje genérico, es precisamente Radhamés Durán, conocido nacionalmente precisamente como el “muelú”. Sus estafas a mujeres se cuentan por decenas, al igual que las acusaciones de bigamia, robos a mano armada, usurpación de funciones, y amenazas de muerte, entre otras imputaciones.
Es un sujeto que ha estado preso en innumerables ocasiones y que tiene incontables fichas en la policía. Sus víctimas favoritas son mujeres a quienes él les ve potencial de ser engañadas, tanto solteras, así como también divorciadas o viudas, porque poseen algunos recursos y tienen la autoestima baja. A base de “dar muela”, y del halago interesado, se ha convertido en un paradigma.
Ahora ha reaparecido en Constanza, su pueblo natal, como un auténtico camaleón, con unos motes nuevos, convertido en un próspero empresario, filántropo, y en activista social, aprovechándose de las necesidades de la gente pobre. Así reparte raciones alimenticias, hace donaciones, concede créditos, ayuda a las embarazadas, organiza rifas benéficas, hace reparticiones de medicamentos…; y encima, ahora tiene hasta programas de radio y de televisión, y donó motocicletas a la Policía Municipal y dinero en efectivo a los clubes locales.
Se ha “rebautizado” o resemantizado y se hace llamar “el Bacá”, “Papá Bacá”, “Bacá Móvil” o “Bacá del Pueblo” , es un activista político, y las gentes del pueblo lo adoran, lo defienden y hacen protestas a su favor. Las autoridades de la población se maravillan y se preguntan, de dónde ha obtenido tantos recursos para organizar oficinas de ayuda, conocidas como “comandos”, con activistas a tiempo completo trabajando en ellas, y de todo el dinero del que hace ostentación. Aunque dicen que los envidiosos lo han vinculado con el narcotráfico, y afirman, igualmente, que uno de los partidos grandes del país lo apoya.
Cuando han pretendido detenerlo, los agentes no se han atrevido a esposarlo, porque ellos saben que el Muelú es capaz de cualquier cosa, y de llegar a cualquier cargo, aparte de las ayudas que los mismos agentes y sus familias han recibido de él.
El Muelú de otros tiempos ahora se presenta como un hombre cambiado, los años dirán hasta dónde llegará, porque en definitiva, comparado con otros políticos él es un santurrón. Mientras tanto, en lo que nosotros meditamos acerca de quién tiene cualidades para ser una leyenda, o no; me permito sugerirle a cualquier institución que se interese, que organice el otorgamiento del premio al Muelú del Año.