El doctor Félix Calvo podrá ser parte interesada por su condición de ex vicegobernador del Banco Central, pero no por ello se expondrá a desacreditar su ejercicio profesional con revelaciones tan alarmantes como la que acaba de realizar sobre el intrigante interés de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) por los asuntos dominicanos. Con el denso velo de silencio, las autoridades habían logrado, como en muchos otros casos, aplacar las interrogantes que tenían que crear visitas tan inusuales como la efectuada por el señor Robert Mueller a República Dominicana para entrevistarse con el presidente Leonel Fernández y un puñado de funcionarios.
Pues bien, el enigma ha sido en parte develado por el economista. Según Calvo, el funcionario estadounidense voló a República Dominicana preocupado por la transparencia en la función pública, el lavado de dinero procedente de la corrupción y el narcotráfico y los procesos pendientes en la justicia por los fraudes bancarios. El FBI habría seleccionado a los participantes en un almuerzo privado con el presidente Fernández y el embajador Hans Hertell se ocupó del resto.
Mueller estuvo aquí en octubre de 2005, y para el Gobierno su presencia era irrelevante. Pero, ¿qué ha pasado? Lo que se visto es que de momento las preocupaciones no han surtido ningún efecto positivo en cuanto a combatir las lacras que movilizaron al funcionario estadounidense. La corrupción que se persigue es solo la que se atribuye al pasado, los juicios por el colapso bancario no avanzan ni despiertan interés en los medios y los informes sobre el narcotráfico dan cuenta de un alarmante incremento.
El servicio estadounidense que vigila el tráfico naval y aéreo del Caribe sostiene que el nueve por ciento de la cocaína que llegó a ese país en el 2006 procedía de Haití o República Dominicana y que era el doble de la que entró en 2005. Pero destaca que el mayor incremento se ha registrado en esta nación, ya que el número de vuelos ha pasado de ocho, en 2003, a 75, en 2006. Hasta ahora, dice el organismo, la mayoría de los cargamentos a República Dominicana se lanzaba desde el aire al mar, cerca de la costa sur, pero recientemente se ha detectado que la carga se entrega en tierra.
No hace falta más para captar imaginar cómo puede estar la imagen de este país no sólo ante Estados Unidos, que cada día bordea más los asuntos internos, sino hasta la Unión Europea que, a través de algunos de sus representantes, con frecuencia truena sobre inseguridad jurídica y corrupción en República Dominicana.
Aunque no sea ningún oráculo, Félix Calvo sostiene que el asunto no ha terminado y advierte sobre un próximo paso. Sabrá por qué lo dice. Entonces ¿si todavía no es nada, qué más tiene que ocurrir para que gobernantes, partidos políticos y la sociedad civil presten la debida atención a una problemática de consecuencias impredecibles? Porque, por más seguros y confiados que nos encontremos, las perspectivas, al menos con el referido cuadro, no son tan auspiciosas. Para más, otros escándalos se han agregado a la lista. Esos escándalos, que si bien han sido silenciados por aquí, de seguro que no han pasado inadvertidos por allá.