SANTO DOMINGO.-Los “Callejones” es una muestra de una comunidad campesina abatida por la disolución de la economía primaria que se resiste a vivir de la agricultura y limitada actividad pecuaria. Con orgullo sus escasos habitantes dicen que viven en Esperanza de Valverde Mao. Transitando de este a oeste por la carretera de Navarrete se llega al kilómetro 10 donde el transeúnte debe reducir sus pasos para doblar hacia el sur hasta que casi tres kilómetros después empiezan aparecer casas rurales que dan la bienvenida con aplausos de olvidos y dignidad humana.
A fines de la década de los setenta los dominicanos que vivían en comunidades campesinas empezaron a emigrar en masas en búsqueda de empleo en zonas francas y turismo. Otros decidieron irse a Estados Unidos de Norteamérica y Europa. Un nuevo modelo de “desarrollo” sustentado en una economía de servicio aniquiló la actividad productiva agropecuaria y minera. Desde entonces la violencia social, la delincuencia, la droga y la prostitución se han convertido en una verdadera amenaza a la convivencia pacífica. Nadie está seguro de permanecer con vida en la Patria de Duarte.
José Manuel Mercado G era uno de esos pocos jóvenes dominicanos que tuvieron la valentía y el coraje de permanecer viviendo en el terruño que lo vio nacer: LOS CALLEJONES DE ESPERANZA, MAO. Cada día con sus energías de futuro preñaba la tierra para ver parir los frutos que le garantizaban sus estudios en el Centro Universitario Regional de Santiago (CURSA). Este inolvidable y valiente joven del campo dominicano constituyó un ejemplo de porvenir, disciplina y honestidad. A diferencia de muchos jóvenes que han decidido la vida fácil a través de la droga y la delincuencia, combinaba el trabajo con sus estudios de Periodismo.
El viernes 16 de marzo era otro día de compromiso con el deber para el abnegado joven campesino José Manuel Mercado, quien desde su cotidianidad olor a conuco exhibía el angelical orgullo de la tierra arcillosa que le sirvió de fuente para nutrirse de ideas sanas comprometidas con el bienestar colectivo. En ese aciago día salió de su humilde hogar con la encomienda de ir al recinto universitario de la Barranquita de Santiago para darle la noticia a sus compañeros estudiantes de que ya disponían de un medio de transporte para trasladar a los universitarios desde Esperanza a la UASD.
Con ese gesto solidario, el estudiante de periodismo de la Primada de América, reafirmaba que todavía la conciencia del bienestar colectivo florece en nuestras aulas, a pesar de la sombra malediciente que nos amenaza. Solo en la UASD nacen y florecen esas semillas de solidaridad. Por eso nos duele profundamente cuando cortan una de nuestras flores. Flores de vida comprometida con el futuro de la Patria. Pero esta victoria de la solidaridad fue transformada en muerte por los despojos provocados por un modelo neoliberal que nos está jodiendo y aniquilando el porvenir de la Nación.
Alrededor de las 10:00 de la noche el solidario y valiente joven agrario se desmontó del vehículo que lo transportó desde Santiago hasta el kilómetro 10 de la carretera de Navarrete. Unos salvajes criminales, al parecer, estaban al acecho para cometer un alevoso asesinato. Y talvez sin mediar palabras asesinaron a palos en la cabeza a José Manuel Mercado para supuestamente despojarlo de un celular en el momento que se dirigía a su humilde hogar campesino.
Un estudiante universitario yacía en el mismo camino que tanta veces anduvo en búsqueda de un mejor porvenir. Con su cabeza destrozada y ensangrentada permaneció tendido por más de nueve horas acompañado por las sombras del silencio sepulcral. Los criminales que le quitaron su preciada existencia talvez nunca se darán cuenta de que esa muerte es la muerte del futuro de una familia que honra al país con el trabajo tesonero de la agricultura y una humilde ganadería. Esos delincuentes constituyen el miasma de un supuesto modelo de desarrollo que lo ha lanzado a vivir en la porquería cloacal de los que viven sin futuro y sin sueños de vida.
Al medio día del sábado 17 de marzo de 2007 recibí la inefable noticia en el momento que me preparaba para impartir docencia a los compañeros estudiantes del ejemplar ciudadano nativo de los Callejones de Esperanzas, Mao. El dolor y la indignación que nos embargaba tenían que traducirse en un gesto de solidaridad hacia sus familiares. Alumnos y docentes decidimos ir a cumplir con nuestro deber. La delincuencia social arrancaba violentamente de nuestras vidas a un amigo y compañero que merecía nuestra solidaridad humana. Con profunda desazón acudimos a la comunidad que sirvió de savia de esperanza a José Manuel Mercado.
Grito de dolor y de impotencia reaparecían en cada lágrima de su madre, padre, hermanos, vecinos y de toda la pequeña comunidad que lloraba la muerte del futuro. Muerte del futuro que se traduce en la victoria de la delincuencia. Delincuencia que ataca cobardemente. Delincuencia que se llevó la vida de un joven ejemplar que había aprendido hacer parir la tierra y las ideas del bienestar colectivo.
La muerte que llega de ese modo es profundamente dolorosa. Es una muerte que nos consterna y nos duele por la impunidad de los criminales. Por la impotencia de enfrentarla y por la debilidad orgánica que nos afecta. Pero nos duele aún más observar como nuestras autoridades y gremios estudiantiles se mantienen apáticos frente a hechos criminales y horrendos como los que están aconteciendo cada día en la sociedad dominicana. Nos duele que el neoliberalismo se haya apoderado de la academia y que esté incubando conductas insensibles e individualistas. Por suerte los estudiantes de comunicación social respondieron a nuestro llamado y acudimos a expresar nuestra inquebrantable solidaridad.
Pero eso no es suficiente. Es hora de reaccionar contra la salvaje, cobarde y brutal delincuencia que nos ataca cada día. Es hora de enfrentar ese maldito flagelo empollado por el neoliberalismo. No debemos continuar almacenando silencio frente a tantos asesinatos de dominicanos útiles a la Patria. Debemos aunar nuestros esfuerzos para protegernos y luchar contra los malvados e insolentes. Honremos la memoria del estudiante de periodismo José Manuel Mercado G, matrícula CD-0433, renovando nuestras energías para buscar las alternativas organizativas y formas de lucha para que la delincuencia no continúe asesinando a nuestros amigos y compañeros. O talvez a nosotros mismos.