VENTANA : Gestos sin rima con el discurso, como ha sido lo tradicional, no comunican. Más bien alejan adhesiones de indecisos y hasta de cófrades, usualmente proclives a las más impensables alabanzas.
Frente al desafío de la globalización y las nuevas tecnologías en la actividad política hay que buscar nuevas respuestas y herramientas no sólo para interpretar la realidad sino para recrearla.
Es necesario combinar modernas técnicas de Comunicación, en tanto pilar fundamental de toda organización o institución, con la búsqueda de objetivos y propósitos específicos.
Y todo, porque para el éxito se requiere lograr una percepción positiva, para lo cual ayuda en mucho, quizás prioritariamente, el vocabulario del cuerpo en la exposición pública.
Del enfoque del presente y futuro, de las propuestas que se presentan para enfrentar y solucionar problemas, y de las gesticulaciones que acompañan esos planteamientos, depende lo que el auditorio (en este caso, los electores) perciba(n).
Mensajes claros y simples, aunque no exento de contenido, es lo que imponen las campañas de hoy. La variedad es más bien cuestión de enfoque. El vocabulario corporal es el complemento.
Gestos sin rima con el discurso, como ha sido lo tradicional, no comunican. Más bien alejan adhesiones de indecisos y hasta de cófrades, usualmente proclives a las más impensables alabanzas.
Los problemas complejos y tortuosos de hoy no se puede pretender resolverlos con las viejas herramientas de ayer. La trinchera y la barricada del pasado han cedido turno a la estrategia, el análisis, la perspectiva.
De ahí, los cortes y peinados fabricados, las sonrisas maquilladas, el foto-shop en los afiches, los grupos de trabajo en el equipo de campaña para escanear (más bien monitorear) al(os) adversario(s) y analizar su conducta, las encuestas y focus groups no publicables, los consultores, etc..
Ha desaparecido ya el mesianismo de los caudillos del ayer, como Velasco Ibarra, en el Ecuador, de quien se decía que “sólo necesitaba un balcón para alcanzar la Presidencia” o la justificación de los seguidores de Balaguer cuando en vida éste erraba y proclamaban “es que el doctor todo lo tiene calculado”.
Ahora son otros tiempos, otras realidades.
* El autor es periodista y consultor de comunicación.