BOGOTÁ, abr (IPS) – En Colombia, de arraigada tradición religiosa, la Iglesia Católica pierde feligreses cada día, mientras que las congregaciones evangélicas desbordan sus templos.
"En situaciones extremas, por la guerra (civil) o debido a las crisis económicas, las personas buscan algo que trascienda, que les proporcione sensación de seguridad y eso lo ofrece la religión", explicó a IPS la socióloga Ana Mercedes Pereira.
Con la experta coincide el sacerdote jesuita Efraín Aldana, quien complementó, crítico con su Iglesia Católica actual, que los colombianos ahora "buscan una religión que les aporte en la solución de la pobreza, que no sea autoritaria sino que, por el contrario, esté cerca de la gente",
"Este es un tema que preocupa a muchos a obispos católicos, que ven el aumento de iglesias protestantes, en especial en sectores populares", señaló a IPS Aldana, cuya misión la ejerce con poblaciones marginales en la caribeña Cartagena de Indias.
"Sin embargo, la Iglesia Católica no se ha puesto a tono con el momento histórico de la humanidad, lo que facilita el éxodo de fieles hacia otras congregaciones" cristianas de muy diverso tipo y origen, apuntó. Para este clérigo, "temas como el celibato, en muchos casos la ostentación, la rigidez y la distancia con la gente del común, favorecen prácticas más cercanas a la comunidad como la música, los cantos y las afirmaciones".
De este modo y por varias causas políticas y sociales los católicos extremadamente preponderantes en el país, al punto de que tradicionalmente más de 90 por ciento de la población se declaraba como tal, comenzó a ceder terreno en detrimento de los evangelistas.
En 1930 en Colombia se estimaba en sólo 9.000 los adherentes a iglesias cristianas evangélicas y para 1950 en unos 70.000.
En la década del 50 este país vivió un proceso de modernización, calificado por la economista Consuelo Corredor como "fragmentada y excluyente", pero que produjo cambios sociales. Aumentó el acceso a la educación y de las mujeres al trabajo fuera de su casa, comenzó el control de la natalidad y hubo una proliferación de medios de comunicación.
"Y la sociedad colombiana se secularizó", comentó Pereira."Los acontecimientos mundiales también influyeron en el acontecer nacional, como fue el caso del comienzo en 1962 del Concilio Vaticano II y la consecuente puesta en marcha de la Teología de la Liberación en América Latina, que favorecieron la creación de las (católicas) Comunidades de Base", agregó.
La Teología de la Liberación y su opción preferencial por los pobres entusiasmó a muchos de los sacerdotes y laicos católicos, que veían en su práctica la posibilidad de cambios sociales, de desarrollo comunitario y mejor calidad de vida para los más desposeídos.
Uno de los casos más emblemáticos en Colombia fue el sacerdote Camilo Torres Restrepo, quien se sumó a la guerrilla izquierdista del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y murió en combate en febrero de 1966, pocos meses después de su ingreso.
Simultáneamente surgieron organizaciones como el Centro de Educación Popular y el Centro Colombiano de Comunicación y comunidades religiosas y de laicos, que promovieron la organización y la investigación social.
Otro hito católico en igual sentido social fue la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Celam), realizada en 1968 en la noroccidental ciudad de Medellín, donde se definió por justicia, paz, demografía y que, según registros, se desarrolló bajo el lema de que "para conocer a Dios es necesario conocer al hombre".
Los seguidores de la Teología de la Liberación y las organizaciones de base, que se extendieron por toda América Latina, "no fueron muchos en Colombia, pero sí fueron fuertes", comentó Pereira.
"Sin embargo, no se contaba con el apoyo del episcopado colombiano, que se empeñó en motivar procesos de involución a los avances que proponía" esa teología, apuntó.
Junto a este proceso involutivo de la Iglesia Católica se profundizó en Colombia el conflicto armado interno y la represión generalizada del Estado, sufrida especialmente por los católicos progresistas.
