Con el tremendismo, la ligereza y la falta de escrúpulos como viene manejándose la Càmara Administrativa de la Junta Central Electoral (JCE), no sabemos a cuáles intereses responde, si a los de Dios y el país, o a los del Diablo o los sectores polìticos inqusidores.
Así lo hace pensar la nueva metida de pata de esa càmara que dirige Roberto Rosario, de que la activista de los derechos dominico-haitianos, Sonia Pierre, no es dominicana, porque supuestamente su ciudadanía ha sido el fruto de un fraude cometido por sus padres luego de que ella naciera.
Desde esta tribuna dudamos que haya sido así y en caso contrario, el tema debió manejarse con la debida prudencia, porque escandalizarlo en la forma tremendista como se ha venido haciendo, es violentar los derechos de esa dama y de paso echarle más leña al fuego a un tema que nos está perjudicando en el extranjero.
Por su complejidad e intereses encontrados, el haitiano no es un tema para mentes calenturientas ni para los irresponsables que desde el alto tribunal de elecciones buscan posicionamiento y de paso caer graciosos.
El tema haitiano es nuestro y se parece mucho al del negro detrás de la oreja como nos lo describió el poeta mocano Jaun Antonio Alix, con el agravante de que los haitianos nos rodean y que casi todos los dominicanos andamos hoy día con un haitiano atrás y otro delante.
Lo tenemos en nuestros edificios como vigilantes, como obreros en los proyectos de construcciones, como servidumbre en el seno de nuestros hogares, como braceros en los cañaverales y como trabajadores agrícolas en nuestros campos pagándoles salarios miserables.
Así las cosas, con los haitianos estamos condenados a vivir mientras vidas tengamos, compartiendo la misma isla, la misma frontera, el mismo espacio, la misma raza y a la vez beneficiándonos de su mano de obra. Los lazos históricos y culturales parecen también inseparables.
Tal cual lo hacen otras naciones, una cosa es que establezcamos nuestras reglas de juego a través de la Constitución y las leyes, y otra que le busquemos la quinta pata al gato a los fines de complacer burdos intereses políticos y de mantenernos en la palestra sin importar que con ello matamos la reputación y violentamos los derechos de las otras personas.
Más aún, la forma inescrupulosa y ruin con que se maneja el caso de Sonia Pierre, demuestra hasta la saciedad de cómo el racismo y la xenofobia norman la moral, el pensamiento y la práctica de algunos grupúsculos políticos y supuestos nacionalistas del patio.
Lo hacen siempre contra los haitianos y no contra nacionales e inmigrantes de otros países, a los cuales tratan y reciben cual Guacanagarix lo hizo con los españoles. De ahí el complejo.
El caso de Sonia, en la forma perversa como ha comenzado a manejarse desde la Càmara Administrativa de la JCE, sólo sirve para que los enemigos de la República Dominicana en el exterior lo usen como un nuevo pretexto para mantener su campaña de un supuesto maltrato o trato de esclavos a los haitianos en el país.
El asunto parece que terminará en los tribunales ordinarios llevado por la parte que entienda tiene la verdad en sus manos.
Convencida de que se actúa con bajeza en su contra, ya la señora Pierre ha anunciado que llevará su caso a la Justicia y quiénes deberán demostrar que a la dama no le corresponde la nacionalidad dominicana o que la misma es el fruto de una falsificación de acta y de cédula, son precisamente sus acusadores y detractores.
Hasta ahora la señora Pierre, en su defensa, ha hablado más claro que sus detractores quienes sólo han especulado.
Ella dice creer en la justicia dominicana para que se haga una investigación y que no acudirá a tribunales internacionales a "echar el pleito", tal como quieren las personas que solicitaron la nulidad de su acta, de quienes dijo tendrán que retractarse.
"Estoy a la disposición de las autoridades judiciales competentes e imparciales para que hagan una investigación que establezca la verdad sobre estos hechos. Esto lo vamos a pelear internamente", declaró Pierre.
Explica que siempre ha dicho que sus padres son haitianos y que vinieron al país como braceros de Consejo Estatal del Azúcar, pero que la condición de padre es irrelevante en lo que tiene que ver con la nacionalidad de los hijos.
Desde DiarioDigitalRD, como dominicanos que somos, defenderemos con la vida si es necesario a la nación dominicana, a su gente, a su territorio, pero lo haremos siempre en el marco del respeto a los derechos de los otros que son para nosotros sagrados.
Nunca lo haremos desde la maldita condición de creernos superiores o dueños de la razón y los derechos de los demás.
Históricamente esa es una época superada, sepultada con la desaparición del santo oficio y con los tiranicidios, y que hoy extrañamente, a petición de persecutores políticos profesionales, vale decir, de nuevos inquisidores, encuentran "complacencia" nada más que en un tribunal que como el de elecciones está para servir de árbitros y aplicar métodos justicieros.