El síndico del Distrito Nacional, Roberto Salcedo, ha declarado la intención de construir un helipuerto en la Plaza Omar Torrijos de la avenida George Washington. La idea no deja de ser interesante, pero antes de que se inicie la destrucción de una de las pocas áreas verdes habilitadas para el disfrute de la vida asociativa que sobreviven en el Malecón, las autoridades municipales deben celebrar vistas públicas para evaluar razonablemente la procedencia de este proyecto
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Conviene recordar que la Plaza Omar Torrijos forma parte del conjunto de obras inauguradas por el síndico José Francisco Peña Gómez al final de su mandato en el año 1986, como parte de un extenso plan para rescatar las áreas verdes del Malecón. Posteriormente el síndico Rafael Subervi Bonilla, en su período 94-98, desarrolló otra significativa inversión en la plaza en el marco de un amplio proyecto de remodelación del Malecón, que incluyó la reconstrucción de las aceras y los bancos, la recuperación de la foresta, y la iluminación de la avenida y sus correspondientes espacios públicos
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De manera que la iniciativa de Salcedo no solo implica la construcción de una obra que no forma parte de las obligaciones básicas del Ayuntamiento, sino también la eliminación de un importante espacio público en el que la propia institución ha realizado una apreciable inversión. Esto ocurre, paradójicamente, justo en el momento en que la administración de Salcedo mantiene una muy bien publicitada campaña de supuesta defensoría del espacio público.
Antes de que se materialice esta iniciativa, se debería ventilar en vistas públicas si el Ayuntamiento del Distrito Nacional se debe involucrar en un nuevo proyecto de cuestionable prioridad, mientras se encuentran paralizadas algunas de las principales obras de interés municipal, como la reconstrucción del mercado de Villa Consuelo, la remodelación del Mercado Nuevo, la remodelación de la avenida Duarte, la construcción del Barrio Chino y el rescate del parque Braulio Alvarez, anunciado por el síndico Salcedo en la campaña electoral del año 2006.
El proyecto debe ser debatido rigurosamente para examinar las implicaciones desde el punto de vista legal, urbanístico, ambiental, de tránsito y seguridad, tomando en cuenta que en el lugar se habilitarían seis plataformas de aterrizaje, y se construirían oficinas, hangares y depósitos de combustible, agregando nuevos factores de riesgo a un área del Malecón bastante complicada desde el punto de vista de la circulación vehicular. No debe olvidarse que ese tramo se conoce popularmente como “la curva de la muerte”.
Se debería discutir si procede eliminar un área de recreación pública para desarrollar una actividad de uso casi exclusivamente privado, ya que el Ayuntamiento, principal promotor del proyecto, no cuenta con ningún helicóptero, y como se sabe, la mayoría de las personas e instituciones que poseen este medio de transporte generalmente cuentan con helipuertos particulares. En el propio hotel Santo Domingo, a pocos metros de la plaza Omar Torrijos, existe un helipuerto que cumple una función similar a la que tendría el proyecto de Roberto Salcedo.
Se debe evaluar igualmente si la plaza Omar Torrijos, un lugar diseñado para el esparcimiento y la recreación, debe ser eliminada, cuando existen otros espacios en la misma área del Malecón, que no tienen ningún uso y que inclusive se encuentran en condiciones de abandono, como el área verde situada frente a Metaldom.
Otro detalle que debería ser tomando en cuenta es que el Malecón de Santo Domingo es un área protegida, y además, la ley 305 del año 1968, limita estrictamente la construcción en la franja marina de los 60 metros.