Julio César Turbay, durante su gobierno de 1978 a 1982, mantuvo el Estatuto de Seguridad, que implicó una mayor represión política y dos años después de finalizado su mandato, ya en el gobierno de Belisario Betancur, el posicionamiento del paramilitarismo ultraderechista en la región central del Magdalena Medio.
De manera simultánea, las tendencias neoliberales se expandieron y cobraron auge en el país y en la región en los años 80, seguido de la globalización y nuevos efectos económicos de exclusión social. A esta nueva realidad política se sumó la libertad de cultos promovida por la Constitución que entró en vigor en 1991.
En 1994, las iglesias evangélicas alcanzaron los dos millones de fieles. En este auge influyó el conflicto armado interno colombiano que agudizó en los años 80 el narcotráfico y el paramilitarismo, además de la crisis económica de mediados de la década del 90.
"La crisis afectó de manera especial a la clase media. Produjo desempleo, aumentó los intereses bancarios y las cuotas (para la adquisición) de vivienda, por lo cual miles de ahorradores perdieron en su empeño de adquirir casa propia, sueño prioritario en la cultura popular colombiana", afirmó la socióloga Pereira.
Entonces la gente buscó alternativas en las iglesias, sintiéndose atraídos por las que imparten la teología de la prosperidad, que se logra mediante la generosidad.
"Quien da recibe multiplicado", aseguran. "De ahí la importancia de los diezmos, o aportes económicos de los fieles a sus iglesias y pastores", indicó.
Los seguidores evangélicos en Colombia, con unos 43 millones de habitantes, superaron los cinco millones el año pasado y los católicos bajaron a 82 por ciento de la población, según estadísticas dadas a conocer a IPS.
En Colombia están presentes iglesias evangélicas también conocidas como protestantes históricas, que surgieron con las reformas del siglo XVI y que incluye a las Presbiteriana, Bautista y Menonita, entre otras.
Luego surgen las pentecostales, seguidoras del Espíritu Santo, y años después las neo-pentescostales, "en general orientadas por pastores de clase media, relacionadas con Estados Unidos, pero que rompieron con la iglesia madre por razones diversas", explica la socióloga Ana Mercedes Pereira.
En este grupo de líderes actuales está la Misión Carismática Internacional, que en Bogotá cuenta con cerca de 90.000 miembros con un crecimiento marcado en 2000, como resultado de mensajes dirigidos en especial a los jóvenes, y un sistema de expansión de doce, haciendo referencia a los 12 apóstoles de Jesús.
La Misión Carismática es orientada por el pastor César Castellanos y su esposa Claudia Rodríguez, quien incursionó en la política hasta ocupar un lugar en el Senado y luego desempeñarse como embajadora de Colombia en Brasil entre 2004 y 2006.
También incluye la Casa en la Roca, liderada por el periodista Dario Silva, polémico durante sus años de ejercicio en los medios de comunicación, quien afirma que el Espíritu Santo lo salvó del suicidio ante una situación de desespero hace ya varios años.
La congregación Compromiso Cívico Cristiano con la Comunidad (C4), proviene de la llamada Cruzada Estudiantil y Profesional para Cristo y es orientada por la familia de Jimmy Chamarro, senador de Colombia hasta el año pasado.
El crecimiento de estas iglesias, que además se caracterizan por la obediencia de sus fieles, no ha sido indiferente a los políticos de tradición católica. El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, aceptó la invitación de la Misión Carismática Internacional para hablar ante 16.000 personas reunidas en el Coliseo Cubierto de Bogotá durante su campaña electoral.
Uribe mencionó en su discurso la castidad y su oposición al aborto, logrando el aplauso de las multitudes que repitieron la frase bíblica, "y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre y serás bendición".
"Expresiones multitudinarias de este corte las explica el sociólogo alemán Manheim cuando dice que por lo general, en tiempos de crisis lo religioso se expresa con fuerza en lo público. En tiempos de estabilidad social es relegado al ámbito de lo privado", recordó Pereira. (FIN/2007)