¿Qué separa a los seres humanos de los animales?
¿El lenguaje articulado? ¿El cerebro? ¿El corazón? ¿Su capacidad de razonamiento? ¿La capacidad de caminar sobre dos patas y correr?
¿Quién creó al ser humano? ¿Dios? ¿La propia naturaleza durante un largo proceso? ¿Quién creo a Dios? ¿No habrá sido el hombre y su ignorancia, la cual le impedía explicar fenómenos como la lluvia, el Sol, la Luna, las Estrellas, los rayos, los cambios climáticos, el fuego en el bosque en época de sequía…?
¿Cuándo cambió el curso de la historia? ¿Cuándo perdió su esencia, su razón de ser, su humanidad? ¿En qué momento se separó la vida de nosotros, como se preguntó el poeta, en qué lugar, en qué año o milenio? ¿Cómo explicar que los humanos asesinen a sus semejantes por placer, poder y engaño?
¿Cómo es que los humanos no maten a los suyos para sobrevivir o alimentarse, sino para aumentar su poder y dominio?
¿Cómo explicar la explotación del hombre por el hombre mismo?
¿Cuándo fue que la raza humana fracasó?
¿Cuándo las fuerzas productivas se desarrollaron a un punto tal que alguien pudo decir "esto" es mío? Es decir, ¿cuándo se produjo la gran división social del trabajo que trajo consigo la propiedad privada y el concepto de lo "mío" sustituyendo el de lo "nuestro"? ¿Cuándo las cosas comenzaron a tener dueño, incluyendo a los seres humanos? ¿No fue esa revolución social del trabajo la que transformó al mundo, la que hizo que desapareciera el concepto de igualdad entre los humanos para dar paso al individualismo, a las desigualdades, al racismo, lo que permitió que unos fueran ricos y otros pobres, que unos tuvieran techo y otros no, que unos fueran educados y otros no, que unos fueran buenos y otros malos?
La historia humana es una historia de violencia y de muerte, de llanto y de luto.
No existe una sola religión que no sea fruto del fraude y del engaño, de la violencia y de la traición, desde Mahoma hasta Jesús. Los que criticaron y combatieron a los cristianos fueron los mismos que años después impusieron esa religión a sangre y fuego porque favorecía a sus intereses. No por casualidad, Marx dijo que "la religión es el opio de los pueblos". El Feudalismo, período oscuro de la historia, donde la religión jugo un papel fundamental, estaba en manos de los jerarcas de la Iglesia, es decir, en manos del Dios creado por los hombres.
La historia humana es una historia de guerras, una historia de crueldades que se cometen por afán de poder y riqueza desmedida. La explotación del hombre por el hombre mismo. La irracionalidad convertida en humanidad.
La inquisición de la santa Iglesia, que costó millones de crimines en la hoguera, las guerras, sobre todo la Primera y la Segunda Guerra Mundial, sirven para demostrar la ceguera humana, su irracionalidad, su locura, la enfermedad que la conduce a su destrucción.
El nazismo llevó a millones de seres humanos a los crematorios, a la muerte más inhumana. El hombre ha inventado miles de formas de matar al otro hombre. La flecha y el arco, el fuego, el garrote, la espada y el cuchillo, el revólver y el fusil, el cañón y el misil, la bomba atómica y la bomba de neutrones. Tantas armas ha creado el hombre para destruirse a si mismo, que la raza humana puede desaparecer. Basta con que un loco de los tantos que abunda por ahí apriete un botón.
En estos días he reflexionado mucho sobre la raza humana como proyecto que ha debido ser ente de esperanza para la sobrevivencia de su propia especie en el planeta que ocupa. Sin embargo, la humanidad marcha hacia su extinción, hacia el holocausto definitivo. Sus valores éticos y morales, su cultura de autodestrucción, no le permiten avanzar hacia un estadio de desarrollo donde nada sea más importante que la propia naturaleza humana, donde prime el amor, no el odio, la solidaridad, no el engaño, la verdad, no la mentira.
Hay quienes dicen que mientras más conocen a las personas más quieren a sus perros. Y no es para menos.
Sin embargo, pese a todo, pese a la explotación del hombre por el hombre, pese al canibalismo humano de la historia, pese al crimen y a la barbarie, pese al odio y al desamor, pese al engaño y la mentira, pese a la falta de solidaridad y de amor, hay que creer en la capacidad humana de humanizarse, valga la redundancia.