SANTO DOMINGO.-El Sermón de las Siete Palabras se convirtió en un jucio al gobierno y a los políticos. Los sacerdotes que intervinieron retrataron la realidad social y económica calamitosa que vive la población.
La emprendieron contra contra el Gobierno, la corrupción, las inversiones en el Metro, el descuido de los servicios básicos, la injusta distribución de las riquezas y los dirigentes sindicales del transporte.
El sermón fue leído por los sacerdotes José Pastor Ramírez Fernández, superior salesianos en Las Antillas; Mario de la Cruz Campusano, Guillermo Rosario, de la parroquia Corazón de Jesús, en Sabana Perdida; José Arismendy de León Helena, de la parroquia Santa Teresita del Niño Jesús y Nuestra Señora de la Evangelización; Javier Vidal, de Los Guandules, Guachupita y la Ciénaga; Ramón Suero Serrano, de Sabana Perdida; y Juan González Brito; diácono permanente de la parroquia Nuestra Señora del Pilar.
En la primera palabra: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen", el sacerdote Ramírez Fernández, superior de los Salesianos, recordó a los funcionarios que al Gobierno se va a servir y no a servirse de los recursos del Estado.
La segunda palabra, "En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso", la leyó y comentó el padre Campusano, quien criticó que mientras funcionarios y legisladores disfrutan de altísimos ingresos, los trabajadores apenas sobreviven con sueldos de miseria.
La tercera palabra: "Madre, he ahí a tu hijo; hijo he ahí a tú madre", estuvo a cargo del padre Rosario, de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús, de Sabana Perdida, quien afirmó que los dominicanos han sido abandonados por las autoridades ante los constantes apagones y que pagan cara la factura energética sin recibir electricidad.
En tanto, el sacerdote De León Helena, que tuvo a su cargo la cuarta palabra: ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?, denunció que muchas comunidades sufren por el mal estado de sus caminos vecinales y carreteras, así como calles polvorientas, falta de escuelas, centro de salud y agua potable.
Dijo que los apagones mantienen el país en tinieblas.
También criticó que empresarios del transporte, bajo el falso título de sindicalistas engañen al pueblo a quien dicen hipócritamente defender.
La quinta palabra: "Tengo Sed", fue comentada por el sacerdote Javier Vidal, quien dijo que mientras la población sufre carencias en alimentación, salud y educación, las autoridades realizan un cobro excesivo de impuestos en detrimento de la vida de los más necesitados.
"Y este dinero se va a las lujosas yipetas que ustedes ven parqueadas allá afuera", expresó el sacerdote de Los Guandules y Gualey.
Insistió en su queja sobre la carga impositiva que tiene que soportar la población y sostuvo que las yipetas lujosas que exhiben los funcionarios indican a dónde va a parar los impuestos que pagan los dominicanos.
En tanto, el sacerdote Suero Serrano, que tuvo a su cargo la sexta palabra: "Todo está consumado", aseguró que el pueblo requiere protección frente a la delincuencia y los antivalores que son presentados por algunos sectores como buenos y válidos.
Reclamó una más justa distribución de las riquezas nacionales, para que todos podamos vivir con dignidad y no solo unos pocos. Pidió a los líderes que sigan el ejemplo de los padres de la Patria.
Y la séptima, "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", fue leída y comentada por el padre González Brito.
Los sacerdotes criticaron a las autoridades de dejar de lado los problemas nacionales para embarcarse en megaproyectos que en nada contribuyen al desarrollo de la nación.
También la Policía tocó lo suyo, y la Iglesia acusó a los agentes policiales de complicidad con los delincuentes que mantienen en zozobra a la sociedad.
También censuró que muchos funcionarios devenguen salarios de hasta un millón de pesos mensuales, cuando el salario mínimo en el sector público no supera los 5 mil pesos mensuales.
La Iglesia acusó a los políticos de ser generosos cuando de hacer promesas electorales se tratan, pero sumamente tacaños cuando llegan al Gobierno y tienen que cumplir lo prometido.