RÍO DE JANEIRO, 7 abr (IPS) – La preocupación se acerca a la desesperación entre empresarios y una parte de los economistas de Brasil ante la sostenida apreciación de la moneda nacional, porque entienden que alienta la pérdida de industrias, lo que algunos llaman la "enfermedad holandesa".
La tendencia de fortalecimiento del real puede en pocos días más hacer cruzar la cotización del dólar la barrera sicológica de los dos reales. El jueves, último día hábil de esta semana, su precio en el mercado de cambios ya estaba en 2,03 reales por unidad, mientras que a comienzos de año se ubicaba en 2,13 reales.
Expertos recuerdan con énfasis que el 1 de enero de 2003, cuando el presidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva asumió por primera vez su cargo, para comprar un dólar se debía abonar 3,53 reales.
Esa tendencia descendiente inexorable del tipo de cambio provocó una baja del equipo económico de Lula esta semana.
El economista Julio Gomes de Almeida renunció el miércoles a su cargo de secretario de Política Económica, el organismo que diseña la estrategia del Ministerio de Hacienda. Vinculado al sector industrial, este especialista permaneció poco más de 10 meses como funcionario desde donde marcó duras críticas a la política monetaria dictada por el Banco Central (BC).
"La industria se hará polvo" si se mantiene la sobrevaluación del real, que ya causó en los últimos tiempos "el despido de 350.000 trabajadores", la mayoría en las industrias textil y de calzados, dijo Gomes de Almeida a dos diarios de Sao Paulo, atribuyendo el "problema terriblemente malo" a las "mayores tasas de interés del mundo" fijadas por el BC.
La tasa básica del Banco Central para operaciones interbancarias llegó a 12,75 por ciento anual tras sucesivas reducciones de 0,25 puntos porcentuales decididas en las últimas reuniones de la autoridad monetaria, que se repiten cada 45 días.
Brasil está metido "en una trampa funesta", ya que los funcionarios afines a las corrientes liberales que están en el poder "cometen un error estratégico al controlar la inflación teniendo el cambio como ancla" y se niegan a ver que eso "destruye la actividad económica", comentó a IPS Carlos Lessa, otro economista que dejó el gobierno tiroteándose con el BC.
Lessa presidió el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social, de propiedad estatal y dedicado al fomento, desde el comienzo del gobierno de Lula y hasta noviembre de 2004, cuando acusó a la política adoptada por el BC de "pesadilla" para el país.
En su opinión, para contener la apreciación del real respecto del dólar se deberían adoptar restricciones a la entrada de capital financiero especulativo al país.
"Lo hace Chile que le gusta tanto a los liberales" y también Malasia y Singapur, arguyó Lessa, quien al igual que Gomes de Almeida adhiere al desarrollismo, contrario a la corriente monetarista.
Pero los defensores de la actual política monetaria señalan que no es la entrada de capital financiero lo que provoca la valorización del real sino el superávit comercial brasileño, que alcanzó a 46.074 millones de dólares el año pasado, además de la entrada de inversiones directas.
Lessa y otros economistas reconocen que las tasas de interés brasileñas, mucho más elevadas que en otros países, atraen el capital especulativo contribuyendo al fortalecimiento del real. El superávit comercial se podría usar para importar equipos necesarios, por ejemplo, para ampliar la infraestructura de transportes, como ferrocarriles y puertos, señaló.
A este experto no le gusta la expresión "enfermedad holandesa", porque se crea tal concepto sólo cuando afecta a un país rico. La política de altos intereses y cambio sobrevaluado daña principalmente al mundo en desarrollo, observó.
Enfermedad holandesa se ha dado en llamar a la pérdida de competitividad industrial internacional debido a una moneda local fortalecida por un abultado superávit comercial generado por el sector primario. Precisamente, el caso del país europeo que le dio nombre fue producto del aumento de las exportaciones de gas gracias a los yacimientos descubiertos allí hace cuatro décadas.
Ahora, por ese mecanismo, grandes exportadores de petróleo, o de productos agrícolas en el caso brasileño, estarían condenados a los países pobres a no desarrollarse y a perder su industria.
"En Brasil, el proceso aún no es tan dramático" gracias a la economía diversificada que posee, pero "la rigidez de los altos intereses perjudica algunos sectores económicos", indicó Carlos Thadeu de Freitas, ex director del Banco Central.
El superávit comercial brasileño "no conduce necesariamente a un real tan fuerte", sino que se debe mucho a los altos intereses y a la "total previsibilidad" de las acciones del Banco Central, sostuvo ante la consulta de IPS.
"Si la tasa básica estuviera sólo en 10 por ciento no alteraría nada la inflación", cuyo mantenimiento en casi 4,5 por ciento al año es la meta de tal política de intereses, opinó Freitas. La inflación en 2006 fue de 3,14 por ciento.
Los altos interese ciertamente atraen capitales externos, pues ya son muy superiores a los del resto del mundo, razonó. La seguridad de que esas tasas seguirán en el ritmo actual y de que el BC mantendrá el mismo nivel de compras de dólares permiten a los inversionistas financieros prever y obtener altas ganancias, acotó.
El BC ya compró cerca de 22.000 millones de dólares en el mercado este año para intentar contener, sin éxito, la valorización del real. Los bancos e inversionistas saben que vendiendo sus dólares ahora ganarán mucho en el futuro, además de obtener más utilidades aplicando los reales en títulos de la deuda pública remunerados por la tasa básica del BC.
Reducir la previsibilidad de esas operaciones, por ejemplo, bajando sus intereses en 0,5 puntos porcentuales, desalentaría un poco esa especulación de ganancias sin riesgo y así se podría detener la apreciación del real, explicó Freitas.
Pero todo indica que no habrá cambios en la política monetaria. El ministro de Hacienda, Guido Mántega, conocido por sus ideas desarrollistas que lo llevaron a nombrar a Gomes de Almeida como uno de sus principales auxiliares, se rindió a la política del Banco Central que criticaba en el pasado.
La estrategia del Banco Central "es correcta" y el país no vive ninguna desindustrialización, sino que, "al contrario", algunas áreas de ese sector están creciendo, aseguró Mántega, para luego añadir que el tipo de cambio refleja los buenos fundamentos de la economía brasileña actual.(FIN/2007)